El mural, su mensaje político y los movimientos vecinales

El mural de Ciudad Lineal en el que reza el lema "Tus capacidades no dependen de tu género".

Después de la presión popular de vecinos y vecinas dentro y fuera del distrito de Ciudad Lineal, el mural feminista del polideportivo de la Concepción que, para muchos, entre los que me inscribo, era desconocido, parece que finalmente no será eliminado, como a priori votaron algunos partidos en el pasado pleno de la concejalía de Ciudad Lineal del 21 de enero.

El mural, financiado con presupuestos participativos, que bajo el lema “Las capacidades no dependen de tu género”, incluye a quince mujeres icónicas del movimiento feminista en el mundo y en el propio barrio, fue pintado hace más de dos años por el colectivo Unlogic y por esas gentes del distrito, dentro del por entonces proyecto municipal Compartiendo Muros, iniciativa de la Dirección General de Intervención en el Paisaje Urbano y el Patrimonio Cultural del Ayuntamiento de Madrid, dependiente de Madrid Destino.

Imagen de Capitán Swing del mural feminista de Ciudad Lineal.

Esta iniciativa, según reza su página, «pretende dar cabida a la iniciativa ciudadana en la mejora del paisaje urbano… con la implicación de artistas locales y de los vecinos y vecinas en los 21 distritos de Madrid». Y continúa: «Dicho programa tiene como objeto que la ciudadanía identifique el espacio público como algo suyo, participe en su embellecimiento y se responsabilice de su conservación y mantenimiento…» Para terminar con: «La expresión artística se concibe desde esta perspectiva como una herramienta de generación de identidad y el programa pretende contribuir a una activación social y cultural de los barrios potenciando el tejido asociativo y vecinal».

Josep Renau dijo una vez que «la pintura mural es la forma más democrática de pintura porque es la única que se dirige a todo el mundo». Y no le faltaba razón. El mural es para todos los que quieran verlo o que se topen con él. En ciudades en las que, por diversas circunstancias, muchas personas se ven privadas de un encuentro habitual con el arte y la cultura, que el espacio urbano se convierta en lienzo o conjunto escultórico es algo siempre interesante para la salud mental y democrática. Y mucho más, como hemos apuntado viniendo de una iniciativa colectiva, tanto en su elaboración, como en su ejecución. Por otra parte, es inquietante pensar que muchas generaciones de madrileños que viven en “nuevas” áreas residenciales, donde es difícil que se establezcan esos lazos y donde esos cuerpos difícilmente se encuentran más allá de la comunidad del bloque, crecerán sin esa vida de “barrio” y no entenderán esos movimientos asociativos que buscan intereses comunes.

Las justificaciones para eliminar el mural

Llama la atención que con el fin de eliminar este mural, que además ha contado con la participación ciudadana, se arguya cándidamente que tiene un “mensaje político”. El Guernica también tiene un mensaje político, pero a nadie se le ocurriría retirarlo del Museo Reina Sofía. Y es que ya es un acto político que sean los propios vecinos quienes decidan qué mural quieren en su barrio. Y en cuanto al mensaje en sí, es que ni que atacara principios democráticos…; cada uno puede dotarle del debate que quiera, ¿pero no es eso lo bonito de la cosa? ¿No es mejor que un muro pintado nos alegre (o no) la vista o nos invite a pensar en su mensaje, en sus imágenes, en su lema, que si no nos dijera nada con su gris hormigón?

Esto del mensaje político nos hace también pensar en BANKSY The Street is a Canvas, la exposición que alberga el Círculo de Bellas Artes hasta el 9 de mayo. ¿Tendría BANKSY la relevancia que tiene en todo el mundo si su obra no tuviera ese “mensaje político”? El arte en ocasiones tiene esa cualidad, independientemente de tu ideología, de establecer un diálogo contigo, una reflexión, que te (con/re)mueva.

Otra cosa que se ha dicho es que debería sustituirse por un mural con deportistas paralímpicos en los que se incluyeran cinco mujeres y cinco hombres, como si no pudiera haber un mural exclusivo de mujeres y como si no hubiera suficientes reconocimientos a varones e incluso a los atributos de sus caballos. De las 216 estatuas de la ciudad, solo 18 están dedicadas a mujeres, el 8’3%. Incluso en placas conmemorativas, de 387 que hay en Madrid, solo 40 homenajean a mujeres: 282 están dedicadas a hombres y 58 a lugares emblemáticos. Vamos, más dedicatorias a “lugares” que a mujeres.

