Vientos brillantes

El programa Vientos brillantes. La juventud húngara en el cine de los años 70 y 80 consta de películas que abordan los ideales, deseos, oportunidades y limitaciones de la juventud de ese país en el llamado “socialismo real” (1947-1989).

Las películas tienen lugar en espacios de socialización (escuelas y lugares de trabajo) o muestran la salida deliberada de estas instituciones, la comprensión de los jóvenes –marginados, ridiculizados, de clase baja– de que encontrar una salida de la sociedad es, para ellos, una necesidad. Su rebelión no está marcada por la grandiosidad, la moda, la utopía, no es una búsqueda de la felicidad, ni buscan la salvación. Es desesperada, a menudo violenta e inevitable, como se representa en Fejlövés (El disparo mortal, Bacsó Péter, 1969), A kis Valentino (El pequeño Valentino, Jeles András, 1979), Tantörténet (La parábola, Ember Judit, 1975) o Túsztörténet ( El secuestro, Gazdag Gyula, 1989). Por otra parte, comunidades unidas por experiencias culturales o políticas aparecen en muchas de las películas seleccionadas, como Fényes szelek (La confrontación, Jancsó Miklós, 1968), Petőfi ’73 (Kardos Ferenc, 1973), Angi Vera (Gábor Pál, 1978) o Megáll az idő (El tiempo se detiene, Gothár Péter, 1982). Esto implica que, a pesar del sistema educativo autocrático, las escuelas no solo proporcionaron un marco para la opresión, sino también para el debate, el progreso intelectual, la interacción social y el placer. Si bien las aspiraciones de los protagonistas de estas películas no se cumplieron, al menos pudieron aspirar, imaginar, articular una crítica.

El núcleo de estas películas no solo se hizo, sino que también tuvo lugar en el período de parálisis posterior a 1968 (y, en Hungría, posterior a 1956). Incluso más que el Mayo del 68 de París, la invasión de Checoslovaquia moldeó el horizonte político en el Bloque del Este, determinó la desilusión final e irreversible en el sistema para la mayoría de los intelectuales. La República Popular Húngara participó en la invasión con miles de tropas, lo que hizo que el parecido con la invasión soviética de Hungría después de la revolución de 1956 fuera aún más doloroso y atroz. La intrincada matriz política es investigada de manera más compleja por Jancsó en Fényes szelek, que tiene lugar en 1948 (el año de la toma del poder socialista), pero refleja paralelamente 1918-19 (el cisma entre socialdemócratas y comunistas) y 1968, su propia presencia y política. Se trata de una película sobre la fuerza emancipadora de la cultura popular, la lucha por la libertad y el poder, la amenaza del estalinismo y el peligro de la ingenuidad piadosa, así como las esperanzas sinceras de la contracultura. Influenciado por Jancsó pero realizado cinco años después, Petőfi ’73 sigue siendo radical en la forma, la narratología y el enfoque de la actuación, pero en lugar de afirmar un momento activo, movilizado y participativo, concluye una era revolucionaria y constata una sensación de estancamiento.

Al mismo tiempo, después de un período de desestalinización, los cineastas húngaros ya podían retratar la dictadura totalitaria de los años 50 y la revolución de 1956 que, aunque ahogada en sangre, destrozó el régimen. Brillando en colores tenues, la historia de Angi Vera transcurre desde 1945, la liberación de la Alemania nazi por parte del Ejército Rojo, hasta alrededor de 1948, la toma del poder antes mencionada. En composiciones amplias y perfeccionistas y a través de personajes matizados, muestra diversas tipologías de comportamiento de mujeres proletarias, su compromiso con el socialismo, su actitud variable hacia la liberación sexual y su moralidad inestable frente a una tiranía creciente. Dividida en dos partes, Megáll az idő, la película más optimista de la selección, comienza en 1956, con imágenes de archivo reales, filmadas por los directores de fotografía Zsigmond Vilmos y Kovács László días antes de su emigración a Hollywood, cuando estalla la revolución, pero la narración transcurre principalmente en 1963, año de la amnistía, cuando muchos presos políticos fueron liberados de la cárcel.

Las cuatro películas tienen lugar (principalmente) en terrenos escolares: escuela secundaria, escuela del Partido; el internado del Partido de los Trabajadores, y la universidad, y todos ofrecen una noción característica de la educación.

Las películas de nuestro programa se realizaron después de la Nueva Ola, que fue en su mayoría un reflejo de la influencia francesa e italiana, incluso en cineastas tan originales como Jancsó Miklós. Paralelamente a que las películas de Jancsó se volvieron aún más críticas y particulares después de 1968, (re)surgieron estilos cinematográficos que estaban libres de los manierismos y la ligereza del Truffaut de la década de 1960, de ahí el clasicismo de Angi Vera y la alegría casi cinéma verité de Megáll az idő.

El cambio no solo impactó en el estilo visual, sino también en la idea de rebeldía, flâneurismo y ociosidad. Los paseantes de Fejlövés y A kis Valentino –dos road movies sueltas y rápidas que terminan por diferentes motivos en la comisaría–, por no hablar del antagonista extremo y antisocial de Túsztörténet –una cruda película policiaca con la influencia formal de la televisión–, están despojados de cualquier pasión por los viajes románticos: son amargos y rigurosos, infiriendo que ni siquiera la condena de los deberes de la clase obrera y la desviación de las normas burguesas expresan con suficiente profundidad su sentimiento de desplazamiento. A pesar de su tonalidad discreta, distintos estratos culturales se adhieren a estas tres películas. Fejlövés está protagonizada por Kovács Kati, la cantante pop femenina más icónica de este período, y Charlie, la cantante y trompetista que trajo el blues y el jazz a Hungría sin ayuda de nadie. La llegada de la música pop al Bloque del Este, el florecimiento local del beat y el rock and roll forman en gran medida los estilos de vida representados en este programa. La completa novedad de esta música también destaca la importancia de los conflictos generacionales en estas películas, la añoranza de nuevos fundamentos y la negación de los ancestros fallidos. A kis Valentino fue llamada la primera película de arte, que presenta el alcoholismo, los trabajadores mayores, las personas al margen de la vida urbana, sin ningún exotismo, y ciertamente se destaca como un raro ejemplo de un largometraje con un actor principal completamente aficionado: Opoczki János es un misterio en sí mismo, como si viniera de la nada y desapareciera nuevamente después de la película, y un lenguaje verdaderamente crudo. Godard vio la película durante su visita a Hungría y quedó tan impresionado que le dio su pastel, un regalo del comité de bienvenida húngaro, al director Jeles András. Al comienzo de Túsztörténet, el protagonista, Zoltán se afeita la cabeza: no es un skinhead en el sentido “británico” habitual, pero el gesto de afeitarse, al igual que en el caso de Travis Bickle de Robert De Niro, significa un paso irrevocable hacia el odio fascista. Los hechos reales en los que se basa la película se produjeron en 1973, pero la película se hizo en 1989, el año del cambio de régimen. La sociopatía de Zoltán no es simplemente una personificación de su sentimiento generacional de ser ignorado por el sistema socialista, sino también el de muchas generaciones que quedaron en la precariedad y el abandono después de 1989. Nuevamente, el destino del actor, Beri Ary, quien ganó un premio por su actuación en el Festival de Cine de San Sebastián, refuerza aún más el simbolismo de la película; se sintió eclipsado por los fans, y no pudo desenvolverse ni como actor ni como pintor, lo que originalmente estudió.

