Crueldad

Chema Madoz

Un cuchillo vendado es un objeto que no atiende al utilitarismo; sintetiza además dos acciones –un hecho dañino y su reparación– y dos espacios temporales asociados a esas acciones. Este cuchillo ilustra la portada del catálogo de Crueldad, la última exposición de Chema Madoz, que organiza el Círculo de Bellas Artes. Se trata de una imagen que viene a representar el espíritu de la muestra, en la que una selección de más de setenta fotografías (algunas de ellas inéditas), alcanzan, desde la pulcritud formal y aparente sencillez, profundidades simbólicas y semánticas abisales.

Derivada del adjetivo latino crudelis, la palabra crueldad posee un sentido originario que hace referencia a “recrearse en la sangre”. Y es que las fotografías que cubren las paredes de la sala Picasso del Círculo atraviesan el plano poético y, a veces, humorístico, característicos de la obra del fotógrafo madrileño, Premio Nacional de Fotografía, para desbordar la dimensión inquietante que puede albergar lo cotidiano, lo doméstico.

Coincidiendo con el montaje de Crueldad, que se inauguró el pasado 16 de septiembre y que podrá visitarse hasta el 21 de noviembre, aprovechamos para charlar un rato con Chema Madoz. En el siguiente vídeo podéis ver un extracto de la conversación, en la que abordamos cuestiones como la concepción de la poesía visual como ejercicio de comunicación (tal y como sostenía Joan Brossa), la dimensión innegablemente cruel de la humanidad, los diferentes procesos de trabajo sostenidos tras cada una de sus fotografías (desde la intervención en un paisaje hasta la manipulación de un esqueleto animal) o la relación de Crueldad con la literatura y, en concreto, con el corpus textual* que la acompaña. 

* En Crueldad, cada imagen se acompaña de un texto elaborado o rescatado, que se puede leer en los códigos QR que acompañan a cada fotografía y en el catálogo editado para la ocasión, con textos de Juan Barja, Patxi Lanceros y Oliva María Rubio.

Tequila, mantequilla, un amante, Dios o una guerra | ‘My Mexican Bretzel’

My Mexican Bretzel

Entrevista a Nuria Giménez Lorang, directora de ‘My Mexican Bretzel’

Vivian posee una voz pero ésta no se escucha. My Mexican Bretzel es la historia visual de vida, mayormente sin sonido, de Vivian y Léon Barrett, una pareja suiza del pasado siglo cuya imagen coincide con la de los abuelos de la directora del film, Nuria Giménez Lorang (Ilse G. Ringier y Frank A. Lorang), pero cuyo relato, no; un falso documental que emplea imágenes domésticas de sus vacaciones por la vieja Europa para narrar un diario fílmico inventado que cuestiona la existencia de una verdad única mediante un planteamiento basado en el poder de la descontextualización; una historia, muy literaria y melodramática, que el espectador lee (y cree) en silencio y en la que, en palabras de su directora, “las imágenes en movimiento desprovistas de todo sonido cobran una dimensión distinta, muy poderosa y casi mágica“. Y es que Vivian escribe su diario en soledad; el espectador lo lee también en soledad; y existe una profunda soledad sonora en este film.

La película se gesta en 2011, cuando Nuria Giménez encuentra unas películas rodadas por sus antepasados en 16mm, coincidiendo con la muerte de uno de ellos (de su abuelo). El propio encuentro del material cataliza la puesta en marcha del proyecto y la cineasta barcelonesa emprende la escritura de un diario ficticio protagonizado por una mujer de una elegancia visual y una destreza narrativa excepcionales. Tras numerosos visionados del metraje encontrado, la autora rescata de las dobleces de lo real detalles y matices que se convierten en fuentes de inspiración para el nuevo relato y, en él, establece nuevos vínculos gracias a las posibilidades sumergidas, inconscientes, que otorga la ficción, la creación.

