Todo parecía indicar que la última edición del Festival de Sitges se saldaría con gran premio para la última película de Jim Jarmusch, Only Lovers Left Alive, favorita de antemano por su calidad y sobre todo por el enorme prestigio de su realizador. Sin embargo, cuando el presidente del jurado desveló el palmarés la sorpresa fue mayúscula: el premio a la mejor película recaía en Borgman, una cinta que se ha erigido en una de las grandes sorpresas de la temporada. El filme, coproducido entre varios países noreuropeos, es una cinta a medio camino entre el terror, el suspense, la alegoría, el humor negro y el costumbrismo que se centra en la historia de un indigente que, gracias a la complicidad de una mujer, se instala en una casa altoburguesa y trastoca para siempre con su presencia la vida de los miembros de la familia. Una planteamiento que se entronca en varias películas anteriores que pensamos era interesante revisar de manera conjunta para comprobar de manera unitaria todas sus ramificaciones.
El referente más directo para Borgman es, sin duda alguna, la cinta de Pier Paolo Pasolini Teorema, que cuarenta años antes utilizó la misma metáfora argumental para desarrollar una cinta alegórica en la que un extraño se instala dentro de una familia de alto nivel económico y social y termina seduciendo y modificando los principios vitales de cada uno de sus miembros. Tras su partida, ninguno de ellos conseguirá seguir viviendo como lo había hecho hasta ahora. Metáfora política y religiosa (la película se estrena, y no casualmente, en septiembre de 1968, pocas semanas después de los estallidos sociales y amagos de revolución que han convulsionado Europa). Teorema supone el hilo más directo y evidente que puede establecerse con Borgman, pero no el único, pues su concepción puede también rastrearse en otras cintas. Una de ellas es sin duda alguna Perros de paja, una película en la que su director, Sam Peckimpah, parte de un planteamiento similar para desarrollar otro tipo de conclusiones. David Summer (Dustin Hoffman) es un escritor americano que huye de la violencia imperante en la sociedad estadounidense para recluirse en una casa de campo británica donde pretende concluir su próximo libro. Sin embargo, la actitud de su mujer y la llegada de unos extraños al edificio le va a hacer replantearse sus principios y terminará entendiendo la violencia como algo imprescindible para sobrevivir en la sociedad contemporánea.
Como último escalón, el ciclo se cierra con una película que supone una auténtica curiosidad cinéfila. A mediados de los 70’s, y recién concluido el juicio contra el psycho killer Charles Manson por varios asesinatos entre los que se cuenta uno de apabullante seguimiento mediático y ya convertido en icónico, el de la actriz Sharon Tate, mujer del director Roman Polanski, la CBS decide hacer una película para televisión que reconstruya con minuciosidad caligráfica todo lo sucedido en la familia Manson desde la llegada de su líder a California hasta el cierre del proceso judicial. Siguiendo el detalladísimo libro de Curt Gentry que reconstruía la historia de Manson según las actas de proceso y las declaraciones de los miembros de su comuna, surge Helter Skelter, una excelente película que se erige en consistente análisis fílmico del final del sueño hippy en Estados Unidos. La película se emitiría en la televisión americana en formato miniserie de dos episodios, aunque en nuestro país terminará siendo explotada como largometraje en salas con el título Manson, retrato de un asesino, eso sí, con notables modificaciones de montaje: amén de aligerar en más de una hora su metraje original se añadirían numerosas escenas de sexo y desnudos -corría 1976 y el final de la censura cinematográfica acarreaba estas servidumbres-. Rescatamos para el ciclo la película con su montaje original, de casi tres horas de duración, en el que será su primer pase íntegro en nuestro país.
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