Como una enorme cicatriz en su corazón, el Danubio, el río más largo de la Unión Europea, es fiel testigo de los cambios en la Historia y la Geografía de Mitteleuropa (Europa Central). El fotógrafo madrileño Paco González San Agustín ha captado con su objetivo no solo los bellos y evocadores paisajes que lo circundan desde su nacimiento en la Selva Negra hasta su desembocadura en el Mar Negro, sino también esas heridas latentes que lejos de cerrarse, supuran de cuando en cuando en forma de guerras, tensiones de todo tipo o migraciones. En sus fotografías están presentes las huellas de la historia y de la cultura de la vieja civilización danubiana, la de esa Europa Central con su mosaico de pueblos, certezas, inquietudes y esperanzas. La elaboración de este proyecto ha sido un viaje por el espacio y por el tiempo, transitando entre el pasado y el presente para intentar comprender el sentido de los acontecimientos contemporáneos. Y como no podía ser de otra manera, el libro El Danubio, de Claudio Magris (1986), ha sido la obra de referencia imprescindible en este periplo. Sin embargo, han pasado ya casi treinta años desde su publicación y esta muestra fotográfica, que se acompaña de un catálogo homónimo, viene a ampliar ese fascinante viaje iniciado por Magris, a través de las nuevas realidades y acontecimientos históricos surgidos en los territorios de influencia del Danubio. Entre ellos, la caída del Muro de Berlín y de los regímenes socialistas; la terrible guerra de los Balcanes y el reverdecimiento de las tensiones étnicas y religiosas que, aunque parecían superadas, se enmarcan dentro de la peor tradición europea; el papel reforzado de Alemania en un contexto de crisis económica; o los nuevos movimientos migratorios desde Oriente Próximo. Paco González San Agustín presenta una exposición en la que por medio de una selección de sesenta fotografías, acompañada de los textos que inspiran este viaje, permite rastrear los espíritus de Céline en Sigmaringen, Heidegger en Meekrich, Einstein en Ulm, Kepler en Ratisbona, Lukács en Budapest y Canetti en Bulgaria, así como hace visibles los del Príncipe Eugenio, Napoleón y Solimán el Magnífico. Pero esta muestra, también pone sobre la mesa el controvertido nexo entre el germanismo y el concepto de Mitteleuropa con todas sus connotaciones políticas más allá de lo puramente geográfico.