«Las imágenes en movimiento desprovistas de sonido cobran una dimensión casi mágica»


Coincidiendo con la proyección de My Mexican Bretzel en nuestro Cine Estudio el pasado mes de diciembre, aprovechamos para entrevistar a su directora, quien ya ha recogido varios galardones (Mejor Película, Mejor Guión y Mejor Dirección en Gijón; y Premio Found Footage en el Festival de Rotterdam, entre otros) gracias a esta interesantísima historia.


Hay en My Mexican Bretzel un espacio de gran amplitud en el que anidan los silencios, un paisaje visual ataviado con emociones escritas; es una película que exige contemplación, sinestesia, escucha. Luis Buñuel reivindicaba una idea de cine “como instrumento de poesía”. ¿Compartes ese postulado?


Me encanta Buñuel y, sí, comparto esa idea totalmente. Entiendo la poesía como una búsqueda de la belleza, del misterio, de expresar lo inexpresable y de ir más allá de lo visible. Se me quedó grabada una charla con el gran Luciano Barisone en el festival DocumentaMadrid 2018, en la que hablaba sobre la parte no visible del cine. Una maravilla y para mí tan inspirador como revelador.

«El cine,

instrumento de poesía»



Según he leído, el proceso de creación de esta película fue largo. Pues, a pesar del vínculo familiar que mantienes con las grabaciones que la vertebran, trataste el material como si fuera metraje encontrado para tomar distancia. Me interesa conocer, en primer lugar, si las biografías de tus personajes y las de tus familiares coinciden en alguna coordenada vital, ¿existe alguna similitud entre las historias de vida de Vivian y León Barrett y las de tus abuelos?


Uno de los motivos por los que no hice un documental sobre sus vidas reales es porque, aunque suene contradictorio, me sentía cómoda utilizando sus imágenes, pero no sus vidas personales. Las vidas de Vivian y Léon Barrett surgen de mi imaginación y de la libre interpretación que he hecho de las imágenes que he seleccionado.



También quería preguntarte por el trabajo de escritura del diario de Vivian: entiendo que fue después de muchos visionados del metraje cuando lograste trascender la historia real para construir una nueva. ¿Encontraste gestos, posturas o miradas, cuestiones más sutiles, que te inspiraron para inventar?


Retomando la respuesta anterior, en mi cabeza no tenía una historia real que trascender, entre otras cosas, porque ésta me era bastante desconocida. El diario de Vivian proviene básicamente de dos fuentes: por un lado, cosas que yo había escrito durante los primeros tres o cuatro años de proceso y, por el otro, esos gestos, posturas o miradas de las imágenes que había escogido. Fueron cientos de visionados y lo más fascinante es que cada vez veía algo que no había visto antes, esa parte no visible de la que habla Barisone.



“Para mí la felicidad, sea artificial, temporal o engañosa, siempre es bienvenida (…). Si no es Lovedyn (un fármaco ficticio), es tequila, mantequilla, un amante, Dios o una guerra”. Esto asevera Vivian Barrett en su diario, en el que también hace aparición el falso gurú Kharjappali, para quien “La mentira es solo otra forma de contar la verdad”. ¿Qué verdad querías contar en My Mexican Bretzel, que es, en última instancia, una gran mentira?


Más que contar una verdad, creo que lo que buscaba era más bien cuestionar la existencia de una única verdad absoluta y plantear que los límites entre lo que se considera verdad y mentira muchas veces están más desdibujados de lo que nos gustaría y de lo que pensamos.

«Hago películas familiares, luego existo. Existo, luego hago películas familiares»



La memoria cobra también una importancia especial en esta película, construida a partir de las imágenes que en su momento grabó tu abuelo, suponemos que para retener instantes vividos. Jonas Mekas, que fue autor de un tipo de cine-diario en el que la experiencia vivida era esencial, retomaba en su película Walden a Descartes afirmando lo siguiente: “Hago películas familiares, luego existo. Existo, luego hago películas familiares”. ¿Cómo definirías tu relación con el denominado diario fílmico, cuál crees que es el valor de lo autobiográfico como expresión de la subjetividad? ¿Y el papel de la memoria (en este caso, descontextualizada) en My Mexican Bretzel?