Sin contexto histórico, social, político…

Es un problema el que tenemos en nuestra sociedad. Lo que podría constituir una base para el conocimiento, ahondando en contextos históricos, sociales, económicos o políticos, la crítica y justificación para votar a favor de eliminar un mural artístico feminista y de participación ciudadana, se resume en que tiene un “mensaje político” y nos lo ventilamos con un tuit y una frase con información parcial de cada una de las tres mujeres “más conflictivas”. Que eso lo haga el público, está mal, pero que lo hagan nuestros representantes políticos o los medios de comunicación, es peor. En este caso ha sido la derecha con su particular “guerra cultural”, pero en la izquierda también ocurre y vemos a diario un debate absurdo y aburrido de mensajes inanes que poco aportan a un debate real. En este caso, tres vidas enteras, juzgadas y sentenciadas por un tuit con una frase dedicada a cada una… Si uno pone de repente en duda un mural aprobado por tu propio partido años atrás y consensuado con los residentes del distrito, eres tú el que debe justificar tu nuevo parecer con argumentos de mucho más peso y consistencia que el de tres frases cogidas con pinzas que serían un suspenso en cualquier examen universitario.

De Kanno Sugako, se dice escuetamente que “ideó una revolución violenta en su país”, sin entrar en contextos de ningún tipo. Por esas mismas, ¿qué dirían algunos si, simplificando también, dijéramos que además de una gran mujer feminista, estuvo en un movimiento cristiano desde donde escribió artículos contra los prostíbulos de entonces (s. XIX y principios del XX en Japón)? ¿Cómo se quedarían? Algunos amigos de la simplificación fliparían con el hecho (nada infrecuente por otra parte) de que una cristiana conspirara contra un emperador y luchara por la emancipación de la mujer. Antes de plantear un problema o una polémica, ¿no será mejor leer en profundidad y tener más conocimiento y contexto? A lo mejor nos sorprenderíamos todos y quizás así podría surgir un debate más sustancioso en el que cupieran más de dos posiciones antagónicas. Por mi parte, apunto para mi lista de lecturas el libro de Sugako Reflexiones de camino a la horca.

Y lo mismo pasa con el resto de las “conflictivas”. De la Comandanta Ramona dice este “tuit-sentencia”, que “reclutó niños soldado” y ya, así, sin anestesia. De los contextos antropológicos y etnográficos de una comunidad indígena habituada a la resistencia y la resiliencia, de los derechos de las mujeres indígenas por recibir asistencia sanitaria, educación, etc, ya si eso hablamos otro día. Y, finalmente, de Liudmila Pavlichenko, se resume su vida en la escueta frase: “francotiradora del ejército rojo, símbolo de la propaganda soviética”. Podríamos decir que también fue símbolo de la propaganda del gobierno estadounidense, en una época en la que liberales, conservadores, republicanos, comunistas, socialistas, etc. iban de la mano contra el fascismo y el nazismo. Y es que Liudmila se convirtió en la primera mujer rusa en pisar la Casa Blanca, adonde acudió junto a otros mandatarios para convencer a Franklin Roosvelt de la necesidad de apoyar a la Unión Soviética en la guerra contra los nazis. Después, Liudmila acompañaría a la primera dama, Eleanor Roosvelt, en una gira por los Estados Unidos para mostrar las capacidades de una mujer en el frente, terreno vedado, por no decir extraterrestre, para las mujeres de aquel país, donde hubo un intento de incorporación al ejército en primera línea de fuego, que no fructificó. De hecho, mientras en la URSS ya existían batallones de mujeres desde 1917, en EEUU no pudieron incorporarse hasta 2013.

¿Eres una mujer con un corazón estrellado? ¡Únete al WAC (Cuerpo del Ejército de Mujeres de los EE.UU.)! Miles de trabajos en el Ejército necesitan ser cubiertos. Esta es una pieza publicitaria para reclutar a mujeres en trabajos auxiliares del Ejército. Hubo una intentona de que incluso formaran parte de cuerpos de artillería, pero no salió adelante.

Sinceramente, el que suscribe no tenía ni pajolera idea de quiénes eran algunas de las mujeres que están en el mural, pero agradezco que se haya abierto esta polémica de donde no la había, ya que me ha dado la oportunidad de conocerlas. No hay debate que por bien no venga, si no caemos en la tentación de zanjarlo todo con tuits simplones y zascas para sentir que unos tienen razón y los otros no y que nunca nos equivocamos.

