En el Cine Estudio del Círculo de Bellas Artes somos de la opinión de que la última Palma de Oro del Festival de Cannes verdaderamente justa, a la altura de otros premiados históricos, es la que en el año 2010 recibió el tailandés Apichatpong Weerasethakul por Uncle Boonmee recuerda sus vidas pasadas. Una de las palmas más polémicas también, que un jurado presidido por Tim Burton –e integrado, es significativo, por Víctor Erice– tuvo la audacia de destacar por encima de otras opciones más conservadoras, lo que cada vez parece menos frecuente en el festival francés.
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Seis años después de Uncle Boonmee, Weerasethakul vuelve a las pantallas españolas y lo hace con una película, Cemetery of Splendour, que participó de nuevo en Cannes el año pasado, aunque esta vez relegada a una sección secundaria (“Une certain regard”), lo que de nuevo provocó protestas, en este caso de quienes defendieron que se trataba de una de las mejores películas, si no la mejor, vista ese año en el festival. Sea como fuere, Cemetery of Splendour ha hecho su propio camino para convertirse internacionalmente en una de las películas de la temporada, como han reconocido las encuestas de revistas como Cahiers du cinéma (2ª mejor película estrenada este año) o Sight & Sound (5ª mejor).
Cemetery of Splendour es entre otras cosas el retrato de la imaginación de Jenjira Pongpas, la actriz con la que Weerasethakul ha trabajado en todos sus largometrajes desde Blissfully Yours (2002). Aquí interpreta a Jenjira (el nombre es el mismo en la ficción), una cuidadora voluntaria que acude al que fue su antiguo colegio, hoy convertido en improvisado hospital que aloja a un gran número de soldados aquejados de una misterioso trastorno del sueño, que les hace dormir durante días seguidos o sufrir súbitos ataques de narcolepsia. Yacente más o menos en el lugar donde estuvo el pupitre de Jenjira, junto a la ventana a través de la que ella veía el mango con el que se distraía de las explicaciones del profesor, dormita un soldado con el que la cuidadora se irá encariñando progresivamente, y con el que finalmente podrá hablar cuando éste despierte gracias a sus cuidados.
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El estreno este abril en España de Cemetery of Splendour, viene reforzado por un segundo estreno (con casi veinte años de retraso) que también hemos incluido en la retrospectiva del Cine Estudio: su ópera prima Mysterious Object at Noon, que a finales de los años noventa reveló a Weerasethakul a la crítica internacional gracias a un Fondo Hubert Bals del festival de Rotterdam.
Mysterious Object at Noon es una película de composición muy curiosa. Weerasethakul, de formación arquitecto y también muy activo como artista plástico, ha explicado cómo la visita a una exposición de “cadáveres exquisitos” –la peculiar técnica de collage secuencial que inventaron los surrealistas– le inspiró la estructura de la película.
En una de las primeras secuencias, una vendedora de pescado de una remota región tailandesa cuenta a la cámara una historia íntima que le atormenta desde niña. Es un momento dramático y la mujer acaba llorando. Pero en ese momento el director –cuya voz fuera de campo es audible en la banda sonora de la película– le pide que cuente otra historia, algo diferente, algo que no tenga nada que ver y que no sea una historia real, sino inventada. Algo que ella misma pueda fantasear en ese momento o que haya leído en un libro. La pescadora duda un momento, pero acepta este juego que desencadena la película y señala la ficción como una especie de remedio curativo sobre la herida abierta por la primera narración.
La protohistoria de la pescadora es retomada a continuación (y contradicha, ampliada, matizada, transformada…) por una serie de personas que el equipo de rodaje de la película va encontrando por azar a lo largo de un viaje por el interior del país. Las imágenes que traducen el argumento de esta historia colectiva y proteica, alternan con las de los propios narradores, convirtiendo Mysterious Object at Noon en una de las amalgamas de ficción y documental más fascinantes de las últimas décadas.
La tercera película de Weerasethakul que el Cine Estudio del CBA recupera este mes, Uncle Boonmee recuerda sus vidas pasadas, es también una suerte de collage de historias, géneros y formas narrativas variadas, con un fuerte componente fantástico-mítico.
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Es además una película para ser vista exactamente en el formato en el que la exhibiremos en el Cine Estudio, celuloide 35 mm., ya que Weerasethakul, siempre interesado por las estructuras y los aspectos puramente formales del cine (el maravilloso cartel que para la película hizo Chris Ware es una especie de mandala de línea clara que traduce muy bien la simetría risueña de la obra) decidió repartir no sólo el argumento sino también la diversidad de formas narrativas de la película tomando como módulos temporales cada uno de los seis rollos que la componen la película. De manera que a cada uno de esos rollos corresponden historias, géneros o formas distintas que entran en colisión, o lo que es lo mismo: el cine como siempre se ha hecho, pero también y sobre todo el cine como, tal vez, se hará en el futuro.
Manuel Asín