Si bien la consideración de tendencias culturales históricas y cinematográficas ayuda a describir estas películas, también son atípicas, más anómalas que representativas de movimientos cinematográficos. Una anomalía encantadora es Ünnepeink (Nuestras fiestas, Macskássy Kati, 1981), una animación enormemente singular realizada a partir de dibujos de la directora, basados en trabajos infantiles que representan hechos históricos, y acompañada de una banda sonora con la presentación escolar de los niños sobre dichos eventos. Amplía la concepción del programa sobre la escuela y la juventud -también en el sentido de la edad-, y reconoce el papel de los niños en la construcción de narrativas históricas. Este espíritu recuerda el enfoque del director alemán Peter Nestler, quien se dedicó a lo largo de toda su carrera al universo infantil. Hizo Mit der Musik groß werden (Crecer con la música, 2003) junto con Zsóka Nestler, cineasta y esposa húngara de Nestler. Su película fue realizada para la televisión alemana como parte de una serie llamada Foreign Children, y sigue los estudios musicales de dos niñas romaníes en Budapest. Decidimos hacer una excepción e incluir esta película en el programa, a pesar de que fue realizada después del período que investigamos, y  producida por Alemania. Hay dos razones para esto: reflejar una doble carencia, la ausencia de un vasto corpus de películas húngaras posteriores al cambio de régimen (1989) que traten sobre educación, niños, que eran temas predominantes antes de 1989, y la de la minoría gitana, que siempre ha estado excluida del cine húngaro. Sin embargo, mostramos otra excepción: Mit csinálnak a cigánygyerekek? (¿Qué hacen los niños gitanos?, Schiffer Pál, 1973), uno de los escasísimos documentales sobre la vida de los gitanos, con un enfoque específico sobre la pobreza infantil y la segregación educativa, realizado en una época en la que estaba prohibido decir públicamente que la pobreza existe, y los sociólogos que afirmaron lo contrario fueron despedidos de la academia y puestos en la lista negra del discurso público: la película de Schiffer se hizo en colaboración con estos sociólogos, siendo la única película húngara en la que se acredita oficialmente a muchos miembros de la Oposición Democrática del régimen. Este es el otro motivo de la presencia de la película de los Nestler: mirar esa brecha de treinta años entre las dos obras, y pensar en las posibilidades de los niños gitanos en ambos sistemas.

También presentamos casos únicos en el registro documental. Tantörténet muestra cómo un antiguo grupo de amigos adolescentes se reencuentra, ahora en la veintena, tratando de entender las razones por las que uno de ellos intentó suicidarse varias veces. Es un caso sobresaliente de un documental de cine directo, largo y detallado, que consiste principalmente en primeros planos largos y desgarradores, que ilumina cómo la misoginia sistémica afecta los discursos más personales sobre la elección y la responsabilidad: el grupo está bastante convencido.

Dado que los intentos de suicidio tenían una dimensión reivindicativa, la película fue prohibida y el tema del suicidio siguió siendo un tabú; nuevamente, un tema que simplemente no aparece en el cine húngaro contemporáneo. La posición social de una joven también está en el centro de Miheztartás végett (Para el cumplimiento, Dárday István, 1971) pero se trata de una película completamente diferente: corta, autorreferencial, irónica, duramente montada con mentalidad de ensayo. Es un relato sucinto de todas las relaciones sociales en las que un joven debe cumplir y escuchar órdenes: escuela, iglesia (!), lugar de trabajo. Este corto se muestra en un programa doble junto a Ismeri a Szandi mandit? (¿Conoces a Szandi-Mandi?, Gyarmathy Lívia, 1969), de nuevo una pieza insólita del cine húngaro, y quizás la única que dialoga directamente con Milos Forman, y más aún, por supuesto, con Vera Chytilova. Contando la historia de una joven que acepta un trabajo de verano en una corporación química, es una sátira implacable de la alienación y el trabajo en la llamada sociedad socialista.

El título del programa, Vientos brillantes (que es la traducción literal de la película de Jancsó, conocida en todo el mundo como La confrontación) hace referencia a la letra de una canción confiada, esperanzadora y agitada, anterior a la toma de poder de 1947/8, “El viento chispeante sopla nuestra bandera”. Creemos que la noción de viento, que trae liberación, frescura, que está en movimiento, pero también que es ilusorio, efímero, destructivo y cambia de dirección puede generar una conversación fructífera sobre el sistema que gobernó media Europa durante más de cuarenta años, y su representación cinematográfica.

Petri-Lukács Simon y Babos Anna, programadores de la retrospectiva Vientos brillantes. La juventud húngara en el cine de los años 70 y 80

Americana Film Fest se estrena en Madrid en Cine Estudio del CBA

Americana Film Fest se estrena en Cine Estudio del CBA

Texto de Helena Agirre

Entre el viernes 12 y el domingo 14 de marzo podemos disfrutar en Cine Estudio del Círculo de Bellas Artes, por primera vez en Madrid, de la proyección de una selección de nueve películas del Americana Film Fest, un festival que reúne un amplio espectro de películas y documentales con lo mejor del cine independiente norteamericano.

Americana Film Fest, que surge de la pasión de un grupo de amigos amantes de los festivales, ha llegado ya a su octava edición en las salas de Barcelona. Nos cuenta uno de sus directores, Xavier Lazcano, que en la ciudad condal siempre había habido diversidad en las programaciones de festivales, pero que la mayoría de las películas norteamericanas en las carteleras eran las superproducciones o blockbusters. Por eso, propusieron crear un festival de cine independiente norteamericano, para mostrar la gran diversidad de calidad filmográfica que allí se produce.

La organización de esta edición del Americana Film Fest ha estado totalmente atravesada por la incertidumbre: hasta 10 días antes del estreno en los cines barceloneses no sabían si saldría adelante o no. Con estos mimbres, dar el salto a Madrid se ha convertido más que en un acto de valentía, en algo heroico. Desde hace un par de años Xavier Lezcano y sus compañeros tenían en mente la proyección de su festival en las salas madrileñas, pero nunca se habían atrevido a coger el puente aéreo. Sin embargo, nos cuentan que por responsabilidad social, porque la cultura es segura y porque la gente quiere hacer cosas y seguir adelante, se han embarcado en esta aventura.

Además, ante la imperante incertidumbre de la presencialidad del festival y el deseo de ampliar fronteras, han apostado, como otros muchos festivales, por las plataformas digitales en la pequeña pantalla: la selección de películas se puede disfrutar en la plataforma digital de Filmin.

