Juventud y sostenibilidad; imágenes de la Europa de las contradicciones

Autor: Andoni Caballero

Del 6 al 9 de junio los ciudadanos europeos en edad de votar fueron llamados a acudir a las urnas una vez más. Esta vez para decidir la composición del Parlamento Europeo en uno de los comicios más importantes de su historia; para sorpresa de muchos e indiferencia de otros, los resultados proyectan una Europa escorada a la derecha. Desde luego, este hecho dará a los politólogos meses de sueldo y horas de tertulia en las que veremos una concatenación de efectos difícil de pronosticar.

Lo que sí fue posible adelantar es una característica ya endémica en este tipo de procesos electorales: su baja participación. Este año 2024 depositaron su confianza un poco más de la mitad del electorado europeo, un 51,01 %; Croacia (por lo bajo) con un 21,34 %; y Bélgica (por lo alto) con un 89,82 %. España estaría ligeramente por debajo de la media europea con un 49,21 % de participación[1]. Sin que estos números nos abrumen debemos incidir en que estos datos, si bien representan el conjunto de la población, hay grupos de edad que operan de forma muy diferente a sus contrapartes generacionales.

El caso de los jóvenes europeos (entre los 15 y los 30 años), dice un estudio del Eurobarómetro lanzado en el preludio de las elecciones, se pronosticó una intención de voto del 64 %[2] entre los jóvenes con derecho a voto. Pese a tener trabajo estadístico todavía por hacer, tenemos motivos para creer que estos datos se corresponden a una politización mayor de sectores poblacionales jóvenes en su esfuerzo por traer una agenda propia a la mesa de negociación europea.

En este sentido, no son pocos los que notifican una implicación mayor de la población joven, aunque muchos todavía los echan al saco de sastre de la historia. “La juventud es el futuro claro, pero nunca el presente” se comentó en un conversatorio que el Círculo de Bellas Artes acogió el día 4 de junio, semana de las elecciones. Entre sus intercambios sumamente precisos, los conferenciasntes de Europe Talks Spain consiguieron representar las incertidumbres, prejuicios y realidades de un sujeto muchas veces no reconocido en su papel histórico, defendiendo que merece la pena hablar, pensar y actuar en las claves de una generación que pronto tomará las riendas del mundo.

En su esfuerzo, Zemos 98 y Conciencia Afro optaron por un formato de mesa redonda en el que se incorporó un novedoso sistema de traducción en directo y, más aún novedoso, unas galletas de la fortuna cuyo mensaje interior guiaba las conversaciones entre los ponentes. “¿Cuál es la mayor mentira sobre la juventud?” “¿Hay escapatoria del racismo para las generaciones jóvenes?” “¿Qué tendría que cambiar en la política representativa para mayor participación juvenil?” Preguntas y reflexiones orientadas a las inminentes elecciones que a posteriori discutimos y comentamos.

Una vez más, hablamos de juventud, participación y acceso, aunque los obstáculos pasan muchas veces desapercibidos. Desde varios representantes del mundo juvenil se depositaron comentarios que se interrogan sobre la falta de coherencia de la UE. Margarita Guerrero (directora de INJUVE) comenta que si bien se produce legislación antirracista y la tónica general en Europa es comprometerse con esta causa, la política fronteriza no parece ir acorde a sus premisas; la externalización del control fronterizo o las barreras a la participación política en sujetos de origen extranjero contradicen la imagen de una Europa integradora. En esta línea, Fátima Ezzamouri (técnica de proyectos Diaconía España) nos recuerda que este ejercicio de inclusión condiciona la representatividad de un proyecto político que necesita de cada vez una mayor participación y respaldo. Desde luego, existe la intención de incorporar, pero: “¿Quién puede realmente participar?”.

Con un fuerte perfil crítico, las propuestas esgrimidas tienen la fuerza para dar contenido concreto a un programa de mínimos que la UE lleva décadas persiguiendo con sus proyectos enfocados en juventud.  Sin ir más lejos, el programa Erasmus + ha constituido una herramienta fundamental en la percepción identitaria de los jóvenes en un esfuerzo por incorporarles en los asuntos europeos. Una Tesis Doctoral recientemente defendida por Laura Díaz Chorne[3] trae a colación el fenómeno de la movilidad transnacional como variable para explicar la apreciación de una solidaridad europea y, por tanto, un interés en los asuntos europeos. En sus resultados podemos ver que, si bien la movilidad fomenta en términos generales la identidad europea, las muchas variables condicionan finalmente ese desempeño. Una de ellas refiere a la hipótesis de que las limitaciones para la participación política en los lugares de destino puede ser un elemento de detracción de la participación política en ese destino y Europa.