La memoria, tanto a través de lo que filma Léon como de lo que escribe Vivian, (re)construye su realidad y moldea su identidad siendo reemplazada por las imágenes y las palabras. Al mismo tiempo, las imágenes evocan una serie de recuerdos que, aunque sean inventados y se diluyan con la imaginación, aspiran a traducirse en emociones reales. Es una suerte de diario fílmico a tres voces que se entremezclan (la de una mirada, la de una voz y la de unas imágenes) y acaban siendo una sola.



Según tengo entendido, no llegaste a conocer a tu abuela. Me pregunto si esta película desempeña algún tipo de función de búsqueda en relación a tu historia familiar o si por el contrario surge más como un ejercicio creativo o expresivo (o ninguna de las dos cosas).

Seguro que esa búsqueda ha estado ahí, pero ha sido muy inconsciente. Para mí la película ha sido más un juego y un viaje. Tenía un punto de partida que ha sido un regalo y me he dejado llevar por él, explorando distintos caminos desde una libertad absoluta y dejándome sorprender por los lugares a los que me ha ido llevando. Sí es cierto que ahora tengo la sensación de conocer mejor a mi abuelo a través de su mirada y a mi abuela (a la que lamentablemente nunca pude conocer en vida) a través de sus imágenes. Por extraño que suene, convertir a mis abuelos en dos personajes ficticios me ha brindado la oportunidad de establecer un nuevo vínculo con ellos.

Un juego

un viaje



En la propia sinopsis del film se alude al género cinematográfico melodrámatico. Douglas Sirk, maestro del melodrama, se refería al fracaso con un término francés, echec, que denota no tener salida, encontrarse bloqueado. Decía, además: “no me me interesa el fracaso en el sentido que le dan los neorrománticos, que defienden la belleza del fracaso. Es más bien el tipo de fracaso que se apodera de ti”. ¿Identificas ese echec en tu personaje de Vivian?


No. Solo pienso que el fracaso es inherente a la condición humana.


Vivian escribe su diario en soledad. El espectador lo lee también en soledad. Y existe una profunda soledad sonora en este film. ¿Cómo decidiste el diseño, tan específico y semántico, del espacio sonoro de My Mexican Bretzel? Conviven en él una presencia prolongada del silencio, el uso realista del sonido y hasta ciertos manejos poéticos de la sonoridad… Me parece además muy significativo que sea la mujer protagonista del film la que se expresa a través del silencio.


Desde el principio tuve muy claro que quería gran parte de la película en silencio. Me parece que las imágenes en movimiento desprovistas de todo sonido cobran una dimensión distinta, muy poderosa y casi mágica. El diseño sonoro fue creación del gran Jonathan Darch y fruto de varios meses de intenso trabajo. Ahí también hubo mucha búsqueda y exploración. Fue un enorme placer trabajar con él y una experiencia muy enriquecedora. En cuanto a que la mujer protagonista se exprese a través del silencio, en parte tiene que ver con el hecho de ser mujer (sobre todo, pero no únicamente, en los años 50 del siglo pasado) y tener una voz, pero que no se escuche.


Para terminar, quería abordar una curiosidad relacionada con el título. ¿Es “My Mexican Bretzel” el apodo secreto de Vivian hacia su amante? También aprovecho para preguntarte por próximos proyectos.


Sobre el título puedo decir que es lo primero que tuve. Lo tuve incluso antes de terminar de digitalizar todas las bobinas. También puedo decir que infinitamente mejores que mis explicaciones son las interpretaciones que otras personas han hecho al respecto. Mis tres favoritas son: que el título aúna los dos amores de Vivian (Leo – Mexican / Léon – Bretzel); que igual que todo acaba cayendo dentro y fuera de la película (Lovedyn, Kharjappali, la historia de amor, la película, el diario), el título también acaba cayendo; y, la de la periodista Elisa Sanz, que es que el Bretzel tiene forma de corazón y tres agujeros que hacen referencia al triángulo amoroso. La del apodo secreto de Vivian hacia su amante va a ser la cuarta a partir de ahora. Gracias.
En cuanto a próximos proyectos, ahora mismo estoy escribiendo el libro rojo sin título de Paravadin Kanvar Kharjappali. También tengo una idea para otra película, pero todavía en estado embrionario.