SELECCIÓN ESPECIAL PARA EL CINE ESTUDIO

El Americana Film Fest reúne todo tipo de películas independientes norteamericanas, desde dramas a comedias pasando por documentales y la selección especial para Madrid es una muestra clara de la esencia de este proyecto. De las 26 películas proyectadas en Barcelona, nueve viajan a Madrid para transportar al público a diferentes lugares y dar a conocer diversas historias en versión original. El festival comienza el viernes 12 a las 16h con la película El verano de Cody (Driveways) (2020) en la que podremos disfrutar del último rodaje para la gran pantalla de Brian Dennehy, fallecido en abril de 2020. La última escena de la película conmocionó al público catalán, fue una despedida al actor internacionalmente conocido por interpretar, entre otras actuaciones memorables, al Sheriff Will Teasle en Acorralado (1982).

El verano de Cody es una de las películas del Americana Film Fest que se presenta por primera vez en Madrid en Cine Estudio del CBA
“El verano de Cody” (Driveways) llega a Cine Estudio del CBA el viernes 12 de marzo a las 16h.

Entre las películas más sonadas del Americana Film Fest podemos encontrar Palm Springs (2020), una comedia romántica de ciencia ficción ganadora del premio a la mejor comedia en los Premios de la Crítica Cinematográfica y nominada a los Globos de Oro. Asimismo, Bienvenidos a Chechenia, un documental que sigue los pasos de un grupo de activistas que ayuda a las personas LGBTQ perseguidas por el líder checheno Ramzan Kadyrov, que suena en las nominaciones de “mejor documental” y “mejores efectos especiales” en la 93º edición de los Oscars. El próximo lunes 15 de marzo averiguaremos si este documental de David France se convierte en la rara avis de la categoría técnica compitiendo junto a películas como Tenent, de Christopher Nolan.

Además, en la selección del Americana Film Fest que veremos en Cine Estudio, tenemos: Black Bear, a cuya actriz Aubrey Plaza, la Asociación de Críticos de Hollywood le concedió el premio a la mejor interpretación; Night of the Kings, que ha obtenido siete premios y quince nominaciones en distintos festivales, entre ellos el IFFR Youth Jury Award de Rotterdam, por el que cinco jóvenes de la ciudad eligieron a esta película como la mejor de la candidatura; Lapsis, una película de ciencia ficción que ha sido premio elección del jurado al mejor largometraje en el Festival de Cine Fantástico de Bucheon (Corea del Sur); Palm Springs, una de las favoritas del festival y nominada a los Globos de Oro 2021 a mejor película comedia o musical y mejor actuación en comedia o musical a Andy Samberg; Shiva Baby, otra comedia multipremiada que está causando muy buenas impresiones entre el público; Spaceship Earth, un increíble documental de ciencia ficción que ha sido nominado en Sundance y Sitges; y cerramos con otra de las favoritas, The Killing of Two Lovers, un thriller psicológico que viene de cosechar las mejores críticas y que fue presentada en Sundance y fue ganadora del premio de jurado en el Atlanta Film Festival.

“Bienvenidos a Chechenia” es uno de los documentales más importantes del Americana Film Fest.

¿SON COMPATIBLES LA GRAN Y LA PEQUEÑA PANTALLA?

En este nuevo contexto pandémico lleno de incertidumbres, la industria del cine ha abrazado la tendencia que paulatinamente iba cogiendo fuerza los últimos años: las plataformas digitales. Como nos contaba Xavier Lezcano, muchos de los festivales de cine en 2020 y 2021 se han tenido que reinventar y plantear la posibilidad de no poder presentar el proyecto físicamente. La apuesta por la pequeña pantalla recibe buenas críticas en cuanto a la democratización de la cultura respecta. Gracias a que las plataformas digitales programan este tipo de festivales, más gente tiene acceso a películas independientes que no encuentran en los cines de su zona. Lezcano al hilo de esto, nos hablaba de su proyecto Ruta 66 que trata de llevar este género de filmografía a ciudades más pequeñas con el fin de hacer más accesible la cultura menos comercial. Por otro lado, hay críticos que afirman que este tipo de herramientas y consumo filmográfico es el fin de la gran pantalla. El director del Americana Film Fest nos confirma que es uno de los grandes debates en el mundo del séptimo arte, pero él es positivo con respecto a las salas de cine y afirma que “hay público para todo”. Los números de espectadores tanto en las salas de Barcelona como en Filmin han sido muy positivos, y espera que la tónica siga así en Madrid, donde Cine Estudio del Círculo de Bellas Artes es una de esas salas que apuesta por el cine de calidad en VOSE, como el que nos trae Americana. Pasen y vean.

Tequila, mantequilla, un amante, Dios o una guerra | ‘My Mexican Bretzel’

My Mexican Bretzel

Entrevista a Nuria Giménez Lorang, directora de ‘My Mexican Bretzel’

Vivian posee una voz pero ésta no se escucha. My Mexican Bretzel es la historia visual de vida, mayormente sin sonido, de Vivian y Léon Barrett, una pareja suiza del pasado siglo cuya imagen coincide con la de los abuelos de la directora del film, Nuria Giménez Lorang (Ilse G. Ringier y Frank A. Lorang), pero cuyo relato, no; un falso documental que emplea imágenes domésticas de sus vacaciones por la vieja Europa para narrar un diario fílmico inventado que cuestiona la existencia de una verdad única mediante un planteamiento basado en el poder de la descontextualización; una historia, muy literaria y melodramática, que el espectador lee (y cree) en silencio y en la que, en palabras de su directora, “las imágenes en movimiento desprovistas de todo sonido cobran una dimensión distinta, muy poderosa y casi mágica“. Y es que Vivian escribe su diario en soledad; el espectador lo lee también en soledad; y existe una profunda soledad sonora en este film.

La película se gesta en 2011, cuando Nuria Giménez encuentra unas películas rodadas por sus antepasados en 16mm, coincidiendo con la muerte de uno de ellos (de su abuelo). El propio encuentro del material cataliza la puesta en marcha del proyecto y la cineasta barcelonesa emprende la escritura de un diario ficticio protagonizado por una mujer de una elegancia visual y una destreza narrativa excepcionales. Tras numerosos visionados del metraje encontrado, la autora rescata de las dobleces de lo real detalles y matices que se convierten en fuentes de inspiración para el nuevo relato y, en él, establece nuevos vínculos gracias a las posibilidades sumergidas, inconscientes, que otorga la ficción, la creación.

«Las imágenes en movimiento desprovistas de sonido cobran una dimensión casi mágica»


Coincidiendo con la proyección de My Mexican Bretzel en nuestro Cine Estudio el pasado mes de diciembre, aprovechamos para entrevistar a su directora, quien ya ha recogido varios galardones (Mejor Película, Mejor Guión y Mejor Dirección en Gijón; y Premio Found Footage en el Festival de Rotterdam, entre otros) gracias a esta interesantísima historia.


Hay en My Mexican Bretzel un espacio de gran amplitud en el que anidan los silencios, un paisaje visual ataviado con emociones escritas; es una película que exige contemplación, sinestesia, escucha. Luis Buñuel reivindicaba una idea de cine “como instrumento de poesía”. ¿Compartes ese postulado?


