Existe una tierra abierta a los símbolos y los sonidos. Javier Paxariño, uno de los mayores virtuosos instrumentistas del planeta, la explora sin cesar en sus trabajos, a los que bautiza con nombres tan evocadores como Pangea, la gran masa terrestre que dio lugar a los actuales continentes; Ouroboros, el mito del eterno retorno, o Temurá, que alude a una técnica cabalística aplicada al misterio de la oración.
Nacido en Granada y malagueño de adopción, Paxariño entiende el jazz como un modo de aproximarse al hecho musical, que es capaz de dibujar con un sinfín de instrumentos de viento y, siempre, desde la fusión, el conocimiento y el respeto.
El inicio de su actividad musical se remonta a la década de los setenta, cuando funda el grupo Onice Jazz Quartet. En los ochenta actúa en locales emblemáticos como el madrileño Whisky & Jazz Club y La Cova del Drac, en la ciudad condal. En esa época colabora también con Alberto Iglesias en la composición de bandas sonoras cinematográficas de títulos como Vacas y La Ardilla Roja, y graba su primer disco, Espacio Interior, con una buena acogida por parte de la crítica. Le siguen Pangea, Temurá, Perihelión y Ouroboros.
Coincidiendo con la actuación del músico granadino junto a su trío dentro del sello del CBA Jazz Círculo -cuyos conciertos llenan cada viernes La Pecera-, tuvimos el placer de charlar con él. Queda constancia de ello en el siguiente vídeo, que también contiene fragmentos de la entrevista que le realizaron nuestros compañeros de Radio Círculo.
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