Por otra parte, ¿alguien ha calculado el daño que habría producido para Madrid una fotografía del personal del ayuntamiento borrando la cara de Angela Davis, Frida Kahlo, Nina Simone… bajo estas excusas? Menudo marrón internacional en un momento en el que la imagen al exterior es vital.

Hay que reconocer que se ha rectificado, algo que está bien, pero se argumenta que por qué no salen mujeres feministas de otro corte ideológico. Pues bien, planteen, vayan a Google y saquen nombres, lean sobre ellas y argumenten su trayectoria e influencia en el feminismo, preséntenlas a los ciudadanos del distrito que sea, que muros vacíos y espacios hay unos cuantos, y que ellas decidan si incluir sus nombres o añadir otros o lo que quieran. Pero sería importante conocer también, qué políticas feministas ofrece el que las cuestiona. Sin embargo, me temo que en esta ocasión el proyecto de mural que venga -si es que viene- no podrá financiarse con los presupuestos participativos con los que sí contó el mural de Ciudad Lineal, ya que a día de hoy están suspendidos.

Más allá del mural: la participación ciudadana y los movimientos vecinales

Pese a todo, no creo en la inocencia de estos debates. En algunos casos inconscientemente, en otros muy conscientemente, se esconde un intento de desmantelamiento de las redes de apoyo y asociaciones y movimientos vecinales. Los mismos movimientos y asociaciones que un día ofrecen asistencia y alimentos a los más necesitados del barrio, como se organizan para repartir juguetes por Navidad a los niños en familias con riesgo de exclusión, o despejan las calles, colegios y recintos públicos de nieve como ocurrió tras el temporal Filomena. En mi barrio pongo algunos ejemplos de entre los cientos que hay en todo Madrid: el reparto de comida y ropa durante la crisis de refugiados, que se hacinaban a las puertas del Samur Social de la calle Gran Vía de San Francisco; el que hubo durante el confinamiento -y sigue habiendo- por parte del Teatro del Barrio; o con la recogida de juguetes que, gestionada por diversas asociaciones vecinales, se hizo en La Pecera del Mercado de La Cebada; o con el trabajazo que realizan los Dragones de Lavapiés, que sí que es más que un club de fútbol, más allá de quitar en dos días la nieve del pequeño campo de fútbol sobre el que se cierne un futuro incierto.

Muchas de estas asociaciones, que tanto bien hacen por sus barrios, están siendo privadas, ya no solo de ayudas económicas, que algunas no piden ni eso, sino de locales, espacios y facilidades en otras gestiones a la hora de cubrir esas necesidades de los barrios a las que solo ellas llegan y que solo ellas entienden. Porque no es solo cuestión de dinero, hay un componente emocional, de calle, que un político no puede entender. Algunos los tachan de “chiringuitos”, pero son colectivos de personas a los que muchos dentro del barrio los conocemos por sus nombres y apellidos.

Volviendo al aspecto cultural del mural, promover y suscitar preguntas, dudas, conocimiento, interés por la lectura, la información, el debate, y fomentar la igualdad, la libertad, los derechos humanos o la solidaridad a través del arte y la cultura, son premisas fundamentales en cualquier democracia consolidada. Y si encima el vecindario está involucrado en todo el proceso de participación y elaboración del mismo, o si puede favorecer a los actores locales, ni te cuento. Hagan la prueba, participen, hagan, (con)vivan, habiten su barrio.

Tequila, mantequilla, un amante, Dios o una guerra | ‘My Mexican Bretzel’

My Mexican Bretzel

Entrevista a Nuria Giménez Lorang, directora de ‘My Mexican Bretzel’

Vivian posee una voz pero ésta no se escucha. My Mexican Bretzel es la historia visual de vida, mayormente sin sonido, de Vivian y Léon Barrett, una pareja suiza del pasado siglo cuya imagen coincide con la de los abuelos de la directora del film, Nuria Giménez Lorang (Ilse G. Ringier y Frank A. Lorang), pero cuyo relato, no; un falso documental que emplea imágenes domésticas de sus vacaciones por la vieja Europa para narrar un diario fílmico inventado que cuestiona la existencia de una verdad única mediante un planteamiento basado en el poder de la descontextualización; una historia, muy literaria y melodramática, que el espectador lee (y cree) en silencio y en la que, en palabras de su directora, “las imágenes en movimiento desprovistas de todo sonido cobran una dimensión distinta, muy poderosa y casi mágica“. Y es que Vivian escribe su diario en soledad; el espectador lo lee también en soledad; y existe una profunda soledad sonora en este film.