Ya sea por motivos legales u otro tipo de inconvenientes relacionados con la condición de persona móvil, los mecanismos formales e informales de participación no son ejercidos o está limitados. Lo mismo ocurre, como hemos comentado, con aquellos colectivos o sujetos con condición de origen extranjero.  Por tanto, en una de sus mayores críticas, Europe Talks Spain concluye que en un contexto de crisis de representatividad en toda la Unión Europea, la juventud y otros colectivos no pueden ser excluidos del proceso político; las grandes promesas de integración deben cristalizarse en un mayor peso y acceso a los mecanismos de toma de decisiones. Todo ello, sin duda, definirá el cómo Europa se ve a sí misma.

Por suerte y pese a los límites impuestos, en los últimos años se dibuja un legado a través de las claves, métodos y concienciación demostrados por la juventud y la incorporación de una agenda política que lleva su seña. Aunque si bien no debemos tratar a la juventud como un cuerpo ideológico, el empeoramiento de las condiciones de vida y la desigualdad son sus preocupaciones más inmediatas. El cambio climático, por su parte, se eleva como de las mayores incertidumbres según el Eurobarómetro 545. Paradójicamente, según también este modelo, la juventud europea no confía excesivamente en el papel de la UE a este respecto, solo un 26%[4] de los encuestados consideraba a la Unión Europea capaz de “promover políticas ecológicas y luchar contra el cambio climático”. No sin razón, podemos realizar múltiples críticas a este desempeño.

El día 5 de junio La Coordinadora de Organizaciones para el Desarrollo, El Grand Continent y el Círculo de Bellas Artes desarrollaron una conferencia de inmediato interés en esta materia. La correlación maldita revisa las políticas ecológicas europeas a través del índice de coherencia para la consecución de los desafíos de sostenibilidad.

José Medina Mateos (investigador de La Mundial-Colectivo) comenta como se hace necesario superar medidores tradicionales de crecimiento. Todo para entender un desarrollo sostenible que valore no solo los “transiciones” ecológicas, democráticas, socioeconómicas y feministas, pero también considere las externalidades negativas que ese mismo progreso genera en terceros países y los colectivos excluidos del proceso.

El Índice de Coherencia para el Desarrollo Sostenible pretende considerar todos estos factores y definir una línea de acción inclusiva donde la eliminación de las emisiones de CO2 no se sustente en la producción desregulada deslocalizada; que la fabricación de baterías eléctricas no se sustente en la extracción desenfrenada de litio en países menos desarrollados. Un indicador que nos inste a caminar al paso del más lento.

En una mesa redonda que prosigue a la disertación inicial se incorporarían discusiones que no pasan desapercibidas. Maite Serrano Oñate (Directora de La Coordinadora de Organizaciones para el Desarrollo), Lennys Rivera (Experta en transiciones justas y finanzas sostenibles WWF España) y Álvaro Torres Suárez (Subdirector General de Planificación y Coherencia de Políticas de la Dirección General de Políticas de Desarrollo Sostenible del MAEC) comentaron las prioridades, vías y objetivos a redefinir en una tarea que “todos compartimos”.

Más allá de ser un asunto de discusión y debate puramente institucional, hemos visto a una generación entera movilizarse por esta causa. El agujero que podemos atribuir a una actividad política a veces incoherente puede contraponerse a las demostraciones de voluntad por parte de jóvenes en su esfuerzo por la conservación del medio ambiente. En el año 2022 se inició un proyecto por dotar de personalidad jurídica al Mar Menor y sería la primera Iniciativa Legislativa Popular en Europa en servir de ejemplo de este tipo.

Teresa Vicente (Abogada y promotora de la ILP) comenta en su libro Justicia Ecológica y Derechos de la Naturaleza[5] como la iniciativa fue inmediatamente apoyada por jóvenes y asociaciones civiles que no solo ayudaron a completar las 500.000 firmas requeridas, sino que además participaron activamente en su publicitación y difusión. Varias facultades, estudiantes de la Universidad de Murcia y grupos de jóvenes se unirían para una reivindicación compartida por un amplio movimiento social que llevó el planteamiento desde el municipio hasta el Congreso de los Diputados.