Me encanta Buñuel y, sí, comparto esa idea totalmente. Entiendo la poesía como una búsqueda de la belleza, del misterio, de expresar lo inexpresable y de ir más allá de lo visible. Se me quedó grabada una charla con el gran Luciano Barisone en el festival DocumentaMadrid 2018, en la que hablaba sobre la parte no visible del cine. Una maravilla y para mí tan inspirador como revelador.

«El cine,

instrumento de poesía»



Según he leído, el proceso de creación de esta película fue largo. Pues, a pesar del vínculo familiar que mantienes con las grabaciones que la vertebran, trataste el material como si fuera metraje encontrado para tomar distancia. Me interesa conocer, en primer lugar, si las biografías de tus personajes y las de tus familiares coinciden en alguna coordenada vital, ¿existe alguna similitud entre las historias de vida de Vivian y León Barrett y las de tus abuelos?


Uno de los motivos por los que no hice un documental sobre sus vidas reales es porque, aunque suene contradictorio, me sentía cómoda utilizando sus imágenes, pero no sus vidas personales. Las vidas de Vivian y Léon Barrett surgen de mi imaginación y de la libre interpretación que he hecho de las imágenes que he seleccionado.



También quería preguntarte por el trabajo de escritura del diario de Vivian: entiendo que fue después de muchos visionados del metraje cuando lograste trascender la historia real para construir una nueva. ¿Encontraste gestos, posturas o miradas, cuestiones más sutiles, que te inspiraron para inventar?


Retomando la respuesta anterior, en mi cabeza no tenía una historia real que trascender, entre otras cosas, porque ésta me era bastante desconocida. El diario de Vivian proviene básicamente de dos fuentes: por un lado, cosas que yo había escrito durante los primeros tres o cuatro años de proceso y, por el otro, esos gestos, posturas o miradas de las imágenes que había escogido. Fueron cientos de visionados y lo más fascinante es que cada vez veía algo que no había visto antes, esa parte no visible de la que habla Barisone.



“Para mí la felicidad, sea artificial, temporal o engañosa, siempre es bienvenida (…). Si no es Lovedyn (un fármaco ficticio), es tequila, mantequilla, un amante, Dios o una guerra”. Esto asevera Vivian Barrett en su diario, en el que también hace aparición el falso gurú Kharjappali, para quien “La mentira es solo otra forma de contar la verdad”. ¿Qué verdad querías contar en My Mexican Bretzel, que es, en última instancia, una gran mentira?


Más que contar una verdad, creo que lo que buscaba era más bien cuestionar la existencia de una única verdad absoluta y plantear que los límites entre lo que se considera verdad y mentira muchas veces están más desdibujados de lo que nos gustaría y de lo que pensamos.

«Hago películas familiares, luego existo. Existo, luego hago películas familiares»



La memoria cobra también una importancia especial en esta película, construida a partir de las imágenes que en su momento grabó tu abuelo, suponemos que para retener instantes vividos. Jonas Mekas, que fue autor de un tipo de cine-diario en el que la experiencia vivida era esencial, retomaba en su película Walden a Descartes afirmando lo siguiente: “Hago películas familiares, luego existo. Existo, luego hago películas familiares”. ¿Cómo definirías tu relación con el denominado diario fílmico, cuál crees que es el valor de lo autobiográfico como expresión de la subjetividad? ¿Y el papel de la memoria (en este caso, descontextualizada) en My Mexican Bretzel?


La memoria, tanto a través de lo que filma Léon como de lo que escribe Vivian, (re)construye su realidad y moldea su identidad siendo reemplazada por las imágenes y las palabras. Al mismo tiempo, las imágenes evocan una serie de recuerdos que, aunque sean inventados y se diluyan con la imaginación, aspiran a traducirse en emociones reales. Es una suerte de diario fílmico a tres voces que se entremezclan (la de una mirada, la de una voz y la de unas imágenes) y acaban siendo una sola.



Según tengo entendido, no llegaste a conocer a tu abuela. Me pregunto si esta película desempeña algún tipo de función de búsqueda en relación a tu historia familiar o si por el contrario surge más como un ejercicio creativo o expresivo (o ninguna de las dos cosas).

Seguro que esa búsqueda ha estado ahí, pero ha sido muy inconsciente. Para mí la película ha sido más un juego y un viaje. Tenía un punto de partida que ha sido un regalo y me he dejado llevar por él, explorando distintos caminos desde una libertad absoluta y dejándome sorprender por los lugares a los que me ha ido llevando. Sí es cierto que ahora tengo la sensación de conocer mejor a mi abuelo a través de su mirada y a mi abuela (a la que lamentablemente nunca pude conocer en vida) a través de sus imágenes. Por extraño que suene, convertir a mis abuelos en dos personajes ficticios me ha brindado la oportunidad de establecer un nuevo vínculo con ellos.

Un juego

un viaje



En la propia sinopsis del film se alude al género cinematográfico melodrámatico. Douglas Sirk, maestro del melodrama, se refería al fracaso con un término francés, echec, que denota no tener salida, encontrarse bloqueado. Decía, además: “no me me interesa el fracaso en el sentido que le dan los neorrománticos, que defienden la belleza del fracaso. Es más bien el tipo de fracaso que se apodera de ti”. ¿Identificas ese echec en tu personaje de Vivian?


No. Solo pienso que el fracaso es inherente a la condición humana.


Vivian escribe su diario en soledad. El espectador lo lee también en soledad. Y existe una profunda soledad sonora en este film. ¿Cómo decidiste el diseño, tan específico y semántico, del espacio sonoro de My Mexican Bretzel? Conviven en él una presencia prolongada del silencio, el uso realista del sonido y hasta ciertos manejos poéticos de la sonoridad… Me parece además muy significativo que sea la mujer protagonista del film la que se expresa a través del silencio.


Desde el principio tuve muy claro que quería gran parte de la película en silencio. Me parece que las imágenes en movimiento desprovistas de todo sonido cobran una dimensión distinta, muy poderosa y casi mágica. El diseño sonoro fue creación del gran Jonathan Darch y fruto de varios meses de intenso trabajo. Ahí también hubo mucha búsqueda y exploración. Fue un enorme placer trabajar con él y una experiencia muy enriquecedora. En cuanto a que la mujer protagonista se exprese a través del silencio, en parte tiene que ver con el hecho de ser mujer (sobre todo, pero no únicamente, en los años 50 del siglo pasado) y tener una voz, pero que no se escuche.


Para terminar, quería abordar una curiosidad relacionada con el título. ¿Es “My Mexican Bretzel” el apodo secreto de Vivian hacia su amante? También aprovecho para preguntarte por próximos proyectos.