«La mentira es

solo otra forma

de contar la verdad»

El pasado 18 de enero se dieron a conocer las películas seleccionadas en la 35 edición de los Premios Goya. My Mexican Bretzel resultó doblemente nominada, en las categorías de Mejor Dirección Novel y Mejor Película Documental.

Bajo un árbol de enebro

Un alma cosida al corazón de un pájaro. La cineasta, escritora y profesora estadounidense Nietzchka Keene (1952–2004), especialista en lengua escandinava medieval, debutó en la dirección con esta adaptación del cuento de los hermanos Grimm The juniper tree. Se trata de una historia delimitada en el medievo, filmada en blanco y negro, y palpitante de mitos, tradiciones, mujeres y magia.

El Cine Estudio acogió recientemente la proyección de esta cinta, restaurada en 4K y protagonizada por una joven Björk. Además, en la sesión del 7 de diciembre, tuvo lugar un cinefórum bajo el título Los rituales y la magia en Cuando fuimos brujas. En él, participaron dos mujeres brillantes: Sére Skuld, cantante, música, bruja caota y artesana, y Claudia Rodríguez Ponga, escritora y comisaria de exposiciones.

En el siguiente formulario, hemos propuesto a ambas continuar la senda emprendida y ahondar en las capas de significados de esta profunda película, poniendo el foco en la brujería y los rituales mágicos, así como seguir sus huellas a lo largo de su representación histórica y artística. Y aquí está el resultado.

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Post Digital Star

Madatac (Muestra de Arte Digital Audiovisual y Tecnologías Acontemporáneas) es una plataforma internacional orientada a la visualización de la cultura audiovisual generada con nuevos medios que este año celebra su décima edición. Se trata de un proyecto ideado y dirigido por Iury Lech, un artista dedicado a la gestión, que fue además uno de los pioneros de la escena audiovisual experimental generada en España en la pasada década de los ochenta.

Con motivo de la celebración de la muestra en el Círculo de Bellas Artes, que este año repite como una de las sedes, tuvimos la oportunidad de entrevistar a su director, y de preguntarle por los contenidos de Post Digital Star, el lema de la presente edición. Entre otros temas, nos habló de la escena venidera tras lo digital, de los orígenes del festival y de los artistas que protagonizarán los sets del Círculo: Ryoji Ikeda (23.02.19) es uno de los artistas más relevantes del panorama internacional y presentará Supercodex por primera vez en Madrid; Franck Vigroux junto a Antoine Schmitt (16.02.19) interpretarán Chronostasis, su quinta colaboración; y el proyecto Bromo (16.02.19), integrado por Paloma Peñarrubia y Azael Ferrer, llevarán al escenario Traces of erosion.

Sebastián Álvaro. Hacerle compañía al viento

Sebastián Álvaro es periodista, escritor y, principalmente, aventurero. Durante más de veinte años dirigió Al filo de lo imposible, un novedoso formato de documental televisivo, que supuso todo un hito en el medio (con audiencias de hasta doce millones de espectadores) y derivó en una reflexión sobre los límites de las posibilidades del hombre y sobre su vínculo con la naturaleza. En palabras del propio Álvaro, se trataba de un proyecto sustentado sobre “una visión romántica del paisaje”, cuyo objetivo esencial no era únicamente conquistar montañas sino entender nuestro planeta.

