Autora: María Azurmendi Tedín
Nuria Sánchez Madrid, profesora titular del Departamento de Filosofía y Sociedad en la Universidad Complutense de Madrid, recoge en La música callada. El pensamiento social en la Edad de Plata española (1868-1936) los deseos y anhelos de una España subalterna y callada que encuentra su voz en nuestros días. Saca a la luz, no solo historias alejadas del pensamiento hegemónico, sino que, siguiendo con la línea pedagógica que se presenta en sus páginas, comprende y expone otras metodologías de relato.
Nos situamos ante una obra que recoge las perspectivas disidentes de un periodo clave y latente de nuestro país. Las concepciones actuales sobre territorialidad, bienestar social, feminismo o articulación nacional no pueden comprenderse sin remitirnos a personalidades como Miguel de Unamuno, José Ortega y Gasset o Ramiro de Maeztu. No obstante – y he aquí la vigencia y envergadura de la obra de Sánchez Madrid – son muchas las voces que no resuenan en la formación del pensamiento social de nuestro país, pero sin las que la comprensión de aspectos como la resistencia popular, el sufrimiento social o la distribución del conocimiento serían incomprensibles. Los pensamientos de mujeres como Concepción Arenal, Rosalía de Castro, María Josefa Zapata, María Zambrano, Rosa Chancel, María Lejárrega, Clara Campoamor, Luisa Carnés y Margarita Nelken cobran aquí plena vigencia y relevancia, no como relatos adjuntos, sino como entidades y pilares de la comprensión social del pueblo.
El presentismo de la narración no remite exclusivamente a la vigencia de conceptos y problemáticas, sino a la conversación que Sánchez Madrid entabla entre todos los nombres que conforman la obra y sus pensamientos. Lejos de evadirnos hacia un pasado marchito, se denota una presencialidad innata en los textos elegidos por la autora y su manera de presentarlos. Gracias a las herramientas epistémicas y los marcos ofrecidos, esa música callada se sitúa en un espacio imprescindible del pensamiento español. Centrando la atención en aquello que realmente se muestra definitorio de un pueblo es donde se hacen relevantes y necesarias esas voces subalternas. La metodología y el planteamiento de Sánchez Madrid le permite alejarse de discursos endémicos y crónicos y, a través de los textos, acercarse a esas voces disidentes de pensadoras y pensadores a las que acompañan también melodías de diferentes clases sociales.
Dar cobijo a única voz en el relato supone un peligro en tanto que fomenta la creación de estereotipos, produciendo, a fin de cuentas, una brecha entre las distintas realidades. La afirmación de que el pensamiento de un pueblo emana de determinadas personalidades y no de la vivencia social y plural, nos lleva a hablar de estructuras de poder que fomentan unas narrativas por encima de otras. Esto provoca que, ciertas narraciones formadas por determinados individuos o colectivos puedan ser entendidas como la historia definitiva y otras sean silenciadas. El hecho de entender lo real como un conjunto de historias no es que deba comprenderse como necesario, sino que no hay otra manera de configurar el mundo.
Sánchez Madrid recoge en la obra una España diversa y difusa apoyándose en textos y referencias no exclusivamente académicas. A lo largo del relato encontramos escritos filosóficos, obras literarias y también referencias pictóricas del todo necesarias y oportunas para abrir el relato. Estas referencias, lejos de presentar al pueblo como un conjunto pétreo, muestran muchos otros que conforman la nación. De éstos, que se han comprendido como otros a lo largo de la historia, se reivindica la pluralidad, la relevancia y la voz acerándonos a conceptos como el imaginario social, el malestar laboral, o el dolor. El prólogo, obra de José Luis Villacañas, invita a adentrarnos y a comprender la necesidad de atender a un discurso otro, no en tanto que subalterno, sino en tanto que conformador del propio pensamiento. La investigación de la autora no debe señalarse como una historia aparte, es, en todo caso, el pensamiento de un pueblo en clave polifónica.