Sobre el título puedo decir que es lo primero que tuve. Lo tuve incluso antes de terminar de digitalizar todas las bobinas. También puedo decir que infinitamente mejores que mis explicaciones son las interpretaciones que otras personas han hecho al respecto. Mis tres favoritas son: que el título aúna los dos amores de Vivian (Leo – Mexican / Léon – Bretzel); que igual que todo acaba cayendo dentro y fuera de la película (Lovedyn, Kharjappali, la historia de amor, la película, el diario), el título también acaba cayendo; y, la de la periodista Elisa Sanz, que es que el Bretzel tiene forma de corazón y tres agujeros que hacen referencia al triángulo amoroso. La del apodo secreto de Vivian hacia su amante va a ser la cuarta a partir de ahora. Gracias.
En cuanto a próximos proyectos, ahora mismo estoy escribiendo el libro rojo sin título de Paravadin Kanvar Kharjappali. También tengo una idea para otra película, pero todavía en estado embrionario.

«La mentira es

solo otra forma

de contar la verdad»

El pasado 18 de enero se dieron a conocer las películas seleccionadas en la 35 edición de los Premios Goya. My Mexican Bretzel resultó doblemente nominada, en las categorías de Mejor Dirección Novel y Mejor Película Documental.

Todos somos contingentes, pero tú eras necesario

El Círculo de Bellas Artes llora el fallecimiento de José Luis Cuerda, vocal de su junta directiva y uno de sus ilustres socios desde el 20 de octubre de 1983. Cuerda ha sido seguramente uno de los referentes de la comedia costumbrista surreal y del humor absurdo, lindando en ocasiones con el esperpento, que ha dado el cine español. Pero para el Círculo significó mucho más. En momentos de dificultades siempre ha estado dispuesto a apoyarlo, dando la cara por él, participando en campañas o aportando su sabiduría en distintos encuentros para la Escuela SUR, en entrevistas para la revista Minerva o en reuniones improvisadas ante cualquiera que quisiera pasar un rato con él. Ha sido uno de nuestros grandes embajadores.

Solía decir que al Círculo de Bellas Artes le debía todo porque su padre ganó aquí jugando a los naipes la casa en el Paseo de la Habana a la que se mudaron desde Albacete. Pero nosotros le debemos mucho más por toda la simpatía, cariño y generosidad que siempre nos ha brindado.

Hacía un tiempo que no se le veía por esa Pecera del Círculo que solía frecuentar y en la que lo podías ver comiendo o tomando un café en compañía de amigos. Su aspecto tranquilo, de mirada plácida, no anticipaba lo gran orador que era, algo que acompañaba siempre con ímpetu y un lenguaje gestual jovial muy característico. La cabeza le funcionaba como un reloj suizo y la boca no descansaba un momento a la hora de contar mil y una anécdotas y conversaciones de su vida o de sus películas. Difícilmente se le gastaban las palabras para hablar al mismo tiempo de Luis García Berlanga, Rafael Azcona o Fernando Fernán Gómez, como de Alejandro Amenábar, Mateo Gil o David Trueba. Fue una especie de eslabón intergeneracional capaz de congregar a su alrededor una compañía de todas las edades. Si no, que les pregunten a Edu Galán, Andreu Buenafuente, Berto Romero y Arturo Valls, que produjeron su última película Tiempo después desde la admiración y la amistad absolutas.

Precisamente la novela homónima en la que se basó esta película fue el punto de partida de la entrevista que le encargamos a Edu Galán con José Luis Cuerda para la revista Minerva. Por entonces Galán ya introducía esta novela dentro de la que denominó como «cuatrilogía albaceteña». Esta partía con Total, seguía con Amanece que no es poco y con Así en el cielo como en la tierra, y se cerraba con Tiempo después, cuya materialización en cine aún no era ni un proyecto concreto en el momento de hacer aquella entrevista.

Cuarenta años más tarde, al bendito José Luis Cuerda no se le puede colocar en una generación determinada. Cuerda tiene una extraña virtud, solo al alcance de unos pocos cineastas y de nuestro Señor Jesucristo: que su filmografía cómica sea él. Que, al abrir la boca, casi todo lo que dice José Luis pueda ser cine, su cine.

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Rafael Llano y el compromiso de Tarkovski

Rafael Llano, profesor de la Facultad de Ciencias de la Información en la Universidad Complutense de Madrid y autor de Andréi Tarkovski. Vida y obra, pronunció la conferencia de los #lunesalCírculo Ni la política ni los grandes inquisidores, solo la cultura buscada personalmente nos podrá salvar en torno a la exposición Andréi Tarkovski y El espejo. Estudio de un sueño, que puedes ver en el Círculo hasta el 27 de enero de 2019, y que se complementó con un ciclo de cine con todas sus películas hasta finales de 2018.

Imagen del rodaje de El Espejo, cedida por el Instituto Internacional Andréi Tarkovski.

Llano analizó la filmografía de Tarkovski relacionándolas con las claves de su cine, que básicamente están alineadas con una forma de pensar y una forma de vivir próxima a la inteliguentsia rusa, una élite intelectual que tenía como fin en la vida la propagación de la cultura y las artes. «Un intelectual en Rusia era una persona que consideraba la cultura y la expresión artística, como lo más elevado. Eran personas que comprendían el presente y el pasado para leer así el futuro y lo sacrificaban todo por ello, aunque eso les marginara socialmente». El cine de Tarkovski podríamos decir entonces, está comprometido con el espectador, y se anticipó al futuro, lo que hizo que hoy en día no haya perdido vigencia.

Tarkovski estaba obsesionado con la respuesta del público a sus películas y guardaba las cartas en las que recibía comentarios, algunas de las cuáles se pueden ver en la exposición traducidas. Para él, la libertad creativa del cine era un compromiso con la sociedad en que vivía. En esa tarea comprometida explicaba: «Lo trágico es que no sabemos ser realmente libres […] Que no se me entienda mal: estoy hablando de la libertad en el más alto sentido ético del término. No estoy queriendo polemizar contra los indiscutibles valores que caracterizan a las democracias occidentales. […] Pero también bajo las condiciones de esas democracias surge el problema de la falta de espiritualidad y de la soledad de los hombres. A mí me da la impresión de que en la lucha por las, sin duda, importantes libertades políticas, el hombre moderno ha olvidado aquella libertad de que disponían los hombres de todos los tiempos: la libertad de ofrecerse en sacrificio, de darse a sí mismo a su época y a su sociedad.» (1). Quizás ahí podemos encontrar muchas respuestas que surgen en películas como Sacrificio o Solaris.

Lo cierto es que ese alejarse de “lo popular”, del producto cinematográfico de éxito, no le hizo llegar a tener un público masivo, pero sí muchos seguidores fieles y reconocimiento internacional, que quizás hoy, visto como un director de culto, sea más amplio de lo que pudiera imaginar (3). Un tema que nos aproxima al debate del producto cultural y su consumo y a la lucha de muchos centros culturales por mantener la identidad y esas convicciones culturales frente a los gustos más extendidos. Hoy, lejos de lo que se pudiera pensar, la tecnología sí que ayuda, en ocasiones, a aproximar productos culturales a priori minoritarios a grandes públicos potenciales que, de otra manera, jamás habrían conocido. Algo de lo que hablaba hace unos meses nuestro director, Juan Barja, en la presentación de la temporada del CBA.