Si este proceso dice una cosa es la profunda preocupación que suscita a un sector que se movilizó este junio de 2024 para decidir sobre el futuro de Europa. Sabemos de su capacidades e iniciativas, pero tal vez, como sugieren La correlación maldita y Europe Talks Spain, sea a través de la coherencia de unas políticas que incentiven toda una participación juvenil capaz de volcarse en el escenario europeo.

Precisamente, la UE ha tratado de definir su propia identidad a través de unos valores universalmente válidos, una visión de quienes son, un proyecto común sobre cómo construir sociedad y de cómo entender una vida que merezca la pena de ser vivida. Sin llegar a discutir la difusión de estas ideas y el éxito de su mensaje, lo cierto es que queda trabajo por hacer y las contradicciones son todavía latentes. Unos mensajes divididos que los días 4 y 5 se recordaron a través de expertos y ponentes, pero cuya solución nos interpela a todos.

En este sentido, tanto el paradigma de desarrollo, así como el acceso a la vivienda no pasan desapercibidos para una generación que recoge los problemas de sus predecesores e incorpora los suyos propios. En su entelequia todas las luchas parecen estar interconectadas, un momento en el que merece la pena dejar hablar y escuchar a aquellos que vienen por detrás.


[1] Parlamento Europeo.

[2] Flash Eurobarometer survey 545 ‘Youth and Democracy, Abril 2024.

[3] Díaz, L (2024) La movilidad internacional y las prácticas transnacionales en la construcción europea ¿Favorece realmente la movilidad internacional una identidad común?, Universidad Complutense de Madrid.

[4] Flash Eurobarometer survey 545 ‘Youth and Democracy, Abril 2024.

[5] Vicente, T (2023) Justicia Ecológica y Derechos de la Naturaleza, Tirant.

Cuidando del Cuidado

Autor: Ricardo Martín González

El pasado 29 de mayo, el Círculo de Bellas Artes de Madrid acogió la presentación de La República de los Cuidados, libro publicado recientemente por la filósofa argentina Luciana Cadahia. La autora gozó además de la compañía de Nuria Sánchez Madrid y Valerio Rocco Lozano, quienes no dudaron en señalar la obra como el que probablemente sea el mejor trabajo de Cadahia hasta la fecha.

El texto se ofrece con una manifiesta voluntad de entablar un fructífero diálogo con algunas de las tendencias académicas imperantes en nuestros tiempos, a la par que expresar una clara toma de posición dentro de los debates filosóficos actuales en materia de feminismo y de cuidados. En este sentido, posiblemente el elemento más novedoso de este ejemplar radique en el intento de llevar a cabo una actualización del feminismo a partir de una reivindicación en clave feminista de autores fundamentales del idealismo alemán, como pudieron ser Hegel, Hölderlin o Schelling. Además, la recepción de estos autores que se lleva a cabo en el texto cuenta con una perspectiva situada, ya que Cadahia no vacila en conjugar el entusiasmo y la necesidad de articular una mitología popular de la razón, que se expresaba en el Primer Programa de un sistema del idealismo alemán, con los trabajos de Ernesto Laclau en torno al populismo y la retórica del lenguaje, apuntando en este ejercicio de ecuanimidad filosófica a la necesidad de rescatar, pero a su vez renovar, el archivo filosófico de la tradición europea con la potente producción académica que nos llega desde Latinoamérica. De esta integración de elementos surge también la demanda de la autora de releer el humanismo a la luz de un feminismo que se acompaña de la mirada de autoras como Rita Segato, proponiendo un feminismo de los cuidados que se sitúa como último eslabón de la cadena histórica del humanismo, y que inaugura una nueva forma de pensar el Estado desde el cuidado de lo común.

Esta perspectiva feminista contrasta con el enfoque de Almudena Hernando, arqueóloga y prehistoriadora de la Universidad Complutense de Madrid, quien, en el pasado Foro I+D+C- Por una Atención de Calidad: los Cuidados y sus diferentes Abordajes, desontologizó el cuidado como una cualidad intrínsecamente femenina, relacionando la esencialización del cuidado a la figura de la mujer con la construcción de regímenes de verdad en el paleolítico. Por otra parte, a lo largo del seminario, la arqueóloga, adoptando un gesto con un cierto trasfondo heideggeriano, subrayó la noción de cuidado como pilar relacional que mantiene cohesionados los vínculos grupales, defendiendo la relevancia del grupo como escudo que priva al individuo de la angustia de tener que hacerse cargo de su existencia frente a la omnipotencia del universo.