La película se gesta en 2011, cuando Nuria Giménez encuentra unas películas rodadas por sus antepasados en 16mm, coincidiendo con la muerte de uno de ellos (de su abuelo). El propio encuentro del material cataliza la puesta en marcha del proyecto y la cineasta barcelonesa emprende la escritura de un diario ficticio protagonizado por una mujer de una elegancia visual y una destreza narrativa excepcionales. Tras numerosos visionados del metraje encontrado, la autora rescata de las dobleces de lo real detalles y matices que se convierten en fuentes de inspiración para el nuevo relato y, en él, establece nuevos vínculos gracias a las posibilidades sumergidas, inconscientes, que otorga la ficción, la creación.

«Las imágenes en movimiento desprovistas de sonido cobran una dimensión casi mágica»


Coincidiendo con la proyección de My Mexican Bretzel en nuestro Cine Estudio el pasado mes de diciembre, aprovechamos para entrevistar a su directora, quien ya ha recogido varios galardones (Mejor Película, Mejor Guión y Mejor Dirección en Gijón; y Premio Found Footage en el Festival de Rotterdam, entre otros) gracias a esta interesantísima historia.


Hay en My Mexican Bretzel un espacio de gran amplitud en el que anidan los silencios, un paisaje visual ataviado con emociones escritas; es una película que exige contemplación, sinestesia, escucha. Luis Buñuel reivindicaba una idea de cine “como instrumento de poesía”. ¿Compartes ese postulado?


Me encanta Buñuel y, sí, comparto esa idea totalmente. Entiendo la poesía como una búsqueda de la belleza, del misterio, de expresar lo inexpresable y de ir más allá de lo visible. Se me quedó grabada una charla con el gran Luciano Barisone en el festival DocumentaMadrid 2018, en la que hablaba sobre la parte no visible del cine. Una maravilla y para mí tan inspirador como revelador.

«El cine,

instrumento de poesía»



Según he leído, el proceso de creación de esta película fue largo. Pues, a pesar del vínculo familiar que mantienes con las grabaciones que la vertebran, trataste el material como si fuera metraje encontrado para tomar distancia. Me interesa conocer, en primer lugar, si las biografías de tus personajes y las de tus familiares coinciden en alguna coordenada vital, ¿existe alguna similitud entre las historias de vida de Vivian y León Barrett y las de tus abuelos?


Uno de los motivos por los que no hice un documental sobre sus vidas reales es porque, aunque suene contradictorio, me sentía cómoda utilizando sus imágenes, pero no sus vidas personales. Las vidas de Vivian y Léon Barrett surgen de mi imaginación y de la libre interpretación que he hecho de las imágenes que he seleccionado.



También quería preguntarte por el trabajo de escritura del diario de Vivian: entiendo que fue después de muchos visionados del metraje cuando lograste trascender la historia real para construir una nueva. ¿Encontraste gestos, posturas o miradas, cuestiones más sutiles, que te inspiraron para inventar?


Retomando la respuesta anterior, en mi cabeza no tenía una historia real que trascender, entre otras cosas, porque ésta me era bastante desconocida. El diario de Vivian proviene básicamente de dos fuentes: por un lado, cosas que yo había escrito durante los primeros tres o cuatro años de proceso y, por el otro, esos gestos, posturas o miradas de las imágenes que había escogido. Fueron cientos de visionados y lo más fascinante es que cada vez veía algo que no había visto antes, esa parte no visible de la que habla Barisone.



“Para mí la felicidad, sea artificial, temporal o engañosa, siempre es bienvenida (…). Si no es Lovedyn (un fármaco ficticio), es tequila, mantequilla, un amante, Dios o una guerra”. Esto asevera Vivian Barrett en su diario, en el que también hace aparición el falso gurú Kharjappali, para quien “La mentira es solo otra forma de contar la verdad”. ¿Qué verdad querías contar en My Mexican Bretzel, que es, en última instancia, una gran mentira?