 

Otra característica que destacó Llano en su conferencia es el antibelicismo del cineasta. «Tarkovski fue antibelicista. Su infancia se interrumpió por la guerra y su padre tuvo que marchar al frente. El ideal infantil destruido por la guerra lo marcó toda la vida y solo con imágenes lo refleja en La infancia de Iván» Rafael Llano. Esa sensibilidad también se puede palpar en las escenas de los españoles en El espejo, que fue incluída en la película después de que Tarkovski escuchara la historia de los niños de la Guerra Civil por boca de su amigo Ángel Gutiérrez. La traumática despedida de los niños en el puerto de la película guardan un paralelismo con las lágrimas que Ángel y su hermana mayor derramaron después de que a su hermana pequeña no la dejaran subir al barco chino que los llevaba a Leningrado escapando de los horrores de la guerra. «Pero Tarkovski  —apuntaba Llano— sabe que ante la violencia y el horror hay un mundo de belleza que oponer. Uno viene de los sueños y otro de la naturaleza misma. Quizás por ese acoplamiento del cine a los ritmos naturales rodaba la ficción como un documental».

Tarkovski salió de la URSS sabiendo que eso le costaría, muy probablemente, no volver a ver a su hijo —de hecho solo lo volvió a ver por intercesión de Miterrand justo antes de morir—. El proyecto soviético para él, estaba acabado, como confirmó Llano en esta conferencia. Sin embargo, tampoco se encontraba del todo a gusto en Italia. «Hoy he pecado, me he comprado unos zapatos, escribió una vez —contó Llano—. No entendía el consumismo ni el amor a la ciencia de Occidente. Miedo, dinero, entretenimiento e incultura era lo que veía y le preocupaban. Lo cuenta en Sacrificio».

No debió ser fácil para Tarkovski encontrarse extraño entre dos aguas: una Unión Soviética que agonizaba y que era una sombra de lo que fue culturalmente; y un mundo occidental sumido en el consumismo y el fast food, aplicado no solo a lo alimenticio. Su desazón y su lucha también están reflejadas en este párrafo suyo que rescatamos de su Martirologio y que también se recoge en Narraciones para cine (2):

[…] todo lo que la humanidad destaca como una nueva manera de conocer el mundo, a mí me parece un intento de explicarlo con métodos inadecuados. No puede ser cierta la fórmula E = mc2, puesto que no puede existir el conocimiento positivo. Nuestro saber es sudor, excrementos, es decir, las funciones que acompañan la existencia y que no tienen ninguna relación con la Verdad. […] El conocimiento de la verdad se consigue con el corazón, con el alma.

No cabe duda que cada apartado de esta conferencia que te invitamos a ver, nos podría introducir en mil y una reflexiones en torno a la creatividad en general, al cine, al arte, a las audiencias y los públicos, a la moral… Tarkovski era mucho más que un director de cine al uso, era un auténtico activista de la cultura.

Entrevista con Rafael Llano en Radio Círculo

 

PRÓXIMAS CONFERENCIAS SOBRE TARKOVSKI en los LUNES, AL CÍRCULO (entrada libre)

14 enero a las 19:30h.: Conversación entre Ángel Gutiérrez, amigo de Tarkovski y dramaturgo, y José Manuel Mouriño, comisario de la exposición.
21 enero a las 19:30h.: Jean Christophe Bailly, El vértigo de la imagen.

 

MATERIAL CONSULTADO

Conferencia de la charla de los Lunes Al Círculo de Rafael Llano.

Exposición Andréi Tarkovski y El espejo. Estudio de un sueño.

Catálogo homónimo de la exposición de Tarkovski en el CBA (descargable).

(1) Esculpir en el tiempo. Andréi Tarkovski.

(2) Narraciones para cine. Guiones literarios. Andréi Tarkovski. Editorial Mardulce.

(3) Radio Círculo. Entrevista a Rafael Llano y Manuel Asín en Ecos del Círculo.

Todas de las reflexiones del profesor Llano están recogidas en su libro Andréi Tarkovski. Vida y Obra, Mishkin Ediciones.

 

Pedro Costa. Oscurecer la oscuridad

Valerie Massadian
Valerie Massadian

El desaparecido barrio de Fontainhas, en Lisboa, se convirtió hace algunos años en el estudio de grabación de Pedro Costa, un cineasta mimetizado hoy con su trabajo, que es su solemnidad y su vida. El contacto con los hombres y mujeres que habitaban este suburbio (desplazados, pobres, locos, marginales, sombras) hizo virar su manera de interiorizar y materializar el cine: No quarto da Vanda (El cuarto de Vanda, 2000) inauguró una etapa en la que las grabaciones se reducen en equipo, presupuesto y medios materiales, y se intensifican en trabajo físico, emocional e intelectual.

El Cine Estudio del Círculo de Bellas Artes estrenó el pasado 22 de septiembre su último largometraje, Cavalo Dinheiro (Caballo Dinero, 2014), premiado en Locarno y Sevilla, y protagonizado de nuevo por Ventura, un hombre caboverdiano con una vida de trabajo y pobreza, con un cuerpo deteriorado y una mente enferma, que deambula por pasadizos y bosques febriles, entre la Revolución de los Claveles y la actualidad.

Hay en el cine de Pedro Costa una voluntad sincera y comprometida de visibilizar sufrimiento y catástrofes, de rechazar lujos y conquistas. Hay una necesidad de volver a aprender algo, hay miedo, hay memoria, hay dominio del espacio, hay cine clásico. Y hay una manera de rodar que se aleja de la escritura en virtud de la vivencia. Sus películas nos sitúan en esos pliegues de la realidad donde la oscuridad se oscurece y es bella y duele.

Coincidiendo con la proyección de Caballo Dinero en el Cine Estudio, tuvimos la oportunidad de dialogar con el director portugués en los estudios de Radio Círculo. A continuación incluimos el audio con el reportaje que nuestros compañeros de Apuntes del Círculo han elaborado sobre este cineasta, con algunos extractos de la entrevista. Además, la revista Minerva publicará el texto íntegro del diálogo en su próximo número.

Pedro Costa (1959) sustituyó la Universidade de Lisboa, donde cursaba estudios de Historia, por la Escola Superior de Teatro e Cinema. El cine de Costa se edifica hoy sobre el concepto de antropología visual, explorado también por directores como António Reis y Ricardo Costa. Sus herramientas básicas de trabajo son las cámaras ligeras de vídeo digital, con las que retrata espacios reales poblados por personas marginadas, también reales. Su cine, según sus propias palabras, es “una puerta cerrada que nos deja adivinando”. En él, se percibe su admiración por John Ford, Howard Hawks, Fritz Lang y Jacques Tourneur. Entre sus películas, cabe mencionar O sangue (La sangre, 1989), Casa de lava (1995), Ossos (Huesos, 1997), No quarto da Vanda (El cuarto de Vanda, 2000), Juventude em marcha (Juventud en marcha, 2006) y su reciente Cavalo Dinheiro (Caballo dinero, 2014).

