Arranca esta semana en el Cine Estudio un ciclo que recorre las siete películas fundamentales de la carrera de François Truffaut, uno de los cineastas clave para entender el proceso de renovación que viviría el cine europeo en la década de los sesenta y que cambiaría definitivamente el transcurrir de la historia del cine. Tras comenzar su aventura cinematográfica como crítico en la revista Cahiers du Cinéma, Truffaut desplegaría en la pantalla ya desde su primera película, Los 400 golpes (1959), un universo personal que sería constante a lo largo de toda su carrera en el que el amor, la infancia, la literatura y la muerte tendrían una presencia fundamental.
Resulta difícil hacerse una idea, casi medio siglo después, del eco y las consecuencias que acarrearía el estreno de Los 400 golpes en el panorama cinematográfico mundial. Si bien su rodaje fue recibido con cierto escepticismo por la vieja guardia del cine francés, que veía en la película una intromisión de una nueva generación de realizadores que no manejaban el lenguaje cinematográfico tradicional, el estreno de la película en el Festival de Cannes sorprendió a todos los presentes. Si bien sería la película de Marcel Camus Orfeo negro la que terminaría alzándose con la Palma de Oro, Los 400 golpes sería la cinta destinada a marcar la edición. El premio a mejor director para Truffaut lo consagraría definitivamente en el panorama cinematográfico mundial, y las resonancias de la película serían inmensas en todo el planeta, consiguiendo una nominación al Oscar y dando carta de nacimiento al concepto de los Nuevos cines que renovaría el lenguaje cinematográfico en un primer momento en Europa y en segunda instancia en todo el mundo.
Pese a este debut en una cinta de clasificación tan intangible como la autobiografía, Truffaut fue siempre un gran amante del cine de género, y como tal su encuentro con Alfred Hitchcock a mediados de los sesenta en Nueva York daría lugar no sólo a un libro de entrevistas considerado uno de los clásicos ineludibles de la bibliografía cinematográfica, sino a una revitalización del cine policíaco en la línea de trabajo para el director francés. La piel suave (1964) será el resultado de ello: tomando como punto de partida una serie de historias de adulterio y asesinato que había conocido por la prensa, Truffaut transforma un argumento centrado en una de sus principales inquietudes, las relaciones de pareja y la hipocresía dentro del matrimonio, en una nueva prueba de su capacidad para transformar cualquier elemento ajeno en parte de su universo creativo.
El fracaso de taquilla de La piel suave puso a Truffaut en una situación complicada ante la industria cinematográfica, y el director se vio obligado a emprender una vía comercial que creyó encontrar en una novela de Ray Bradbury de gran éxito popular, Fahrenheit 451. Truffaut consideró que el elevado volumen de ventas de la novela garantizaría la rentabilidad comercial de la cinta, pero pese a la buena acogida inicial en el Festival de Cannes (convertido desde Los 400 golpes en el lugar fetiche para los estrenos del realizador) el enfrentamiento con el público resultó una completa catástrofe. Un mal rendimiento comercial que no frustró al director, pues encontró en la película una vía para mezclar en pantalla el tono poético del cine de Jean Renoir con el suspense de otro de sus directores referentes, Alfred Hitchcock en una cinta que fue un sentido homenaje al mundo literario, otra de sus grandes fascinaciones.
El pequeño salvaje (1970) supondría otro importante jalón en la carrera de Truffaut. No sólo por el reto personal que le supuso transformar en guión una obra científica de casi imposible adaptación (las memorias de Jean Itard, que había convivido en el siglo XVIII con un niño aparecido repentinamente en la civilización tras una década sin ningún contacto con el ser humano), sino por ser su primera colaboración con el director de fotografía español Néstor Almendros, en un trabajo conjunto que continuaría hasta el final de la vida de Truffaut. Con el paso de los años, El niño salvaje ha pasado ha ser justamente considerada una de las más grandes películas de su autor.
El éxito de El pequeño salvaje convertirá a Truffaut en uno de los realizadores más admirados a nivel internacional, lo que le permitirá poder realizar a partir de entonces algunas de sus películas más personales. La noche americana (1973) será su homenaje al mundo del cine, a través de los problemas de un equipo que intenta llevar adelante el rodaje de una película en la que Truffaut volcó toda la experiencia acumulada en sus años de trabajo. El Óscar a la mejor película extranjera que conseguiría la cinta sería el reconocimiento definitivo de la industria norteamericana para el realizador. El último metro (1980) constituirá una nueva revisitación de La noche americana: si en ésta el protagonista era el cine dentro del cine, aquí será el teatro quien se apodere de la historia, para hacer una reflexión sobre la realidad y la ficción a través de una compañía teatral que intenta sobrevivir en los años de la Francia ocupada. El ciclo concluye con la última película de Truffaut, Vivamente el domingo (1983), un nuevo regreso al mundo del thriller y el policíaco y un homenaje a su siempre admirado Hitchcock.
Os animamos a disfrutar de este ciclo en el Cine Estudio y a disfrutar de la obra de François Truffaut en un recorrido por títulos imprescindibles de la cinematografía universal.
Aquí os dejamos toda la información sobre el ciclo, ¡os esperamos!
BIBLIOGRAFÍA
François Truffaut: El cine según Hitchcock. Alianza, Madrid, 1974 (con numerosas reediciones posteriores).
Marcel Moussy: Los 400 golpes. Versión novelada del film de François Truffaut. Dux, Barcelona, 1961.
Serge Toubiana y Antoine de Baecque: François Truffaut. Plot, Madrid, 2006.