Desde las primeras páginas resuena la influencia de Sarah Ahmed y, en cierto modo, la comprensión de la emoción como aquello que debe considerarse resultado del encuentro entre el yo y el mundo, y no como propiedades mismas del yo, lo que incita a situar los relatos silenciados en nuevas líneas de difusión e interferencia. La comprensión de la emoción como práctica social, como resultado de acción y no acciones en sí mismas, posibilita reivindicar a una España diferente que, lejos de apelar a términos académicos o preocupaciones trascendentes, señalan lo que era suyo. Es en estos márgenes donde resuena el acento gramsciano, el cuestionamiento del paradigma dominante a partir de prácticas desbordantes, resaltando el valor y la importancia de la batalla cultural, comprendiendo la relación entre la base y la superestructura como dialéctica y no en términos de subordinación.
En la manera en la que Sánchez Madrid apela al discurso no tienen cabida narraciones advenedizas, hablamos entonces de reescribir la propia historia. Se presenta un reclamo de la patología social y el dolor del pueblo desde una mirada femenina encarnadas por Emilia Pardo Bazán y Rosalía de Castro, lo cual remite directamente, sin necesidad de herramientas vehiculares, al territorio. El pensamiento de ambas, encarna preocupaciones futuras no muy lejanas a las actuales, como la construcción de una memoria histórica que no emane de voces triunfantes exclusivamente o, la comprensión del pensamiento patrio naciente de emociones como la compasión o la solidaridad. En el capítulo dedicado a la convivencia territorial, la autora reúne los testimonios de las mujeres republicanas españolas entendidos éstos en clave plural y no integrándolas en un todo. Quizá, este acto sea uno de los más audaces, señalar de lo otro su diferencia y no comprenderlo como una voz repetitiva o mimética. Otra clave fundamental es la comprensión de que son los mismos compañeros de pensamiento o época aquellos que no se detuvieron a escuchar músicas ajenas a la propia. La incomprensión por parte de personalidades como Unamuno, Ortega o Ramiro de Maeztu de esas voces dispares es aquello que Sánchez Madrid revela de manera incipiente en toda la obra. El relato es dominado por la intención de presentar el pensamiento de una España plurinacional, viva, escurridiza, feminista y diversa en la que son muchas las preguntas que surgen ¿Qué hubiera sido de España si se hubiera leído a nuestras mujeres? ¿Cuántas Españas han sido calladas? ¿Cuál es la España que nos viene?
Puede inferirse que, la España liberal y progresista de entonces se encontraba huérfana de voces austeras, femeninas o rurales, lo cual presenta un pueblo incompleto e incierto. En este sentido, la obra de Sánchez Madrid es un reclamo, no al tiempo perdido y la parcialidad del discurso, sino al estudio de archivo, al imperativo de conocer sin condiciones, y a entablar conversaciones presentes con las voces calladas del pasado. Resulta imprescindible comprender que el silenciamiento de determinadas voces lleva a la cosificación de los individuos fomentando ciertas ideas sobre una sociedad que acaban por imponerse a la realidad misma. El problema de aceptar el discurso unidireccional reside en la renuncia de la búsqueda de diferentes ideas y pensamientos. Apartar la idea de la historia definitiva es fundamental para alejarnos de presunciones e ideas inconexas. Tomar conciencia del aprendizaje unilateral es imprescindible para evitar una concepción sesgada de la realidad -y, parte de ese aprendizaje se haya en la cultura. Se trata de dar poder a todo relato silenciado y, en definitiva, de humanizar el discurso global abandonando toda precompresión de España en términos hegemónicos y armonizados.
Material complementario
[Exposición] María Zambrano y el método de los claros: Cuaderno de notas para un ensayo en imágenes.
[Vídeo] Conferencia sobre María Zambrano en los #LunesAlCírculo a cargo de Nuria Sánchez Madrid.
[Blog] Nuria Sánchez Madrid, una aeda de nuestro tiempo.
[Minerva Nº 40] Paseos en La Tribuna. El archivo obrero de Pardo Bazán por Cristina Oroño (págs. 74-79).
Imagen: Cigarreras a la salida de la fábrica de tabacos de A Coruña.