Más que contar una verdad, creo que lo que buscaba era más bien cuestionar la existencia de una única verdad absoluta y plantear que los límites entre lo que se considera verdad y mentira muchas veces están más desdibujados de lo que nos gustaría y de lo que pensamos.

«Hago películas familiares, luego existo. Existo, luego hago películas familiares»



La memoria cobra también una importancia especial en esta película, construida a partir de las imágenes que en su momento grabó tu abuelo, suponemos que para retener instantes vividos. Jonas Mekas, que fue autor de un tipo de cine-diario en el que la experiencia vivida era esencial, retomaba en su película Walden a Descartes afirmando lo siguiente: “Hago películas familiares, luego existo. Existo, luego hago películas familiares”. ¿Cómo definirías tu relación con el denominado diario fílmico, cuál crees que es el valor de lo autobiográfico como expresión de la subjetividad? ¿Y el papel de la memoria (en este caso, descontextualizada) en My Mexican Bretzel?


La memoria, tanto a través de lo que filma Léon como de lo que escribe Vivian, (re)construye su realidad y moldea su identidad siendo reemplazada por las imágenes y las palabras. Al mismo tiempo, las imágenes evocan una serie de recuerdos que, aunque sean inventados y se diluyan con la imaginación, aspiran a traducirse en emociones reales. Es una suerte de diario fílmico a tres voces que se entremezclan (la de una mirada, la de una voz y la de unas imágenes) y acaban siendo una sola.



Según tengo entendido, no llegaste a conocer a tu abuela. Me pregunto si esta película desempeña algún tipo de función de búsqueda en relación a tu historia familiar o si por el contrario surge más como un ejercicio creativo o expresivo (o ninguna de las dos cosas).

Seguro que esa búsqueda ha estado ahí, pero ha sido muy inconsciente. Para mí la película ha sido más un juego y un viaje. Tenía un punto de partida que ha sido un regalo y me he dejado llevar por él, explorando distintos caminos desde una libertad absoluta y dejándome sorprender por los lugares a los que me ha ido llevando. Sí es cierto que ahora tengo la sensación de conocer mejor a mi abuelo a través de su mirada y a mi abuela (a la que lamentablemente nunca pude conocer en vida) a través de sus imágenes. Por extraño que suene, convertir a mis abuelos en dos personajes ficticios me ha brindado la oportunidad de establecer un nuevo vínculo con ellos.

Un juego

un viaje



En la propia sinopsis del film se alude al género cinematográfico melodrámatico. Douglas Sirk, maestro del melodrama, se refería al fracaso con un término francés, echec, que denota no tener salida, encontrarse bloqueado. Decía, además: “no me me interesa el fracaso en el sentido que le dan los neorrománticos, que defienden la belleza del fracaso. Es más bien el tipo de fracaso que se apodera de ti”. ¿Identificas ese echec en tu personaje de Vivian?


No. Solo pienso que el fracaso es inherente a la condición humana.


Vivian escribe su diario en soledad. El espectador lo lee también en soledad. Y existe una profunda soledad sonora en este film. ¿Cómo decidiste el diseño, tan específico y semántico, del espacio sonoro de My Mexican Bretzel? Conviven en él una presencia prolongada del silencio, el uso realista del sonido y hasta ciertos manejos poéticos de la sonoridad… Me parece además muy significativo que sea la mujer protagonista del film la que se expresa a través del silencio.


Desde el principio tuve muy claro que quería gran parte de la película en silencio. Me parece que las imágenes en movimiento desprovistas de todo sonido cobran una dimensión distinta, muy poderosa y casi mágica. El diseño sonoro fue creación del gran Jonathan Darch y fruto de varios meses de intenso trabajo. Ahí también hubo mucha búsqueda y exploración. Fue un enorme placer trabajar con él y una experiencia muy enriquecedora. En cuanto a que la mujer protagonista se exprese a través del silencio, en parte tiene que ver con el hecho de ser mujer (sobre todo, pero no únicamente, en los años 50 del siglo pasado) y tener una voz, pero que no se escuche.


Para terminar, quería abordar una curiosidad relacionada con el título. ¿Es “My Mexican Bretzel” el apodo secreto de Vivian hacia su amante? También aprovecho para preguntarte por próximos proyectos.