La posición sostenida por Hernando se contrapone de esta manera al que quizá sea uno de los fragmentos más interesantes y polémicos de La República de los Cuidados, que es el diálogo que establece en torno a las nociones de cuidado de Michel Foucault y Martin Heidegger, ya que Cadahia se inclina claramente a través de una reconstrucción del Foucault más tardío, al que podemos encontrar ocupado con la cuestión del cuidado de sí en obras como Hermenéutica del Sujeto o el tercer volumen de Historia de la Sexualidad. En particular, la autora rescata del pensador francés su énfasis en la noción de cuidado de uno mismo como una preocupación asentada y orientada hacia la praxis, y, más concretamente, hacia la práctica y producción de sí como un elemento indisociable de la “vida ético-política en la polis”, elemento que Cadahia echa en falta en el planteamiento heideggeriano.  

La premisa que lleva a la autora a descartar la noción heideggeriana de la Sorge se asienta sobre la lectura que Franco Volpi hace del término alemán Befindlichkeit, quien lo asimila a la affectio,que San Agustín desarrolló para describir la vida del alma. A partir de ahí, la autora esgrime que, al otorgarle a los afectos la dimensión más originaria, Heidegger destruye el vínculo del sujeto con la verdad, sólo para reconstruirlo a través de la absolutización ontológica de lo afectivo. En consecuencia, si la verdad sólo se le puede presentar al hombre, o Dasein, en términos heideggerianos, sólo primariamente a través de sus propios afectos, esto conlleva a que, en última instancia, el Dasein quede encerrado en sí mismo y “se olvide de las relaciones práctico-materiales de existencia”. 

Asimismo, la lectura que la filósofa argentina lleva a cabo del pensamiento alrededor del cuidado planteado por Foucault se complementa, si bien de forma polémica en algunos puntos, con la comprensión que Carlos Javier González Serrano a la materia, pues, en su respectiva aportación al Glosario de la Pandemia, que el Círculo de Bellas Artes de Madrid promovió durante la crisis de la COVID-19, González Serrano subrayó importancia de la recuperación a cargo del pensador francés de la parresía helenística como compromiso de veracidad en el discurso ciudadano, es decir, como capacidad de pronunciarse de forma franca y veraz a la hora de departir sobre la cosa pública. En este respecto, González Serrano apuntó con preocupación a los populismos como un posible riesgo para con ese compromiso de veracidad, suponiendo una merma en la calidad democrática de nuestros sistemas actuales de gobierno.

En una línea similar en lo tocante al populismo y la comunicación se manifestó Victoria Camps, durante una productiva conversación con Carmen Rodríguez, amparada bajo el marco de los Diálogos sobre Ética, Política y Virtud Pública, organizados por el Círculo de Bellas Artes de Madrid en el año 2023. En este contexto, la filósofa catalana reprochaba el papel de los medios de comunicación como agente colaborador con el auge de los populismos, así como con la exacerbación del discurso político actual. A modo de contrapartida, Camps reivindicó la necesidad de adoptar una posición discursiva distinta, por mor de la serenidad, la honestidad, y la veracidad a través de la ética dialógica de Jürgen Habermas y Karl-Otto Apel, en un gesto filosófico que evoca en cierta medida al de González Serrano que comentábamos anteriormente.

Y, sin embargo, es en este punto donde Luciana Cadahia parece diferir de ambos autores, pues mientras éstos presentan ciertas reticencias respecto al fenómeno del populismo, Cadahia cree encontrar en las experiencias populistas latinoamericanas del pasado un factor clave para comenzar a imaginar nuevas experiencias políticas de futuro. Para ello, se sirve del viraje que Ernesto Laclau de los conceptos husserlianos de sedimentación y reactivación, aplicándolos al terreno de lo político, lo que se descubre como una pista metodológica importante, que permite a la autora rescatar en clave contemporánea el elemento plebeyo de la cultura popular, inscrita en las tradiciones de los pueblos latinoamericanos, y combinarlo con algunos de los pilares de la Modernidad europea como Hegel o Hölderlin.

En su conjunto, la obra se revela como un libro atrevido y algo provocador, que en ningún caso dejará indiferente a quien lo lea, ya que el gesto filosófico que el texto realiza es de una valentía y convicción dignas de mención, en estos desorientados tiempos que corren. Pues, al fin y al cabo, la misión que Luciana Cadahia se ha propuesto con La República de los Cuidados no es ni más ni menos que el siguiente: imaginar un futuro haciéndose cargo del pasado. Y no puede decirse que la autora no lo haya conseguido.