En paralelo a la exposición que se inauguró en el CBA el 21 de diciembre, el Cine Estudio acoge una amplia retrospectiva de películas de Stanley Kubrick, uno de los cineastas más influyentes y controvertidos de la contemporaneidad.

«Obstinación, audacia, orgullo, cerrazón —progresivamente trocó su humanidad por un poder demiúrgico—. Hacia las alturas desde las que Welles —su maestro— no cesa de caer, Kubrick, impedido como estaba para el teatro (es decir, para la humanidad), asciende sin cesar y crea mundos obturados demasiado grandes que dioses aturdidos o gesticulantes recorren en todos los sentidos. Dioses pero no hombres, muestras bastante insulsas de especie humana. Hay todavía tiempo en esos espacios atravesados, es incluso aquello que los constituye, pero es un tiempo que se ha salido de la Historia incluso cuando los temas son historiados, tiempo puro entregado al espectador que venera el mismo ídolo que el cineasta —el Cine. No es su tiempo biográfico —su edad de hombre— ni tampoco la época, contemporánea a tal o tal película, es una duración de consunción, ese tiempo imaginario que atraviesa una película entera para alcanzar un más allá del tiempo que dispensa del tiempo humano. La distancia post-mortem fue su número de oro.»

(«La barbe de Kubrick», Jean-Claude Biette, 1999).