No me da la vida, te dejo que voy con prisa, a ver si nos vemos, que hace siglos, cojo el sofá y no tardo ni cinco minutos en dormirme… ¿Te suenan estas frases? El neoliberalismo contemporáneo, si bien nos regala la ensoñación del “si quieres, puedes”, de una mayor autonomía personal y libertad, genera una tensión con nuestro tiempo, nuestra economía y nuestros cuerpos. La precarización, la desigualdad y la exclusión son algunos de sus síntomas sociales y el estrés, la extenuación y la depresión, sus consecuencias individuales. Pablo López Álvarez, profesor titular del Departamento de Filosofía y Sociedad de la UCM e investigador principal junto a Nuria Sánchez Madrid del proyecto «Precariedad laboral, cuerpo y vida dañada. Una investigación de filosofía social», nos aproxima, desde un punto de vista filosófico a estas transformaciones sociales que, sumadas a otras, están en el vértice de un nuevo cambio antropológico. Clara Navarro Ruiz acompañará a Pablo López Álvarez en esta conferencia.

La revolución neoliberal iniciada hace más de cuatro décadas implicó una profunda transformación de las políticas de control de los cuerpos que habían sido características de las formas capitalistas anteriores. Allí donde habían prevalecido los principios de la disciplina laboral, la regulación estatal y la organización colectiva del trabajo se extendían nuevos lenguajes de la subjetividad, la autonomía y la creatividad, elementos que se consideraban necesarios para la reactivación del crecimiento económico y la adaptación a contextos cambiantes. Los intensos programas de reforma se apoyan de maneras diversas en la utopía de una sociedad de sujetos autosuficientes, competitivos y responsables, inscritos en entornos que favorecen la iniciativa empresarial y la realización personal. El giro subjetivo en los patrones de trabajo, consumo e interacción sirve para decretar el final de las sociedades de la normalización y la disciplina.

La evolución de las sociedades neoliberales, especialmente desde 2008, obliga a evaluar de una manera diferente los efectos de aquella utopía. La gramática del empresario de sí, la flexibilidad y la autonomía personal ha justificado la transición a una experiencia social definida por rasgos como la inseguridad, la precarización de la existencia y el incremento de la desigualdad y la exclusión. Como toda revolución, el neoliberalismo combina elementos de liberación de los cuerpos y de nuevas disciplinas corporales. La promesa de terminar con la disciplina y la burocracia laboral se invierte, según señala Mark Fisher, en la multiplicación de los procedimientos de autoexamen, la sobrecarga laboral y la privatización del estrés, y las prácticas «biopolíticas» no parecen referirse ya tanto a la administración estatal de la vida cuanto a la rentabilización de la enfermedad socialmente inducida: patologías asociadas a la presión, el malestar y el desgaste del cuerpo. Como escribe Anne Boyer en Desmorir (2019): «si el agotamiento es un tema que vuelve a estar de moda es porque una sensación que una vez fue proletaria se ha convertido en la sensación de la totalidad proletarizada».

¿De qué manera contribuye la historia de la filosofía a pensar estas transformaciones? La compleja historia del neoliberalismo no es, en realidad, ajena a categorías rectoras del pensamiento moderno, como el yo libre y concepciones específicas de la salud, la creatividad y la plasticidad. Su declive, por contraste, coloca en primer plano las cuestiones de la vulnerabilidad, la interdependencia o el sufrimiento. Una mirada filosófica a este escenario puede actualizar críticamente las reflexiones en torno al cuerpo desarrolladas por Hegel, Merleau-Ponty o Judith Butler. Y ayuda también a pensar los límites y las resistencias a los modos de gobierno de los cuerpos en las sociedades contemporáneas, crecientemente inclinadas hacia variantes autoritarias o punitivas del neoliberalismo.