 

Shakespeare en el cine mexicano: he ahí la cuestión

cantinflas the swan

Este 16 de septiembre el Cine Estudio conmemorará una doble efeméride; por un lado, el Día del Grito de Dolores, día nacional de México que como todos los años sumará una serie actos culturales en la capital madrileña. Y por otro lado el cuarto centenario de la muerte de Shakespeare, del que se vienen realizando innumerables actividades a lo largo de todo este 2016, y al que nos sumaremos con esta jornada en torno al dramaturgo inglés desde un ángulo insólito a la par que iluminador: el del papel que han jugado las adaptaciones shakespeareanas más o menos directas en la historia del cine mexicano.

Ese es precisamente el título de la conferencia gratuita que impartirá Alfredo Michel Modenessi en el Cine Estudio, el día 16 a las 19:30: “La presencia de Shakespeare en el cine mexicano”. Michel Modenessi es catedrático de la UNAM, traductor y adptador de obras de Shakespeare, y Director Académico del Centre for Mexican Studies de Londres.

Esta conferencia, así como la proyección de una adaptación de Otelo a la que se referirá Michel Modenessi en su charla —Huapango, de Iván Lipkies, que se podrá ver justo a continuación, a las 22:00–  se enmarcan en el coloquio “Shakespeare en la lengua de Cervantes, a 400 años”, que organiza el Centro de Estudio Mexicanos UNAM-España en colaboración con la editorial Espasa y con el Centro de Estudios Mexicanos UNAM-Reino Unido, y que el día 21 de septiembre a las 19:30 reunirá en Casa de América a tres de los principales traductores de Shakespeare al castellano: Ángel-Luis Pujante, de la Universidad de Valencia, Salvador Oliva, de la Universitat de Girona, y el propio Alfredo Michel Modenessi, moderados por el Premio Nacional de Traducción y miembro de la RAE Miguel Sáenz.

El doctor Michel Modenessi ha preparado un texto de introducción a su conferencia del Cine Estudio, que reproducimos a continuación a la vez que os invitamos a todos a venir a escucharle y a disfrutar de esta jornada de celebración del mejor cine mexicano y la mejor literatura universal.

*

“En las últimas cuatro décadas, la presencia de Shakespeare en el cine se ha multiplicado como nunca. Naturalmente, a ese crecimiento lo ha acompañado una equiparable proliferación y diversificación de los estudios respectivos, relativos no sólo a la lógica cantidad de producciones angloparlantes de antes y ahora, sino también a la quizá insospechada cantidad de filmes realizados con base en Shakespeare por artistas y en mercados no anglófonos ni eurocéntricos. En ese contexto, México no es excepción. La filmografía derivada de Shakespeare en la industria mexicana quizá no es abundante, pero sí interesante: en ella hay muy estimulantes películas enteras y segmentos tanto derivativos como alusivos a los textos de Shakespeare y arquetipos relacionados. El fin de esta charla será presentar y comentar ejemplos como Romeo y Julieta (Miguel M. Delgado, 1943, con “Cantinflas” en el protagónico), Huapango (Iván Lipkies, 2003), El charro y la dama (Fernando Cortés, 1949), Amar te duele (Fernando Sariñana, 2002) y Besos de Azúcar (Carlos Cuarón 2013), a fin de bosquejar un panorama histórico — que no una historia — de la presencia de Shakespeare en el cine mexicano.”

Alfredo Michel Modenessi

Objetivo Welles

Treinta años después de la muerte de Orson Welles, continúan apareciendo materiales que se consideraban perdidos. Aun así, sus películas inacabadas y su obra televisiva siguen siendo las grandes desconocidas. La Escuela de las Artes 2016 dedicará un curso (20-24 de junio) a la figura de Welles, colocándolo en la categoría de gran creador (más que como gran cineasta), y añadiendo a su estudio los trabajos que realizó para el teatro, la radio y la televisión. El curso estará dirigido por Santos Zunzunegui, Catedrático de Comunicación Audiovisual y Publicidad en la Universidad del Pais Vasco. De su libro Orson Welles (Madrid, Cátedra, 2011), extraemos el siguiente fragmento, dedicado a El Cuentacuentos, un piloto que rodó para la serie de televisión The Fountain of Youth.

El “cuentacuentos”

“La pobreza de la televisión es algo maravilloso (…) Es un medio maravilloso en el que el espectador no está a más de un metro cincuenta de la pantalla, pero no es un vehículo dramático sino narrativo, puesto que la televisión es el medio de expresión ideal del narrador… (…) La televisión es un medio de satisfacer mi inclinación a contar historias a la manera de los narradores árabes en la plaza del mercado. Me entusiasma, no me canso nunca de oír o relatar historias y cometo el error de creer que todo el mundo participa del mismo fervor. Prefiero las narraciones a los dramas, a las obras de teatro, a las novelas: es una característica importante de mi personalidad”.

Estas declaraciones de Orson Welles, realizadas en 1958 a André Bazin y sus colegas de Cahiers du Cinéma, dejan meridianamente clara su concepción del espectáculo televisivo. No se trata de un canal destinado a albergar la exhibición de películas jibarizadas sino más bien, de una radio con imágenes, en la que pueden desplegar todo su poder de encantamiento los cuentacuentos. Pocos ejemplos mejores que el programa calificado por Peter Bogdanovich como “el mejor show de televisión que nunca he visto”:  The Fountain of Youth se rodó en 1956, producido por la compañía Desilu, propiedad de los amigos de Welles, Desi Arnaz y Lucille Ball. Pensado inicialmente como un piloto para una serie, el episodio no tuvo continuidad y tuvo que esperar dos años para que fuese emitido por la NBC en el marco del Palmolive Colgate Theatre. Ese mismo año el programa fue galardonado con uno de los premios Peabody a la creatividad televisiva.

fountain

Para su primera incursión en el campo de la ficción televisual, Welles eligió un relato corto de John Collier[1] ambientado en los años veinte. Cuenta la historia del endocrinólogo Humphrey Baxter (“the gland man” como se le conoce por la prensa) que en su madurez se ve atraído por una starlette de Broadway con la que contrae matrimonio. Cuando Baxter debe abandonar Nueva York para una estancia de tres años en Viena, su joven esposa cae en las redes de un atlético y apuesto tenista. Pero Humphrey que es un hombre de paciencia (“puedo esperar” será su lema a lo largo de todo el relato) difunde, a su retorno, a través de los medios de comunicación que en sus años de colaboración en Europa con el doctor Vlingeberg, ha conseguido aislar el suero de la juventud. De inmediato la pareja formada por su antigua esposa Caroline y su nuevo amor Alan se presentan en su laboratorio para interesarse por el sensacional descubrimiento. Humphrey les hace un fantástico regalo de boda: la última porción del suero que existe de las tres que lograron producir en Viena. Las dos porciones restantes fueron tomadas por él mismo y por el doctor Vlingeberg, un hombre de sesenta y ocho años de edad y horriblemente feo que, como dirá Baxter a la joven pareja, permanecerá con 68 años y horriblemente feo durante los doscientos años que durará el efecto de la pócima. De una sola cosa advierte Baxter a los nuevos esposos: la dosis no puede dividirse en dos pues perdería todos sus efectos. Únicamente podrá, por tanto, ser tomada por uno de ellos. De vuelta a casa, tanto Alan como Caroline se muestran inicialmente partidarios de que sea el otro el que tome el brebaje. Ante la imposibilidad de decidirse (los dos se niegan enfáticamente a ser el único beneficiario del descubrimiento) deciden colocar el frasquito con la poción mágica en la repisa de la chimenea que preside el comedor de su mansión como símbolo de la confianza que ambos mantienen en su amor mutuo. Pero a medida que determinados síntomas de envejecimiento sean constatados por uno y otro (Alan tendrá problemas en sus partidos de tenis; Caroline verá en peligro su papel preponderante en la obra que representa exitosamente en Broadway a causa de la llegada de otra actriz un poco más joven), las cosas tomarán otro cariz. Ambos, decidirán tomar la poción a espaldas del otro, rellenando después el frasquito con agua medicinal. En la última escena del relato, Caroline visitará a Humphrey para darle cuenta del fin de su relación con Alan y recibir la revelación de que lo que bebió era meramente agua salada.

