Picasso y la Filosofía
En medio del ruido en torno al año Picasso, en el 50 aniversario de su fallecimiento, el Museo Picasso Málaga y el Círculo de Bellas Artes quieren reflexionar en este congreso sobre el relativo, pero muy llamativo, silencio de la filosofía sobre la obra del artista malagueño. Nos preguntamos: ¿Es posible dialogar filosóficamente con Picasso hoy? ¿Cómo podemos hacerlo?
Programa
Lunes 11 de diciembre
Andrea Soto - Pablo Picasso, el materialismo de las formas
José Luis Villacañas - Placet experiri. Picasso, el arte y la vida
Jèssica Jacques - Por una filosofía del arte ginocéntrica: el caso Picasso
Andrea Soto - Pablo Picasso, el materialismo de las formas
Desde un lugar político todavía por explorar, más allá de su militancia en el Partido Comunista Francés, Pablo Picasso ilustró los libros Le chant des morts (1948) de Pierre Reverdy y Corps Perdu de Aimé Cesaire (1949), entre muchos otros. Esta colaboración es fruto de un intercambio literario, artístico e intelectual, no se trata solo de un modo de edición sino propiamente de una creación que se da en estos cruces, en estos intercambios. Los modos de presentación de las obras configuran también modos en que se da a sentir, un conocimiento particular que no se reduce a una reflexión discursiva sino en el hacer mismo de la praxis artística.
En el caso de Corps Perdu, el poeta se encuentra frente a un pueblo que aún no es pueblo, en búsqueda de una voz que no tiene voz en la historia. No una voz anterior que busca por dónde enunciarse, sino que debe exponer en la propia escena que levanta. Una lucha contra el discurso racista que no está solo en el contenido de las palabras sino también en las modalidades, operaciones e imaginarios que construye. En el caso de Le Chant des Morts acontece algo similar, aunque con una problemática que requiere un gesto distinto: trayectoria, pulsión que se insinúa a través de las vidas interlineales para interrumpir la blancura de los márgenes, otro modo de afirmar que el curso de la muerte no puede reflejarse sino en la precipitación de la vida.
José Luis Villacañas - Placet experiri. Picasso, el arte y la vida
Picasso no fue un artista que dispusiera de una refinada teoría del arte, ni un virtuoso de la reflexión sobre su propia obra. Él se vio como un artista integral que encarnó la compresión del genio creador que había desplegado la filosofía desde la teorización kantiana, la cual primaba la dimensión inconsciente y vital sobre el programa estético y sobre cualquier otra funcionalidad. En él la vanguardia se reconcilió con ciertas representaciones convencionales y llegó a converger el sentido común de una época. Ahí reside la clave de su grandeza y de sus limitaciones.
Jèssica Jacques - Por una filosofía del arte ginocéntrica: el caso Picasso
Una lectura filosófica de la obra de Picasso desde el ginocentrismo, término que propone Jèssica Jacques, en primer lugar, para dar agencia en el relato picassiano a todas las mujeres que intervinieron en sus procesos creativos; en segundo lugar, para trabajar con categorías estéticas derivadas de la perspectiva de género y de disolución autoría presentes en su dramaturgia y su poesía. La intervención pretende que el caso Picasso sirva como momento fundacional para la posibilidad de un relato ginocéntrico de la filosofía del arte.
Martes 12 de diciembre
Luis Puelles - Cubismo trágico. Las fuerzas de Picasso
Teresa Oñate - Picasso Presocrático: una subversión estética del espacio-tiempo radical
César Moreno - Voraz pasión de ver, o pintar no es pensar (Picasso sin tregua ni retrato)
Luis Puelles - Cubismo trágico. Las fuerzas de Picasso
En una entrevista de 1956, Picasso nos da la pista que quisiera seguir: “Yo nunca hago un cuadro como una obra de arte. Es siempre una investigación. Busco constantemente, y hay un encadenamiento lógico en esta investigación”. De acuerdo con este planteamiento, Luis Puelles pone en claro una cierta lógica del proceso en el que se define el cubismo analítico a partir de la lectura deleuziana del Sofista (también de sus consideraciones, compartidas con Lyotard, sobre lo figural) y, en particular, de las aportaciones nietzscheanas a propósito de lo trágico. Un “encadenamiento” en cinco acciones: (a) evidenciar la representación (o desencantarla), (b) desestabilizarla, (c) llegar al fondo, (d) tomar las fuerzas dionisíacas, y (e) ganar la superficie. Esta es la manera en que a Luis le gustaría entender que es así cómo las imágenes picassianas se harán con las fuerzas con las que no ceder su presencia.
Teresa Oñate - Picasso Presocrático: una subversión estética del espacio-tiempo radical
El juego de los dos puntos repetidos ofrece mucho aliento, pues en Demócrito se condensa el Deleuze de ese conocido apéndice de su Lógica del Sentido dedicado a “Lucrecio y el Atomismo Antiguo”, así como la crítica de Leibniz y Spinoza a los átomos extensos, presuntamente indivisibles, y la propuesta de una univocidad intensiva espiritual. Mientras que en Heráclito se condensan además de la crítica al Pitagorismo, la hermenéutica de Nietzsche, Heidegger y la crítica del tiempo-espacio de la representación lineal y armónica, así como se abre la ontología del límite, el juego, el lógos y la síntesis disyuntiva que tiene que ver con el enlace de las diferencias difractas. Las implicaciones para la experimentación nuclear tampoco son ajenas a la subversión de la condición de posibilidad de las síntesis espacio-temporales, pictóricas y plásticas, que la creatividad genial de la obra de Picasso explora y reinterpreta con implicaciones tanto en el orden ontológico-político de la paz como en el artístico-tecnológico. Todo lo cual brinda claves inéditas y reunidoras de comprensión para su obra, así como inéditas recepciones y reactualizaciones futuras de ésta. Claro está que me atendré a obras y textos concretos de Picasso.
