En 1995 se estrenaba El celuloide oculto (The Celluloid Closet, Rob Epstein y Jeffrey Freidman), documental en el que personalidades de la industria norteamericana del cine, la mayoría de ellos homosexuales, hablan de las representaciones de lesbianas y gays en la pantalla durante el siglo XX.
La cinta hace un recorrido desde la figura del mariquita, excusa humorística facilona metida tangencialmente en cualquier escena sin mucho reparo, hasta lo que consideran el primer momento en el que la homosexualidad se representó de un modo normalizado, con Los chicos de la banda (The Boys in the Band, William Friedkin, 1970), ruptura que se confirmaría en los años 90, en la que ciertos personajes alcanzarían la categoría de héroes cinematográficos modernos (Philadelphia, Thelma y Louise) y comenzaría la expansión del cine homosexual de género.
Entre estos dos puntos hay un larguísimo recorrido en el que -en gran parte gracias al terrible Código Hays, en vigor de 1934 a 1967, que censuraba comportamientos sexuales perversos en la pantalla- el reflejo que obtenían las personas homosexuales en el gran espejo cultural que supone el cine, estaba marcado, en el mejor de los casos, por la insinuación velada de que algo estaba pasando entre dos personajes, o algo explicaba un comportamiento disonante. Para ponerse un poco más explícitos, el culpable de homosexualidad tenía que ser una figura perversa, o alguien condenado a la tragedia por su incapacidad para luchar contra su terrible condición.
La primera parte del ciclo El celuloide oculto del Cine Estudio (02.07.15 > 23.07.15) ha sido concebida en torno a este documental, que considerábamos necesario exhibir aún 20 años después, por tratarse de una cinta emotiva, divertida, y sobre todo muy reveladora, que a día de hoy aún no es ampliamente reconocida por el gran público. La película invita a la revisión de clásicos desde una nueva óptica; así, por ejemplo, admiramos la gran ruptura con el rol arquetípico de género de Joan Crawford en Johnny Guitar (Nicholas Ray, 1954), o reconocemos la homosexualidad detrás de los problemas entre los personajes de Paul Newman y Elisabeth Taylor en La gata sobre el tejado de zinc (Cat on a Hot Tin Roof, Richard Brooks, 1958).
Siguiendo un orden cronológico, desde el Cine Estudio queríamos también que el ciclo supusiera una celebración del momento en el que ya no fue necesario esconderse entre fotogramas, y por esto elegimos para una segunda parte, películas de tono festivo, donde todo gira en torno a la música y la exhibición de la diferencia. ¿Hay algo más explícito que la versión de Víctor Frankenstein que encarna Tim Curry en The Horror Rocky Picture Show (Jim Sharman)? Un travesti bisexual que recibe y cambia para siempre a una inocente pareja de novios en su castillo de esbirros danzarines hasta las cejas de purpurina. Y corría el año 1975. La película más moderna del ciclo, Hedwig and the Angry Inch (John Cameron Mitchell, 2001), ganadora en Sundance, incluye la temática de la transexualidad en nuestra selección de películas, con la narración del viaje lleno de tribulaciones de una rockera originaria de Alemania del Este que, ante todo, demuestra siempre una aceptación radical de sí misma.
Aún estáis a tiempo de ver todas las películas que ofrece este ciclo, al que le quedan casi dos semanas más en nuestra sala, y de disfrutar destapando con nosotros lo que ocultaba el celuloide.
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