El salto de Léucade es una de las obras escultóricas más emblemáticas del Círculo de Bellas Artes. Esculpida por el vallisoletano Moisés de Huerta y Ayuso (1881-1962) en 1910, fue premiada en la Exposición Nacional de Arte de 1912, y luce en La Pecera del Círculo, ubicación acordada entre el propio autor y el arquitecto Antonio Palacios antes de la inauguración del edificio en 1926.

La escultura representa el suicidio de Safo de Lesbos, “la décima musa”, en una espectacular recreación de su muerte tras arrojarse al mar por su fracaso amoroso. Una tragedia recogida entre las tres que componen la obra de otra poeta, María Rosa de Gálvez (1768-1806), que reedita Fernando Doménech Rico, y que sirve de excusa para un homenaje a estas dos poetas y a la escultura que presidirá este acto, El salto de Léucade, en una mesa en la que junto al editor literario también intervendrán:

Ignacio Amestoy, periodista, dramaturgo, escritor y miembro de la Junta directiva del CBA, quien leerá el texto: “Safo vive en La Pecera”.

María Folguera, autora y directora de Safo en el Festival de Mérida.

Ainhoa Amestoy, actriz, profesora y directora teatral, quien leerá fragmentos de Safo.

Josune García, directora de Cátedra.

Hasta hace muy poco tiempo, los estudios sobre la vida de María Rosa de Gálvez se reducían a unos pocos datos, siempre repetidos, algunas maliciosas suposiciones y no pocas habladurías. A principios del siglo XX, algunas aportaciones abrieron nuevas perspectivas sobre su figura, pero ha habido que esperar hasta el XXI para que estudios detallados y en profundidad descubrieran tras ella una fascinante personalidad. Autora de una obra cuya cuidada edición en la Imprenta Real requirió de tres tomos, representa una figura destacada entre las escritoras en lengua castellana, en especial por la riqueza y calidad de sus tragedias, que dedicó a menudo a personajes femeninos, tal y como lo prueban las tres que se recogen en este volumen: “Safo”, “Blanca de Rossi” y “Zinda”.

Créditos imagen: Fragmento de Sappho de Charles Mengin (1877)