Dentro del ciclo Los lunes, al Círculo —que reúne conferencias, debates y otras actividades que amplian los temas propuestos en nuestras exposiciones—, Sebastián Álvaro participó con una charla titulada En los confines de la Tierra. En ella, tomó en consideración lo que supuso la aparición del cinematógrafo en la narración de historias documentales desde los lugares más inaccesibles de la Tierra y cómo esas historias han pasado a formar parte de nuestro patrimonio sentimental y emocional.

La ponencia de Álvaro venía a enriquecer la propuesta temática de la exposición Albert Kahn. Los Archivos del Planeta, que alberga la sala Picasso del Círculo de Bellas Artes hasta el próximo 21 de enero. Se trata de una muestra que visibiliza el archivo fotográfico del banquero judío y destacado filántropo, cuya voluntad era que su archivo —integrado por más de 72.000 placas autocromas, 4.000 placas estereoscópicas y 200.000 metros de película cinematográfica en 35mm— se convirtiese en un auténtico atlas icónico de la humanidad.

Previamente a la participación de Sebastián Álvaro en Los lunes, tuvimos la oportunidad de charlar con él y realizarle algunas preguntas. Entre otros temas, nos habló del poder simbólico de la montaña, del papel de la mujer en el ámbito de la aventura, de la hazaña de haber liderado más de 200 expediciones, de la atracción del hombre hacia el hielo o de lo que entraña, en las alturas, hacerle compañía al viento.

Flores negras para quienes aún viven. Niño de Elche

Francisco Contreras Molina, Niño de Elche, se aproximó casi por vez primera a la obra de Francis Bacon coincidiendo con la gran retrospectiva que el Museo del Prado dedicó al pintor británico con motivo de su centenario en 2009. Tras visitar la exposición, uno de los interrogantes que le acecharon fue el de preguntarse por el mundo sonoro que acompañaba a Bacon en sus momentos creativos. Niño de Elche se embarcó entonces en un proyecto artístico alimentado por lo experimentado tras visitar la muestra y aderezado con lecturas de Shakespeare y T.S. Eliot, y con la escucha de discos de John Cage. Así nació VaconBacon, a partir de La canción de amor de San Sebastián, un poema erótico que escribió Eliot en una carta a Howard Aiken, y que sirvió de inspiración, entre otros, al propio Bacon.

La canción de amor de San Sebastián fue también uno de los primeros temas de Exquirla, la banda que integran Niño de Elche y Toundra, dos identidades musicales de larga trayectoria y enorme contundencia. Exquirla presentaron su primer trabajo, Para quienes aún viven (2017), el pasado febrero en Frontera Círculo Ambar, con dos conciertos que agotaron sus localidades poco después de anunciarse. Por esas mismas fechas, la Sala Goya del Círculo de Bellas Artes acogía Francis Bacon. La cuestión del dibujo, más de medio centenar de dibujos a lápiz, pastel y collage, que venían a reflexionar sobre la polémica cuestión de la autenticidad de los dibujos de Bacon.

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Acaba cuando llego. Entrevista a Polo Vallejo

Ensemble Nyati en el Círculo de Bellas Artes
Ensemble Nyati en el Círculo de Bellas Artes

En África la música no acaba nunca. Así lo ha comprobado Polo Vallejo, musicólogo, pedagogo,  compositor y gran conocedor de las músicas del África negra. Acaba cuando llego es el título de un libro que recoge su experiencia como investigador a lo largo de veinte años de trabajo en Nzali (Tanzania), donde habita la comunidad de los wagogo.

En ese libro, Vallejo narra una anécdota muy descriptiva. Se trata de una situación en la que acompaña a un hombre que camina mientras toca una ilimba. El paseo llega a su fin cuando el músico se para a saludar a unos paisanos. Y, en ese momento, el investigador le pregunta: “esta última canción, ¿cuándo termina?” A lo que el hombre responde: “¡acaba cuando llego!”

