A finales de los años veinte, y tras ocupar el puesto de secretario de la Embajada de Washington, el diplomático Edgar Neville aprovecha sus primeras vacaciones para marchar a Hollywood y conocer desde dentro el mundo del cine que tanto le fascina. La simpatía arrolladora de Neville le granjeará inmediatamente la amistad de la aristocracia de la pantalla (desde Charles Chaplin hasta Douglas Fairbanks o Mary Pickford), pero sobre todo le abrirá las puertas de la Warner. Son los años de inicios del sonoro, el doblaje no existe todavía y el subtitulado es una opción poco viable para la exhibición de películas, por lo que las grandes majors deciden explotar sus películas en el extranjero realizando versiones de sus cintas de éxito en otros idiomas, aprovechando los planos generales de las cintas originales y refilmando los primeros, cortos y medios planos tras sustituir a los actores americanos por otros procedentes de los países en los que se hablen las lenguas de la nueva versión. Unas multiversiones idiomáticas que cuentan con la supervisión de un director americano perteneciente a la nómina del estudio, pero también con la dirección más o menos efectiva de una persona que domine la lengua versionada.
Hollywood
aproximarse a un misterio
“Cualquier biografía es siempre una aproximación a un misterio”. El último de los enigmas a los que se ha asomado Ian Gibson es el director Luis Buñuel, un hombre de personalidad escurridiza que, en palabras del hispanista de origen irlandés, nunca desvistió “su verdad interior”; más bien se despojó de la ropa en sus películas, dejando inscrita en ellas su esencia.
Ian Gibson presentó el pasado 30 de octubre en el Círculo su último libro, Luis Buñuel. La forja de un cineasta universal. 1900-1938. En él, profundiza en las raíces de la obra cinematográfica del cineasta de Calanda, plena de resonancias personales y cada vez más valorada internacionalmente. Aprovechando su presencia en la casa, le hicimos una breve entrevista.
ciclo: lubitsch en hollywood
Arranca mañana en el Cine Estudio un ciclo dedicado a uno de los grandes maestros de la comedia, Ernst Lubitsch. La retrospectiva, realizada con la inestimable colaboración de Centro Sefarad-Israel, revisa las mejores películas de la última etapa del realizador.
Nacido en el Berlín de finales del XIX de una familia judía askenazí, Lubitsch comenzó a trabajar en su juventud en el teatro y el cine, centrando su carrera con el paso del tiempo en la escritura y la dirección. Su temprano éxito lo convierte en uno de los realizadores más famosos del momento y no tarda en ser reclamado por Hollywood, donde desarrollaría una filmografía que llegará a su plenitud con la llegada del cine sonoro: el uso de la palabra hablada le permitirá desarrollar con plenitud unos guiones perfectamente estructurados que caracterizan ese “toque Lubitsch” que marcaría a fuego el cine mundial y que a su muerte tendría continuidad gracias a una larga lista de alumnos, entre los que destaca otro joven centroeuropeo emigrado a Estados Unidos: Billy Wilder.