Después de la presión popular de vecinos y vecinas dentro y fuera del distrito de Ciudad Lineal, el mural feminista del polideportivo de la Concepción que, para muchos, entre los que me inscribo, era desconocido, parece que finalmente no será eliminado, como a priori votaron algunos partidos en el pasado pleno de la concejalía de Ciudad Lineal del 21 de enero.
El mural, financiado con presupuestos participativos, que bajo el lema “Las capacidades no dependen de tu género”, incluye a quince mujeres icónicas del movimiento feminista en el mundo y en el propio barrio, fue pintado hace más de dos años por el colectivo Unlogic y por esas gentes del distrito, dentro del por entonces proyecto municipal Compartiendo Muros, iniciativa de la Dirección General de Intervención en el Paisaje Urbano y el Patrimonio Cultural del Ayuntamiento de Madrid, dependiente de Madrid Destino.
Esta iniciativa, según reza su página, «pretende dar cabida a la iniciativa ciudadana en la mejora del paisaje urbano… con la implicación de artistas locales y de los vecinos y vecinas en los 21 distritos de Madrid». Y continúa: «Dicho programa tiene como objeto que la ciudadanía identifique el espacio público como algo suyo, participe en su embellecimiento y se responsabilice de su conservación y mantenimiento…» Para terminar con: «La expresión artística se concibe desde esta perspectiva como una herramienta de generación de identidad y el programa pretende contribuir a una activación social y cultural de los barrios potenciando el tejido asociativo y vecinal».
Josep Renau dijo una vez que «la pintura mural es la forma más democrática de pintura porque es la única que se dirige a todo el mundo». Y no le faltaba razón. El mural es para todos los que quieran verlo o que se topen con él. En ciudades en las que, por diversas circunstancias, muchas personas se ven privadas de un encuentro habitual con el arte y la cultura, que el espacio urbano se convierta en lienzo o conjunto escultórico es algo siempre interesante para la salud mental y democrática. Y mucho más, como hemos apuntado viniendo de una iniciativa colectiva, tanto en su elaboración, como en su ejecución. Por otra parte, es inquietante pensar que muchas generaciones de madrileños que viven en “nuevas” áreas residenciales, donde es difícil que se establezcan esos lazos y donde esos cuerpos difícilmente se encuentran más allá de la comunidad del bloque, crecerán sin esa vida de “barrio” y no entenderán esos movimientos asociativos que buscan intereses comunes.
Las justificaciones para eliminar el mural
Llama la atención que con el fin de eliminar este mural, que además ha contado con la participación ciudadana, se arguya cándidamente que tiene un “mensaje político”. El Guernica también tiene un mensaje político, pero a nadie se le ocurriría retirarlo del Museo Reina Sofía. Y es que ya es un acto político que sean los propios vecinos quienes decidan qué mural quieren en su barrio. Y en cuanto al mensaje en sí, es que ni que atacara principios democráticos…; cada uno puede dotarle del debate que quiera, ¿pero no es eso lo bonito de la cosa? ¿No es mejor que un muro pintado nos alegre (o no) la vista o nos invite a pensar en su mensaje, en sus imágenes, en su lema, que si no nos dijera nada con su gris hormigón?
Esto del mensaje político nos hace también pensar en BANKSY The Street is a Canvas, la exposición que alberga el Círculo de Bellas Artes hasta el 9 de mayo. ¿Tendría BANKSY la relevancia que tiene en todo el mundo si su obra no tuviera ese “mensaje político”? El arte en ocasiones tiene esa cualidad, independientemente de tu ideología, de establecer un diálogo contigo, una reflexión, que te (con/re)mueva.