Sobre el título puedo decir que es lo primero que tuve. Lo tuve incluso antes de terminar de digitalizar todas las bobinas. También puedo decir que infinitamente mejores que mis explicaciones son las interpretaciones que otras personas han hecho al respecto. Mis tres favoritas son: que el título aúna los dos amores de Vivian (Leo – Mexican / Léon – Bretzel); que igual que todo acaba cayendo dentro y fuera de la película (Lovedyn, Kharjappali, la historia de amor, la película, el diario), el título también acaba cayendo; y, la de la periodista Elisa Sanz, que es que el Bretzel tiene forma de corazón y tres agujeros que hacen referencia al triángulo amoroso. La del apodo secreto de Vivian hacia su amante va a ser la cuarta a partir de ahora. Gracias.
En cuanto a próximos proyectos, ahora mismo estoy escribiendo el libro rojo sin título de Paravadin Kanvar Kharjappali. También tengo una idea para otra película, pero todavía en estado embrionario.

«La mentira es

solo otra forma

de contar la verdad»

El pasado 18 de enero se dieron a conocer las películas seleccionadas en la 35 edición de los Premios Goya. My Mexican Bretzel resultó doblemente nominada, en las categorías de Mejor Dirección Novel y Mejor Película Documental.

Banksy vs Banksy. Anonimato, instituciones y arte social: la complejidad del sistema artístico actual.

Fallen Angel, obra de BANKSY en The Street is a Canvas.

Texto de Lola Rodríguez Bernal.

El pasado 3 de diciembre de 2020 el Círculo de Bellas Artes daba comienzo a una de las exposiciones más esperadas de la temporada: BANKSY. The Street is a Canvas. Con ella, algunas de las obras de Banksy llegaban por primera vez a España; otras ya habían sido presentadas al público nacional dentro del formato institucional.  Aunque no hizo falta abrir las puertas del Círculo para sembrar la polémica en el público. Se había activado ya un dispositivo de debate, reflexión y diálogo en torno al carácter de la exposición y, por supuesto, en torno a la figura de Banksy. Y es que el artista británico parece despertar fuertes opiniones y debates a su alrededor. Ya sea por las contradicciones externas que retrata o las contradicciones internas que encierra en sí mismo, tratar con un artista como Banksy significa ser el punto de mira de la actualidad cultural.

En las fechas próximas a su inauguración en los medios de comunicación salían a colación las cuestiones más ardientes. Algunos expresaban su descontento. Acusaban a la institución de aprovecharse del anonimato del artista, de contribuir en la mercantilización del arte urbano. Otros medios, por otro lado, no glorifican al artista, sino que lo condenaban. Después de su intervención en la destrucción de la Niña con el globo, al autor ya no le quedaba nada de ese arte incómodo —que supongo que antes ofrecía—: se había convertido en un personaje totalmente fagocitado por el sistema. Parece que, a grandes rasgos, estas son las dos únicas formas de interpretar a Banksy: o genio o gamberro. Banksy 1, el genio de las grandes injusticias, el feroz artista urbano crítico con las espantosas cumbres del deshumanizante sistema capitalista. Un poquito de tergiversación, medio kilo de contraposición de imágenes pop, y rellenar a ojo con irreverencia y humor británico. Y la opción Banksy 2, el artista que había llevado las intervenciones cuasisituacionistas a la vanguardia de la publicidad. La mayor marca artística jamás creada hasta hoy en día, referente del marketing contemporáneo. ¿Pero es este todo el debate que Banksy ofrece? De toda la polémica, arena, viento y tierra que remueve, ¿esto es todo lo que podemos sacar en clave? Y, si en cierta manera esto es así, ¿qué nos dice todo esto sobre la situación actual del arte?

Dos visitantes en la exposición de BANKSY The Street is a Canvas.
Dos chicos contemplan a Niña con el globo en la exposición que presenta el CBA.

Esa es la intención del Círculo, la razón por la que la dinámica iniciada en los medios de comunicación cumplían ya en cierto sentido con la misma finalidad de la exposición: reflexionar, discutir y debatir sobre la figura de Banksy y la situación actual del arte. Y esa es la función de la conferencia Banksy contra Banksy, celebrada el pasado lunes 21 de diciembre, dentro de Los Lunes, al Círculo, uno de los espacios que ofrece la casa para debatir, como actividad complementaria —que no secundaria— a las exposiciones y a otras actividades del Círculo. Pues la cuestión que rodea al artista no es precisamente un asunto de coser y cantar. El mismo presidente de la casa confesó al comienzo de la conferencia haber experimentado cierto extrañamiento y distanciamiento en su primera visita a la exposición. Así, grandes, amplias, recurrentes y complejas fueran las preguntas que Peio H. Riaño, Eduardo Maura, Fernando Castro y Paz Olivares lanzaron al público durante la conferencia.

