“La verdad de un cuerpo es su relato. Y este yace». Estamos ante un texto cuya voz poética pertenece a una mujer que pierde: los duelos, la orfandad, el deseo (ese vacío que anhela colmarse de carne y dulzura). Y es que decirle adiós a un cuerpo vivo es a veces más traumático (no necesariamente más doloroso) que la muerte; la marcha voluntaria provoca un insondable abandono. No un cuerpo alienta a la reflexión, la densidad (mediante la decantación del lenguaje), a la parada, el ahondamiento en la intimidad… desde la certeza de que el acto de parar es, hoy, una reivindicación de la salud en su sentido más amplio. Estamos ante una pequeña prenda apretada, preñada de tejidos o lenguajes afines a la autora (sonoro, corporal, poético); un texto que se gesta en el duelo (la aceptación de lo que no es); un abrigo que sublima el frío de las pérdidas; que espera impaciente a que las madres regresen del mar, sin renunciar a la musicalidad que anida en el reverso de las palabras (y de las piedras).”

Participan: Raquel Martínez, autora; Esther Ramón, poeta y Víktor Gómez, editor.  

Créditos imagen: Aída Páez