Aki Kaurismäki
“La imagen de Helsinki de Aki Kaurismäki se formó ampliamente, como la del autor de este libro, a través de las salas de cine. Cuando aprendimos a conocer la ciudad, la periferia estaba en gran parte despoblada, pero el autobús y los tranvías conducían aún hacia oscuros y lejanos cines a los que no se les había aplicado todavía el troquel de las multisalas. Quizá haya algo de esta atmósfera en los paseos en tranvía de Nubes pasajeras. Pronto las salas de cine se agruparían todas en el centro, en un radio de pocos cientos de metros, con consecuencias financieramente positivas pero psicológicamente negativas –sin hablar del espíritu del séptimo arte, del que no quedó gran cosa–. Tras recorrer largos pasillos con meandros, ahora penetramos en salas impregnadas de un tenaz olor a palomitas. Sobre una pantalla enana desfilan películas intercambiables –si el espectador no tiene entrada para la sala seis, debería con toda tranquilidad sacar otra para la ocho, sin el menor temor de que ahí se proyecte una creación personal, o dicho de otro modo: una película de autor–. Cuando me asocié con los hermanos Kaurismäki, veinte años después del Joukola de la filmoteca, para intentar resucitar las dos salas de arte y ensayo Andorra, el primer gesto de Aki fue tirar a la basura las dos máquinas de palomitas del precedente propietario de la sala. (…) Dos ejemplos pueden testimoniar acerca de la difunta cultura cinéfila de Helsinki. Todas las películas de Godard de los años sesenta fueron distribuidas en el circuito comercial, algo que desde luego no ocurrió en ningún otro lugar además de en Francia. Y, en los años setenta, Bresson daba más dinero en Helsinki que en París.”
Peter von Bagh, Aki Kaurismäki, Cahiers du cinema – Festival International du film de Locarno, París, 2006