Peio H. Riaño abrió la conferencia destacando los dos fracasos que —a su parecer— Banksy había llegado a cometer llegados a este punto. El fracaso de no haber salvaguardado y velado por las instituciones culturales, que en su progresivo declive financiero y, después de la crisis del 2008, se encuentran en un estado deplorable; por otro lado, su fracaso y derrota frente al sistema capitalista, que había acabado absorbiendo su figura al margen del artista. Pues no deja de ser irónico que todo el dinero que en un momento se utilizaba en borrar las huellas callejeras del artista ahora se multiplique exponencialmente en la financiación de exposiciones —aquí, en España y en todo el mundo—, que, por cierto, no cuentan con el respaldo del artista. Riaño señalaba que las intervenciones apreciables de Banksy eran las relacionadas con su actuación e implicación social. Se refería por ejemplo al The Walled Off Hotel, obra ubicada en el muro de Apartheid, que separa Israel de los territorios palestinos. O al famoso barco Louise Michel —en honor a la anarquista y feminista—, que rescató este verano a centenas de migrantes de las garras del mediterráneo —digámoslo, aunque sea en tono suave— y de negligencia europea.

También Riaño coincidió con Eduardo Maura en su pregunta por el modelo de exposición para —y a propósito de otras propuestas como como Van Gogh Alive— acabar planteando la pregunta sobre el tipo de pedagogía que deben seguir o las instituciones culturales. ¿Cómo se tienen que plantear las exposiciones para producir el ejercicio de la cultura, la reflexión, la activación cultural? ¿Cómo se activa la reflexión no sólo in situ, sino antes, durante y después de la visita a la institución? ¿Cómo se producen estos debates, como el que estamos teniendo ahora mismo? (Debate que por cierto, ya planteó Carolina del Olmo con algunos de los participantes de esta misma exposición en un artículo de la Revista Minerva).

El anonimato de BANKSY y su documental

Fernando Castro, por su parte, introdujo al debate otras cuestiones que Banksy suscita: su anonimato y su relación con la muerte del autor; el desplazamiento de la calle a la institución —gesto sobre el cual Castro declaró creer ser intención genuina del artista, enfrentándose directamente al supuesto fracaso propuesto por Riaño—; y la posición consciente del artista de la herencia duchampiana en su posicionamiento artístico. Así, tanto Paz Olivares como Castro, trayendo a colación el documental Exit Through the Gift Shop, ascendieron el debate y la obra de Banksy a una propuesta artística autoconsciente. O como Olivares sintetizó a través de la famosa proposición de MacLuhan: que los medios a través de los que Banksy muestra su obra al público son parte misma en realidad del mensaje de su propuesta.

Y es que la visualización de Exit Through the Gift Shop (ETGS) no puede dejar indiferente a nadie. Nominada a los Oscars en 2010, comúnmente clasificada como falso documental y con múltiples guiños a Fraude de Orson Welles y Oja Kodar, ETGS no es una película sobre Banksy, al menos a la manera convencional del biopic. ETGS es un documental en el que Banksy funciona como catalizador, como medio, una excusa para cuestionar la situación contemporánea del arte. Al comienzo del documental, Banksy dice ‘’la película trata sobre lo que pasó mientras que este tío intentaba montar un documental sobre mí. Pero como al final el tío resultó ser más interesante que yo, ahora la película va sobre él’’.

El susodicho es Thierry Guetta, un francés residente en Los Ángeles, distinguido por su obsesión por grabarlo todo —primer guiño a Warhol— y por una gran capacidad para hacer negocios con cualquier cosa que se proponga. A partir de un primer contacto con el graffiti, Guetta comienza a relacionarse con el street art y a querer involucrarse con su cámara en toda su actividad: quiere filmarlo todo. Así es como poco a poco comienza a conocer a artistas de la talla de Invader y Shepard Fairey. Aunque pronto a Guetta estos artistas le comienzan a parecer insuficientes: ¿de qué le sirve todo esto si no puede conocer y filmar al gran artista del momento? Así es como nuestro artista conoce, colabora y se obsesiona con Banksy. El artista británico no tarda mucho en darse cuenta del tipo de persona que es Guetta y para, literalmente, quitárselo de encima, Banksy invita a Guetta a que se centre en crear su propio arte. Y aquí es donde comienza realmente la acción: ahora Guetta es Mr Brainwash, el protagonista real del documental. Al mando de decenas de personas, en una gran nave abandonada —a lo rollo Factory— y en un periodo de tiempo muy corto, Mr. Brainwash consigue presentar sus obras con un éxito comercial colosal. En definitiva, Mr. Brainwash consigue crear una marca en un tiempo récord, gracias a la producción en masa de sus obras, con un moderno enfoque de diseño, y bajo las pautas propias del narcisismo de la espectacularización de su aura.