Sin duda estamos ante una comedia ligera y como tal la trata Welles. Pero no deja de subrayar la enjundia de su dimensión más oculta. The Fountain of Youth se presenta como una reflexión en torno al narcisismo, ese mal que, como explica Baxter, divide al mundo en dos grupos, los que lo padecen y el resto de la humanidad. Aunque lo que cuenta en esta pequeña película es, sobre todo, la extraordinaria gama de recursos estilísticos desplegados por el cineasta para poner en escena esa combinación explosiva del “eterno triángulo” con la “eterna juventud”.

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Antonio Naharro. Cine y vida.

Actualidad absoluta: se celebra la 18ª Semana del Cortometraje de la Comunidad de Madrid hasta el 17 de abril en el Cine Estudio del Círculo de Bellas Artes.

Punto de encuentro entre profesionales y aficionados a este género, cuyo objetivo es la divulgación del cortometraje entre el público madrileño. Con un completo programa de encuentros, jornadas, talleres y proyecciones especiales, que se desarrolla en más de 66 municipios de la región, su eje central es la sección oficial que se proyecta en el Cine Estudio.

Entre tan variada propuesta, se asoma la mirada del director, guionista y actor Antonio Naharro, que presenta su nuevo cortometraje Amén el jueves 14 de abril.

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Naharro no es nuevo en esto: En 2002 estrena su primer cortometraje Uno más, uno menos (2002). El siguiente, Invulnerable (2005) obtuvo más de 35 premios nacionales e internacionales. Tras ello, se lanza al largometraje con Yo también (2009) que, entre otros tantos galardones y nominaciones, gana dos conchas de plata en el Festival de Cine de San Sebastián a mejor actriz y mejor actor.

Tuvimos la suerte de que viniera a Ecos del Círculo, magazine cultural de Radio Círculo, para hablar de Amén, del cortometraje, del cine; de lo humano y de la vida.

David Coello

 

Números que sonrojan: el estado de la cultura en España

El Círculo de Bellas Artes acogió la presentación del Informe sobre el estado de la cultura en España 2016. La cultura como motor de cambio, dirigido y coordinado por Enrique Bustamante, catedrático en Comunicación Audiovisual y Publicidad.

iva

La Fundación Alternativas avala este trabajo que, además de ofrecer un diagnóstico sobre el estado de nuestra cultura, aporta una serie de propuestas para mejorarla.

Advertimos que los resultados no son asombrosos. No extraña la eliminación de puestos de trabajo, la reducción de la oferta cultural, el descenso del número de espectadores y consumidores, las pérdidas millonarias… No extraña porque tal vez fuera esa la intención: la de acostumbrarnos, a golpe de medidas, a entender que la cultura es el último mono esto de la crisis.

El informe señala el ligero repunte que la actividad cultural ha tenido en España. Pero el daño ha sido tal, que si echamos un vistazo a los datos anteriores a 2008, conformarse con los recién publicados equivale a aceptar que hay que conformarse siempre con las sobras.

Durante estos cinco años de crisis económica se han perdido más de 100.000 empleos (léase lo que es: 100.000 personas sin trabajo), se han cerrado 4.500 empresas dedicadas a la cultura y ha bajado hasta un 27,72% el consumo de productos culturales. “Hablamos de un castigo en el IVA, de recortes muy fuertes en las ayudas de las autonomías, en grandes y pequeños municipios. En definitiva, la crisis cultural en España ha sido mucho más fuerte que la del resto de los sectores económicos”, señala Enrique Bustamante en una entrevista realizada en Radio Círculo.

La dejadez y la falta de interés por parte de las políticas culturales, han visto en la crisis económica un fantástico aliado, al abrigo del cual se han llevado a cabo medidas bien inservibles –por poco desarrolladas–, como la Ley de Propiedad Intelectual, o bien tan negativas como la modificación de la Ley de Bases de Régimen Local, que ha eliminado la obligación de las corporaciones de prestar servicios culturales. O como el tristemente célebre 21% de IVA cultural que, además de no servir para recaudar fondos, ha conseguido que los españoles frecuentemos cada vez menos lugares de consumo cultural.

Así, a lo largo del informe, elaborado gracias a la investigación de 19 expertos de diversas universidades, se hace alusión a las instituciones públicas y privadas, poniendo de manifiesto la necesidad de un apoyo explícito. Según Bustamente, “sin ayuda firme, la creatividad cultural seguirá existiendo pero será difícil que llegue al público con calidad. La cultura genera cohesión social, participación democrática… pero no puede llegar al público porque el tejido económico industrial se lo impide”.

Las recetas para mejorar la penosa situación que atraviesa nuestra cultura, lejos salir de una varita mágica, son concretas y evidentes. La Fundación Alternativas les pone nombre. Algunas de ellas son: la disminución del IVA, la restitución del Ministerio de Cultura, la recuperación de los presupuestos públicos, la reformulación del Plan de Fomento de la Lectura, un acuerdo nacional sobre el préstamo digital, la descentralización de la oferta musical en directo y el apoyo a las salas, la dotación de 90 millones para el Fondo de Ayuda a la Cinematografía, o la creación de un consejo o agencia del diseño.

Como decíamos al principio, y apunta Bustamante, “nos encontramos en un punto de inflexión en medio de la crisis que hemos sufrido y parece que hay algunos signos de recuperación”. Sin embargo, el informe evidencia que además de ser una mejora poco significativa, la distancia con los datos pre-crisis está aún muy lejos de salvarse.

Mucho más difícil aún va a ser que se extienda la idea del subtítulo de este informe: “La cultura como motor de cambio”. Incluso entre parte de las personas que conforman el sector. Será complicado quitarse el polvo pedigüeño con el que llevan años cubriendo las espaldas culturales. Será complicado no conformarse con la inclusión de apuntes sueltos y generales en los programas electorales.

Parece evidente que va siendo hora de sacar la Minerva que todos llevamos dentro.

Puedes escuchar la entrevista a Enrique Bustamante aquí:

Por Rosa Tasyaran y Sofía García