Carmen Peinado
El pasado jueves 26 de mayo de 2022 tuvo lugar la presentación del número 492 de la Revista de Occidente en el Círculo de Bellas Artes, revista que, como es sabido, fue fundada por José Ortega y Gasset y está próxima a celebrar su primer centenario. En el presente número, además de distintos textos relativos a diferentes ámbitos de la cultura y el arte y una entrevista al filósofo Markus Gabriel, encontramos un tema prioritario: la responsabilidad de las nuevas élites. La presentación del número contó con la participación de la directora de la Fundación José Ortega y Gasset-Gregorio Marañón y editora de la Revista de Occidente, Lucía Sala, que junto a la colaboración de la Fundación Banco Sabadell hace que estas publicaciones sean posibles. A la cuestión de la responsabilidad de las élites, de cuño eminentemente orteguiano, se acercan, bajo la coordinación del profesor de filosofía moral y articulista Diego S. Garrocho Salcedo, el diplomático Juan Claudio de Ramón, la diputada Andrea Fernández de Benéitez, el director del Círculo de Bellas Artes, Valerio Rocco Lozano, y la directora del think tank Ethosfera Elena Herrero-Beaumont. El Círculo acogió también el jueves día 2 de junio el acto “Mejores empresas, mejor democracia” organizado por Ethosfera, en el que se hizo un análisis del informe “Cinco debates desde la ética para el futuro de España”, el cual contó con la visita de la ministra de Ciencia e Innovación, Diana Morant, y de Paz Guzmán, consejera económica de la Comisión Europea en España.
Muchos temas inspirados y enunciados por Ortega y Gasset siguen siendo de actualidad. Tanto es así que, como señaló Diego Garrocho, Ortega sigue funcionando como un kilómetro cero a partir del cual jalonar los debates filosóficos en España. Hacer filosofía en castellano conlleva de un modo u otro ponerse a dialogar con Ortega. Este número no pretende únicamente rendir homenaje a La rebelión de las masas, sino entender nuestro presente poniendo luz sobre los diversos significados de conceptos como democracia, elección, virtud, élite y responsabilidad. Si bien es cierto que la igualdad es un ideal republicano de emancipación que nunca debemos perder de vista, ¿cuál debe ser entonces la desigualdad legítima, si es que debe haberla, para una convivencia en la que se puedan ejercer las virtudes públicas? Hay determinados cargos que solo pueden ser ocupados por personas que tienen las capacidades para ello, y, de hecho, no podemos desempeñar todos a la vez las mismas tareas públicas. En términos aristotélicos, la democracia debería ir mezclada con algo de aristocracia para no caer en el absurdo.
La politeia debe ser un tipo de república que, para conseguir el mejor gobierno, debe hacer posible y efectivo el gobierno de los mejores. Esto es: hacer que el pueblo tenga la capacidad de elección, pero siempre permitiendo que los mejores (en este sentido hablamos de una élite minoritaria en la que todavía no se ha definido ni aclarado qué significa ser bueno) puedan acceder a aquellos cargos difíciles que competen al bienestar de todos. Esta es la oposición nombrada por Juan Claudio de Ramón entre “electos” y “selectos”. Hay distintos tipos de elitismo, y este se presentaría como una base social mínima determinada en función de nuestras diferencias, las cuales no podríamos eludir incluso en las sociedades más igualitarias. Debemos aspirar a la igualdad social, pero no a la homogeneización. Esta compatibilización entre dos modos distintos de gobernanza y de legitimación del poder es muy difícil que ocurra: las aporías a las que nos lleva el pensamiento también se traducen en contradicciones en el obrar político real. De hecho, Polibio ya advertía que cualquier tipo de gobernanza política, incluido por supuesto el gobierno de los mejores, tiende a degenerar en un sistema peor, en un ciclo que, alterándose solo a causa de las crisis, no concluiría nunca.
La cuestión del elitismo va casi siempre mezclada con la polémica acerca de la meritocracia. En estos artículos, que son el fruto de una reflexión colectiva, de un pensar en amistad, en los que se presentan numerosas referencias cruzadas, hay también diversidad de opinión acerca del mérito y de la igualdad de oportunidades. Así, mientras unos piensan de manera algo abstracta que buena es aquella persona que se exige más, y eso es únicamente lo que imprimiría de manera decisiva la distinción en su carácter, otros piensan que incluso a pesar de la exigencia hay unos factores materiales y sociales que impiden o propician el cultivo y desarrollo de los talentos y virtudes individuales. El Círculo de Bellas Artes se está haciendo sede de este vivo debate acerca del origen de las desigualdades: el 18 de mayo acogió la presentación del primer informe “Derribando el dique de la meritocracia” del think tank Future Policy Lab, cuya emisión está disponible en este enlace. También se organizó junto al IECCS un taller en el que se abordó la cuestión: Las desigualdades: una introducción transdisciplinar. Asimismo, el profesor de la Universidad Carlos III de Madrid, Andrea Greppi, coordinó un volumen monográfico destinado a la cuestión de las élites: Nuevas élites, elitismo viejo.
El problema de las élites se ha enrevesado más de lo que ya estaba cuando Ortega escribía sus ensayos. Las élites han cambiado, la era digital ha trastocado de manera definitiva la fuente carismática del poder, así como también el movimiento de las masas y la toma de decisiones. Del mismo modo lo hacen los medios informativos, promoviendo cambios de la opinión pública de un lado a otro y definiendo la agenda pública en un mundo de fake news y posverdad. A este respecto, se celebrará a finales de junio en el Círculo de Bellas Artes un curso de verano en el que participarán directores y periodistas de distintas agencias importantes, bajo la coordinación de la profesora de la UC3M Eva Herrero: Retos del periodismo en tiempos de infodemia.
Por todo ello hay que darle la importancia que merece a la cuestión de la responsabilidad, pues el enemigo de las élites, de las verdaderas minorías selectas, no es la masa, sino aquellas otras élites que son irresponsables, aquellas personas que aprovechan sus privilegios sin mantener al mismo tiempo un compromiso con la sociedad y con la verdad.