Otra cosa que se ha dicho es que debería sustituirse por un mural con deportistas paralímpicos en los que se incluyeran cinco mujeres y cinco hombres, como si no pudiera haber un mural exclusivo de mujeres y como si no hubiera suficientes reconocimientos a varones e incluso a los atributos de sus caballos. De las 216 estatuas de la ciudad, solo 18 están dedicadas a mujeres, el 8’3%. Incluso en placas conmemorativas, de 387 que hay en Madrid, solo 40 homenajean a mujeres: 282 están dedicadas a hombres y 58 a lugares emblemáticos. Vamos, más dedicatorias a “lugares” que a mujeres.
Sin contexto histórico, social, político…
Es un problema el que tenemos en nuestra sociedad. Lo que podría constituir una base para el conocimiento, ahondando en contextos históricos, sociales, económicos o políticos, la crítica y justificación para votar a favor de eliminar un mural artístico feminista y de participación ciudadana, se resume en que tiene un “mensaje político” y nos lo ventilamos con un tuit y una frase con información parcial de cada una de las tres mujeres “más conflictivas”. Que eso lo haga el público, está mal, pero que lo hagan nuestros representantes políticos o los medios de comunicación, es peor. En este caso ha sido la derecha con su particular “guerra cultural”, pero en la izquierda también ocurre y vemos a diario un debate absurdo y aburrido de mensajes inanes que poco aportan a un debate real. En este caso, tres vidas enteras, juzgadas y sentenciadas por un tuit con una frase dedicada a cada una… Si uno pone de repente en duda un mural aprobado por tu propio partido años atrás y consensuado con los residentes del distrito, eres tú el que debe justificar tu nuevo parecer con argumentos de mucho más peso y consistencia que el de tres frases cogidas con pinzas que serían un suspenso en cualquier examen universitario.
De Kanno Sugako, se dice escuetamente que “ideó una revolución violenta en su país”, sin entrar en contextos de ningún tipo. Por esas mismas, ¿qué dirían algunos si, simplificando también, dijéramos que además de una gran mujer feminista, estuvo en un movimiento cristiano desde donde escribió artículos contra los prostíbulos de entonces (s. XIX y principios del XX en Japón)? ¿Cómo se quedarían? Algunos amigos de la simplificación fliparían con el hecho (nada infrecuente por otra parte) de que una cristiana conspirara contra un emperador y luchara por la emancipación de la mujer. Antes de plantear un problema o una polémica, ¿no será mejor leer en profundidad y tener más conocimiento y contexto? A lo mejor nos sorprenderíamos todos y quizás así podría surgir un debate más sustancioso en el que cupieran más de dos posiciones antagónicas. Por mi parte, apunto para mi lista de lecturas el libro de Sugako Reflexiones de camino a la horca.
Y lo mismo pasa con el resto de las “conflictivas”. De la Comandanta Ramona dice este “tuit-sentencia”, que “reclutó niños soldado” y ya, así, sin anestesia. De los contextos antropológicos y etnográficos de una comunidad indígena habituada a la resistencia y la resiliencia, de los derechos de las mujeres indígenas por recibir asistencia sanitaria, educación, etc, ya si eso hablamos otro día. Y, finalmente, de Liudmila Pavlichenko, se resume su vida en la escueta frase: “francotiradora del ejército rojo, símbolo de la propaganda soviética”. Podríamos decir que también fue símbolo de la propaganda del gobierno estadounidense, en una época en la que liberales, conservadores, republicanos, comunistas, socialistas, etc. iban de la mano contra el fascismo y el nazismo. Y es que Liudmila se convirtió en la primera mujer rusa en pisar la Casa Blanca, adonde acudió junto a otros mandatarios para convencer a Franklin Roosvelt de la necesidad de apoyar a la Unión Soviética en la guerra contra los nazis. Después, Liudmila acompañaría a la primera dama, Eleanor Roosvelt, en una gira por los Estados Unidos para mostrar las capacidades de una mujer en el frente, terreno vedado, por no decir extraterrestre, para las mujeres de aquel país, donde hubo un intento de incorporación al ejército en primera línea de fuego, que no fructificó. De hecho, mientras en la URSS ya existían batallones de mujeres desde 1917, en EEUU no pudieron incorporarse hasta 2013.