César Moreno - Voraz pasión de ver, o pintar no es pensar (Picasso sin tregua ni retrato)
Se podría aventurar la hipótesis de que si la relación entre “Picasso y la Filosofía” ha quedado indecisa, a diferencia de lo que sucede con otros artistas, más y mejor filosóficamente “apadrinados”, es porque la voluntad pictórica de Picasso se caracteriza por una voracidad de ver que deja fácilmente atrás, exhausto y desanimado, el intento por darle alcance filosófico: identificarlo, localizarlo, estigmatizarlo, ideologizarlo, preverlo. Nombrar a Picasso es invocar a un Proteo absorbente, metamórfico, en permanente éxtasis sin tregua. Picasso siempre está ya en-otra-parte y de-otro-modo, sufriendo también él, sin duda, el azote de su propio deseo infinito. Por otra parte, en Picasso se torna cierto que pintar no es pensar, en la medida en que, a diferencia de otros artistas que se esforzaron en proclamarse y coaligarse en torno a manifiestos, no hay ningún Manifiesto que pudiera expresar a Picasso, que no requería más que el Entre de Mirada-Lienzo-Pincel. En este sentido, Picasso, rebelde, taurocéfalo, es un “bruto”, un Picasso salvaje multierotizado, carece de “finura intelectual” y de la paciencia del concepto, y se resiste a la síntesis. Aunque quisiéramos retratar a Picasso, en el fondo, sería imposible ofrecer su "imagen fija" en la fuente de su pasión.
Miércoles 13 de diciembre
Fernando Castro - Picasso en la casa de citas
Alberto Ruiz de Samaniego - Bajo materialismo. Una lectura batailleana de Picasso
Francisco Jarauta – La forma como refugio: Picasso neoclásico
Fernando Castro - Picasso en la casa de citas
Parece que lo que está contemplando casi siempre Picasso es el cuerpo de la mujer, la carne deseada que le lleva al erotismo absoluto, destructivo, de Frenhofer. En el año 1927 Picasso ilustró Le Chef-d´Oeuvre Inconnu de Honoré de Balzac que fue editada por Vollard en 1931. La alegoría que Balzac compone sobre el arte tiene que ver con la delirante pérdida de sentido de lo real, pero, al mismo tiempo, esa aparición del monstruoso pigmalionismo nos hace ver que la obsesión es la materia del arte. Si Balzac advierte que los frutos del amor son efímeros y los del arte inmortales, también advierte de que la obra es un enterramiento (el caótico “muro de pintura” que, literalmente, se ha tragado el cuero de una mujer): el arte acaba con la vida. Lo que quería Picasso era decir el desnudo en todas sus matizaciones. Desea llegar al decir objetivo que Rilke encontrara en Cézanne, aquella visión baudeleriana de la carroña, cuando propiamente el decir cotidiano está al borde de lo más terrible. Tal vez aproximarse a la “verdad en pintura”, valga esta alusión derridiana, suponga reconstruir la casa de citas de Picasso, volver a penetrar en su “burdel metafísico” o, por lo menos, recobrar el tono nietzscheano para calibrar su fascinante jovialidad.
Alberto Ruiz de Samaniego - Bajo materialismo. Una lectura batailleana de Picasso
Hay en Picasso una clara voluntad de volver continuamente a los orígenes, esquivar las destrezas y los saberes, las disciplinas meticulosas para encontrar la fuente. Este manantial bien puede ser la Grecia arcaica, la más primitiva, salvaje, dionisiaca, incluso terrorífica: la Grecia de la sangre y el mito oscuro.
Retornar a los orígenes. Encontrar de nuevo la ferocidad y la urgencia, la intransigencia de lo que mana y se arroja impetuoso. El mito arcaico y atroz. Picasso es el único que sabe despertar a los dioses muertos del Olimpo, a los héroes: a Teseo, el Minotauro, a las ménades y los faunos. Con su trazo, todo este mundo desaparecido vuelve a resultar verosímil.
Francisco Jarauta – La forma como refugio: Picasso neoclásico
En el agitado recorrido de la obra de Picasso, marcado por rupturas e innovacioness sucesivas, que hacían avanzar su obra en la dirección de una experimentación abierta, deudora de su proteismo, la crítica ha reconocido inflexiones y reorientaciones de su trabajo hacia modelos y conceptos artísticos relacionados con el mundo Clásico y sus declinaciones. Dos momentos tienen especial relevancia a estos efectos, los años 1905 - 1906, tan influenciados por Gauguin y Cézanne y la primera recepción que Picasso hace de las colecciones clásicas del Louvre, bien anotadas en sus Carnets. Y la segunda, los años que van de 1917 a 1925 tan influenciados con su viaje a Italia. Los grandes frescos del Renacimiento, y quizás más todavía los de Herculano y Pompeya junto a las colecciones del Miuseo Nacional de Nápoles.
Es la época en la que la obra de Pîcasso se orienta hacia un cierto naturalismo inspirado en el mundo clásico. Un viaje que le permitirá recorrer el tiempo que va de Masaccio a Rafael, de Pousssin a Ingres, dando lugar a un diálogo secreto de extrañas fidelidades que iluminarán un contexto apasionante y luminoso.
- Fecha:
- 11.12.2023 — 13.12.2023
- Horario:
- 18:30h
- Sala:
- Sala Ramón Gómez de la Serna
- Precio:
- Entrada libre hasta completar aforo
- Organiza:
Museo Picasso Málaga
Círculo de Bellas Artes