Como sucede con tanta frecuencia, el paso de los años ha hecho que la memoria sobre el Neorrealismo se arquitecte en torno a una larga lista de parámetros que no son en realidad sino lugares comunes. Rodajes improvisados, tremendas dificultades económicas, actores no profesionales, secuencias completas filmadas en las calles, historias humanas que reflejan la miseria moral provocada por los años del fascismo y la contienda mundial…
Sin embargo, la realidad distó mucho de ser ésa. Estrictamente, no hubo más de un par de películas que cumplieran y sólo aproximadamente con estas normas: La terra trema de Luchino Visconti, Ladrón de bicicletas de Vittorio De Sica, Bajo el sol de Roma de Renato Castellani… y aquí termina el listado. Ni las obras consideradas hoy clásicas del Neorrealismo pueden verse bajo este prisma. Todo lo contrario: el monumental éxito en taquilla, tanto en Italia como en el extranjero, de Ladrón de bicicletas (la indiferencia del público ante estas películas es otra mitificación creada con el paso del tiempo y muy potenciada por sus creadores) permitió que el Neorrealismo se convirtiera en un “canon visual” aceptado y buscado por los espectadores que se convertiría en una marca de fábrica icónica bajo la que poder desarrollar una vez más los géneros más demandados y queridos por el público: el melodrama, la comedia, la aventura, la cinta política, el cine negro o el erotismo encuentran una nueva vestimenta con la que volver a presentarse a un público que busca un cine alejado, pero no demasiado, de los parámetros que habían conocido en años anteriores. Todo ello, eso sí, con una apariencia miserabilista que daba a la mayoría de ellas marca de fábrica, respeto crítico automático y amplia distribución en el extranjero. Y no por ello, ni mucho menos, cintas menores: este magma de películas comienzan a confirmar la auténtica edad de oro del cine italiano, una época dorada que se extenderá hasta mediados de los años 70 y que dejó un largo listado de películas completamente admirables entre las que se encuentra la decena elegida para conformar el ciclo Neorrealismo / derivaciones que arranca esta semana en el Cine Estudio.
El ciclo Neorrealismo / derivaciones realiza una amplia panorámica del desarrollo de este subgénero englobado hoy día bajo este concepto pero que es, en realidad, algo más amplio y difícil de etiquetar. Arranca, claro está, con una película estrictamente neorrealista que nos sirve como punto de partida: Bajo el sol de Roma (Sotto il sole di Roma, 1948), cinta filmada por Renato Castellani con actores no profesionales (uno de los primeros papeles para un jovencísimo Alberto Sordi) y en escenarios naturales romanos que reflejaba la difícil situación económica y humana de la población italiana tras el final de la guerra y que, pese a alcanzar un notable eco tras su estreno en el Festival de Venecia, los años irían sepultando en el olvido, quedando su reputación hoy en día (injustamente) muy por detrás de la mantenida por las otras películas fundacionales del Neorrealismo italiano.
A partir de aquí, el ciclo se bifurca mostrando las múltiples versiones y mixtificaciones que iría desarrollando el Neorrealismo. Comenzando por Roma, ciudad abierta (Roma, città aperta, 1945), cinta de Roberto Rossellini considerada una de las películas fundacionales del movimiento pero realizada en realidad con actores enormemente populares (Anna Magnani y Aldo Fabrizi eran grandes estrellas del mundo del avvanspettacolo) y con una unívoca finalidad política de reconciliación nacional al ser protagonizada por un comunista y un sacerdote unidos en la lucha contra los nazis. Los ecos de la notoriedad de Roma ciudad abierta se palpan en otras de las películas del ciclo. Desiderio (1943-1945) fue el filme que Rossellini había arrancado antes de la llegada de la guerra a Italia pero que el estallido de la contienda le hizo dejar inconclusos. En 1945, sería Marcello Pagliero quien completara y editara el material dando lugar a un clásico prácticamente desconocido hoy en día por sus grandes dificultades de distribución y conservación. Alemania, año cero (Germania anno zero, 1948) sería una nueva obra maestra indiscutible de Rossellini, una cinta escalofriante rodada en la Alemania destrozada por la Guerra Mundial en la que realiza un análisis psicológico de las consecuencias morales creadas a la generación de niños crecidos bajo el nazismo. Noble gesta (L’Onorevole Angelina, 1947) es un producto pensado para Anna Magnani en la que una historia de especulación y pobreza sirve de sottofondo para uno de los géneros más queridos por el público: las películas pensadas como lucimiento de una estrella, rango ya alcanzado en la gran pantalla por la Magnani apenas dos años después de Roma, ciudad abierta.
Tienen cabida también en el ciclo varias películas con las que abrieron fuego cineastas posteriormente convertidos en primera espadas del cine italiano. Sin piedad (Senza pietà, 1948) es una historia de amor entre una prostituta italiana y un soldado negro americano que llevarían a cabo dos grandes amigos que desarrollarían varios proyectos conjuntos: Alberto Lattuada (director) y Federico Fellini (guionista). Fuga in Francia (1948) es una nueva vuelta al cine de aventuras, con la historia de la fuga al extranjero de un criminal de guerra fascista escrita, dirigida e interpretada por algunos de los cineastas más brillantes de los años del Ventennio nero y mostrando de este modo las numerosas líneas comunes entre el cine italiano pre y postbélico.
El ciclo se cierra con tres películas magistrales que sirven de acta testamentaria del Neorrealismo. Bellísima (Bellissima, 1949) es una cinta de dos de los innegables padres del movimiento, Luchino Visconti y Cesare Zavattini, en la que a través de la historia de una madre que quiere convertir a su hija en una estrella de cine muestra la extensión que había alcanzado el Neorrealismo como concepto entre el mundo popular y, como tal, su imposible continuación en una sociedad que ya no era la misma que lo había generado. Umberto D. (1952) es la última obra maestra de Vittorio De Sica, una cinta que anuncia cómo los parámetros neorrealistas están dando paso a otro tipo de cine, el de la modernidad, que estallaría en la siguiente década. Y por supuesto Arroz amargo (Riso amaro, 1949), una de las cintas de mayor éxito de la historia, que se vendió como cinta neorrealista pero no era en realidad más que una historia de cine negro con ribetes eróticos que convertiría en grandes estrellas a Silvana Mangano y Vittorio Gassman y que supone, por la propia banalización del movimiento (y la brillantez de su planteamiento), la cinta que da definitivamente finiquito al Neorrealismo.
El ciclo Neorrealismo / derivaciones se plantea, por lo tanto, como un repaso a todas las mixtificaciones de un movimiento todavía muy desconocido y poco delimitado a través de diez películas de más que excelente calidad, muchas de ellas inéditas o de muy escasa difusión en España. ¡Os esperamos!
Consulta aquí la programación completa del ciclo.
BIBLIOGRAFÍA
– Aronica, Daniela: El Neorrealismo italiano. Síntesis, Madrid, 2004.
– Pirro, Ugo: Celuloide. Ediciones Libertarias, Madrid, 1990.
– Quintana, Ángel: El cine italiano 1942-1961. Del Neorrealismo a la modernidad. Paidós Ibérica, Barcelona, 1997.
Interesante ciclo, pero me parece más curioso lo que cuenta el texto sobre el neorrealismo como etiqueta ambigua. A priori no parece un ciclo para el público general, pero los interesados estaremos allí haciendo cola. El Círculo, como siempre, apoyando a los culturetas. ¡Gracias!
Gracias BlackVelvet, nos alegra que te interese. Te esperamos.
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