Sinceramente, el que suscribe no tenía ni pajolera idea de quiénes eran algunas de las mujeres que están en el mural, pero agradezco que se haya abierto esta polémica de donde no la había, ya que me ha dado la oportunidad de conocerlas. No hay debate que por bien no venga, si no caemos en la tentación de zanjarlo todo con tuits simplones y zascas para sentir que unos tienen razón y los otros no y que nunca nos equivocamos.
Por otra parte, ¿alguien ha calculado el daño que habría producido para Madrid una fotografía del personal del ayuntamiento borrando la cara de Angela Davis, Frida Kahlo, Nina Simone… bajo estas excusas? Menudo marrón internacional en un momento en el que la imagen al exterior es vital.
Hay que reconocer que se ha rectificado, algo que está bien, pero se argumenta que por qué no salen mujeres feministas de otro corte ideológico. Pues bien, planteen, vayan a Google y saquen nombres, lean sobre ellas y argumenten su trayectoria e influencia en el feminismo, preséntenlas a los ciudadanos del distrito que sea, que muros vacíos y espacios hay unos cuantos, y que ellas decidan si incluir sus nombres o añadir otros o lo que quieran. Pero sería importante conocer también, qué políticas feministas ofrece el que las cuestiona. Sin embargo, me temo que en esta ocasión el proyecto de mural que venga -si es que viene- no podrá financiarse con los presupuestos participativos con los que sí contó el mural de Ciudad Lineal, ya que a día de hoy están suspendidos.
Más allá del mural: la participación ciudadana y los movimientos vecinales
Pese a todo, no creo en la inocencia de estos debates. En algunos casos inconscientemente, en otros muy conscientemente, se esconde un intento de desmantelamiento de las redes de apoyo y asociaciones y movimientos vecinales. Los mismos movimientos y asociaciones que un día ofrecen asistencia y alimentos a los más necesitados del barrio, como se organizan para repartir juguetes por Navidad a los niños en familias con riesgo de exclusión, o despejan las calles, colegios y recintos públicos de nieve como ocurrió tras el temporal Filomena. En mi barrio pongo algunos ejemplos de entre los cientos que hay en todo Madrid: el reparto de comida y ropa durante la crisis de refugiados, que se hacinaban a las puertas del Samur Social de la calle Gran Vía de San Francisco; el que hubo durante el confinamiento -y sigue habiendo- por parte del Teatro del Barrio; o con la recogida de juguetes que, gestionada por diversas asociaciones vecinales, se hizo en La Pecera del Mercado de La Cebada; o con el trabajazo que realizan los Dragones de Lavapiés, que sí que es más que un club de fútbol, más allá de quitar en dos días la nieve del pequeño campo de fútbol sobre el que se cierne un futuro incierto.
Muchas de estas asociaciones, que tanto bien hacen por sus barrios, están siendo privadas, ya no solo de ayudas económicas, que algunas no piden ni eso, sino de locales, espacios y facilidades en otras gestiones a la hora de cubrir esas necesidades de los barrios a las que solo ellas llegan y que solo ellas entienden. Porque no es solo cuestión de dinero, hay un componente emocional, de calle, que un político no puede entender. Algunos los tachan de “chiringuitos”, pero son colectivos de personas a los que muchos dentro del barrio los conocemos por sus nombres y apellidos.
Volviendo al aspecto cultural del mural, promover y suscitar preguntas, dudas, conocimiento, interés por la lectura, la información, el debate, y fomentar la igualdad, la libertad, los derechos humanos o la solidaridad a través del arte y la cultura, son premisas fundamentales en cualquier democracia consolidada. Y si encima el vecindario está involucrado en todo el proceso de participación y elaboración del mismo, o si puede favorecer a los actores locales, ni te cuento. Hagan la prueba, participen, hagan, (con)vivan, habiten su barrio.