Llegaba Rufus T. Firefly al ciclo #FronteraAmbar del Círculo de Bellas Artes con la promesa de un concierto especial celebrando sus 10 años de existencia, después de haberse confirmado en 2015 como una de las bandas más prometedoras del panorama del rock alternativo nacional y de haber recibido unas excelentes críticas por su último álbum, Nueve.
Recuerdo esas palabras un tanto cursis y manidas de Valdano: “El fútbol es un estado de ánimo”. Lo cierto es que todo lo que surge de la mano del hombre es reflejo de un estado de ánimo, y más en el campo de la creación y la cultura. Rufus T. Firefly está en ese punto de inflexión en el que, tras estos 10 años de camino independiente, está llamado a dar el gran salto, como ya ocurriera en su momento con Vetusta Morla o con Izal. La banda arancetana está en un vértice de felicidad, pasión, emoción, puro disfrute…, algo que Vic dejó entrever en sus palabras antes de comenzar el concierto y que corroboraron a lo largo de cada minuto del mismo encontrando una emoción recíproca en el público congregado, desde sus primeras canciones en inglés (There are no fireflies, Invisible, Disilusion…), hasta los temas con los que cerraron, Pompeya, El increíble hombre menguante o El problemático Winston Smith, pasando por La historia secreta de nuestra obsolescencia, Somos el enemigo, Demerol y piedras o Un mundo sin abejas, entre otras muchas.
Esperamos no equivocarnos, ya no sólo por el bien de Rufus T. Firefly, que se merece todo lo mejor después de 10 años batallando con 5 discos y 48 canciones en la mochila, sino por el bien de la música española en general. Creemos que este segundo concierto del ciclo #FronteraAmbar será de esos en los que, para los que tuvieron la suerte de asistir, con los años podrán sacar pecho y presumir como un pavo: “Yo estuve allí”.
El grupo derrochó talento y desparpajo en el escenario de la Sala de Columnas, por el que también desfilaron amigos del grupo como Manuel Cabezalí, uno de los productores musicales más importantes del panorama indie, así como a Alberto, que dejó la banda en noviembre, y que ofreció la alternativa a su sustituto Rodrigo a los teclados, después de subirse al escenario en la cuarta canción.
Musicalmente cabe destacar el virtuosismo de los cinco. No creo que se pueda poner un pero ni a la base rítmica, ni a los solos, ni a las voces y coros. Estamos ante uno de los quintetos que más dará que hablar este 2016 (si les dejan). Es tiempo de festivales y de que les den la alternativa en plazas más grandes para demostrar que esa sinergia increíble que produjeron el viernes pasado en el CBA, la puedan repetir con un público masivo.
Pero tras la tempestad toca calma, por lo menos hasta el 29 de abril, fecha en la que regresa un nuevo concierto fronterizo a #FronteraAmbar. En esta ocasión, Julián Maeso, que nos deleitará con otro concierto diferente y no menos especial en acústico. Las entradas estarán contadas, ya que es “sentado”. ¡Date prisa! Anticipada a 12€.