Así es como el documental recoge magistralmente los ecos baudrillardianos propuestos en el artículo publicado en 1996, El complot del arte, para hablar de lo superfluo del arte contemporáneo. Mr. Brainwash es la ausencia de originalidad; la banalidad y el puro fetichismo. La prueba de que ‘’el arte no muere porque haya más arte: muere porque hay demasiado’’[1]. La constancia de que en un mundo donde todo hombre merece ser artista al menos durante 15 minutos, el gusto y la vida quedan totalmente anestesiadas por esa estética disney de gran parque de atracciones.

Sin duda, también Banksy aprovecha la figura de Mr. Brainwash para apelar, en un ejercicio frankensteiniano, a la desmitificación de los artistas. ¿Cómo pretenden ir el público y los medios de comunicación de modernillos con estas modas tan dieciochescas? Otras obras del artista, como Morons —que con diez años de antelación se posicionaba ante la destrucción de Niña con el globo—; su colaboración en la cabecera de Los Simpsons en MoneyBART; y su rol como curador en Dismaland, son como  pruebas infalibles de la posición de consciencia de su arte en una sociedad postduchampiana. Sin querer entrar en dicotomías y simplificaciones, esta nueva lectura de su obra nos da lugar a unas —quizás no tan nuevas— preguntas.

Morons, de Banksy, 2007

¿Es Banksy un buen artista por hablar de la situación y ambigüedad del arte contemporáneo a través de las propias reglas de este? Más allá de que acabe siendo fagocitado por ciertos sectores de la sociedad, ¿no invita Banksy a la reflexión sobre el complot del arte contemporáneo? ¿No hace el intento Banksy, en una cultura capitalista que absorbe todo lo que puede, de concienciar sobre su situación? ¿Es un maestro Banksy, como comentaba Rafa Giménez a propósito de la exposición, en presentar las paradojas del arte contemporáneo?

O como sugería Riaño, ¿fracasa Banksy actuando finalmente como un cómplice de la farsa del sistema artístico? En 2017 Gary Shove publicaba un libro sobre Banksy que llevaba como subtítulo ‘’Usted representa una amenaza tolerable y si no fuera así ya lo sabría’’. ¿Tiene algún tipo de efectividad esa reflexión a la que invita Banksy, o acaba eventualmente siendo un engranaje más del sistema capitalista? ¿Es el documental en realidad un canal donde Banksy sólo quiere diferenciarse, desmarcarse y justificarse con respecto a otros artistas? Como el propio título nos invita a pensar, ¿es posible entrar en el mundo del arte sin salir, efectivamente, a través de la tienda de regalos?

Cartel de la película Exit Through the Gift Shop

Llegados a este punto, habrá, por supuesto, quienes se aventuren a tener una opinión lapidaria y firme al respecto; pero lo que no se puede negar es la complejidad y urgencia del asunto. ¿Preferimos, entonces, la ambigüedad? Al respecto de esto, también en El complot del arte, Baudrillard sostiene que la ausencia de imperativos críticos tan propia de la posmodernidad da lugar sólo potencialmente a una posibilidad, al ‘’complot distinto pero enigmático, indescifrable. Todos los discursos son ambiguos, incluyendo el mío. Todos participan en cierta forma de complicidad vergonzante con el sistema, el cual, por otra parte, necesita de ese discurso ambiguo para que le sirva de caución’’. Y es que cuando hablamos de Banksy no hablamos de su arte, sino, como nos dice este chiste —ya un poco desgastado, pero siempre tristemente certero en su punch line— de algo más grande que el propio arte: ¡Es la economía, estúpido!


[1] Baudrillard, Jean, El complot del arte: Ilusión y desilusiones estéticas, AMORRORTU, Buenos Días, 2006