juicio

La pasión –y éste es un motivo fundamental de la passio– no atenta sólo contra los divinos mandamientos, sino también contra el orden natural. Y por eso despierta la totalidad de las fuerzas destructivas del cosmos. Lo que cae sobre la persona apasionada no viene a ser tanto el juicio divino, como la revuelta de la naturaleza contra quien rompe su paz y deforma su rostro, un castigo profano que queda consumado a través de ella misma; y uno, además, que es obra del azar.

Julien Green

Obras II, 1, p. 336

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En la desesperante estereotipia de todos los momentos de destino, los personajes de Green se le hacen presentes al lector como las figuras del infierno de Dante en lo irrevocable del Juicio Final. Pues justamente esa estereotipia es el signo mismo del estadio infernal, y, si consentimos estudiarla a fondo, lo que normalmente se llama ‘destino’ viene a revelarse de repente como la forma perfecta, despiadada, en que el azar ordena. Como la forma más desesperante. Pues la desesperanza ya perfecta es la que se da en la perfección.

Julien Green

Obras II, 1, p. 338

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Kafka vio aparecer en el espejo que el pasado ponía ante sus ojos en forma de culpa al futuro en forma de juicio. Sobre cómo se piense ese juicio (¿no es el Juicio Final?, ¿el juez no se convierte en acusado?, ¿el mismo procedimiento no es la pena?) Kafka no nos ha dado su respuesta. ¿Esperaba algo de ella? ¿O su intención era demorarla? En todas las historias que conservamos de Kafka la épica recupera el significado que tiene puesta en boca de Sheherezade: retrasar justo aquello que tiene que llegar. El aplazamiento, en El proceso, es la esperanza que abriga el acusado, pero ello sólo si el procedimiento no se fuera volviendo la sentencia.

Franz Kafka

Obras II, 2, p. 28

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