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Laura Freixas: literatura que se siente con el cuerpo

Laura Freixas

Laura Freixas es escritora, editora, crítica y traductora. Su literatura transita los géneros del relato, la novela, el ensayo y la autobiografía. Y su último título hasta la fecha es El silencio de las madres (2014). Paralelamente, desarrolla una importante labor como estudiosa y promotora de la literatura escrita por mujeres, una actividad absolutamente necesaria en una sociedad en la que la producción cultural está colonizada por los valores de lo masculino, entendido como lo universal, lo dominante.

Decía Simone de Beauvoir que la sociedad ha decidido dar prioridad al sexo que mata sobre el sexo que da vida. Y con esta afirmación da comienzo la entrevista que realizamos a Laura Freixas aprovechando su próxima participación en el Festival EÑE (4 y 5 de noviembre), donde pronunciará la conferencia Madres nuestras, que estáis en los libros. En el siguiente vídeo, podéis ver la conversación íntegra, en la que la escritora habla, entre otros temas, de vida y literatura, maternidad y creación, valores patriarcales y poder simbólico… De libros valiosos que hacen sentir con el cuerpo.

Pedro Costa. Oscurecer la oscuridad

Valerie Massadian
Valerie Massadian

El desaparecido barrio de Fontainhas, en Lisboa, se convirtió hace algunos años en el estudio de grabación de Pedro Costa, un cineasta mimetizado hoy con su trabajo, que es su solemnidad y su vida. El contacto con los hombres y mujeres que habitaban este suburbio (desplazados, pobres, locos, marginales, sombras) hizo virar su manera de interiorizar y materializar el cine: No quarto da Vanda (El cuarto de Vanda, 2000) inauguró una etapa en la que las grabaciones se reducen en equipo, presupuesto y medios materiales, y se intensifican en trabajo físico, emocional e intelectual.

El Cine Estudio del Círculo de Bellas Artes estrenó el pasado 22 de septiembre su último largometraje, Cavalo Dinheiro (Caballo Dinero, 2014), premiado en Locarno y Sevilla, y protagonizado de nuevo por Ventura, un hombre caboverdiano con una vida de trabajo y pobreza, con un cuerpo deteriorado y una mente enferma, que deambula por pasadizos y bosques febriles, entre la Revolución de los Claveles y la actualidad.

Hay en el cine de Pedro Costa una voluntad sincera y comprometida de visibilizar sufrimiento y catástrofes, de rechazar lujos y conquistas. Hay una necesidad de volver a aprender algo, hay miedo, hay memoria, hay dominio del espacio, hay cine clásico. Y hay una manera de rodar que se aleja de la escritura en virtud de la vivencia. Sus películas nos sitúan en esos pliegues de la realidad donde la oscuridad se oscurece y es bella y duele.

Coincidiendo con la proyección de Caballo Dinero en el Cine Estudio, tuvimos la oportunidad de dialogar con el director portugués en los estudios de Radio Círculo. A continuación incluimos el audio con el reportaje que nuestros compañeros de Apuntes del Círculo han elaborado sobre este cineasta, con algunos extractos de la entrevista. Además, la revista Minerva publicará el texto íntegro del diálogo en su próximo número.

Pedro Costa (1959) sustituyó la Universidade de Lisboa, donde cursaba estudios de Historia, por la Escola Superior de Teatro e Cinema. El cine de Costa se edifica hoy sobre el concepto de antropología visual, explorado también por directores como António Reis y Ricardo Costa. Sus herramientas básicas de trabajo son las cámaras ligeras de vídeo digital, con las que retrata espacios reales poblados por personas marginadas, también reales. Su cine, según sus propias palabras, es “una puerta cerrada que nos deja adivinando”. En él, se percibe su admiración por John Ford, Howard Hawks, Fritz Lang y Jacques Tourneur. Entre sus películas, cabe mencionar O sangue (La sangre, 1989), Casa de lava (1995), Ossos (Huesos, 1997), No quarto da Vanda (El cuarto de Vanda, 2000), Juventude em marcha (Juventud en marcha, 2006) y su reciente Cavalo Dinheiro (Caballo dinero, 2014).