voluntad
Sé que yo soy la esclava, usted el señor. La ley de este país le convierte en mi dueño. Puede atar mi cuerpo, atar mis manos, gobernar mis acciones. Tiene el derecho del más fuerte, aprobado por la sociedad; sobre mi voluntad no puede nada. ¡Busque pues una ley, una mazmorra, un instrumento de tortura que le otorgue un poder sobre mí! Es como si quisiera controlar el aire, aprehender el vacío.
Indiana
La fortuna no es un buen garante […]. Basta con que abramos los anales del senado británico para poder juzgar del patriotismo de sus muchos miembros opulentos. Esos que dejaron en las manos de Enrique VII, de Enrique VIII y de María los sagrados derechos de sus conciudadanos, ¿no eran todos ricos propietarios? Y aquellos que se prostituyeron a la voluntad y a los caprichos de Jaime I, de Carlos I, de Carlos II y de Jaime II, ¿no eran, todos, ricos propietarios? Los que tan vilmente se vendieron a Guillermo III y a Jorge III, ¿no eran todos ricos propietarios? Escoger nuestros diputados entre hombres de mérito y fortuna se podría ver como prudente, pero realmente cuando el lujo, el desorden, la venalidad, la lujuria y la disipación son las únicas marcas características de la clase rica, ¿por qué no elegir sólo a los hombres que parecen ser más virtuosos, más prudentes, más sabios, los que brillan en otras clases de la sociedad?
Les Chaînes de l’esclavage
“Voluntad de simultaneidad. Cada uno, a un tiempo, al mismo objeto”. “Alegorías de lo simultáneo. Propagan la buena nueva como el fuego”. “Integrar en la pública la alegría privada”
Informes sobre las fiestas de la Federación, cit. en Mona Ozouf, La Fête révolutionnaire
A finales del siglo XVIII, las afirmaciones de una voluntad innovadora se disimulan bajo las apariencias del antiguo orden [...]; es el momento en que la ideología revolucionaria aún recurre a las formas anticuadas de la tragedia clásica, y en que la retórica de los jacobinos se envuelve con las fórmulas de Plutarco y de Tácito [...]. En vez de producir una realidad enteramente nueva, se tomó por modelo un teatro de sombras
La invención de la libertad
Al no ser la Soberanía sino como tal el ejercicio de la voluntad general, no puede alienarse en ningún caso, tal como, no siendo el soberano sino un ser colectivo, sólo por sí puede ser representado. […] En cuanto un pueblo se da Representantes deja de ser libre y ya no existe
Realeza no es gobierno de uno solo. Es la radical independencia del poder que gobierna. Si el poder que gobierna es independiente de vosotros, ahí tenemos una realeza; y esa realeza es peligrosa en las manos de aquellos exentos de leyes, ya que sustituyen dichas leyes por lo que es su propia voluntad
Discurso a la Convención sobre el Ministro de la Guerra, 28-1-1793
El pueblo no tiene interés en hacer la guerra. El ejecutivo encuentra en ella, al contrario, el aumento de su crédito, dado que le ofrece mil diversos medios de practicar la usurpación. Por eso mi intención es proponeros que el ministerio militar, desligado del ejecutivo, no dependa sino de vosotros y os quede sometido de inmediato. Si queréis que vuestra institución sea realmente duradera en un pueblo que ya no tiene órdenes, evitemos que la magistratura se encamine hacia una nueva orden, una especie de nuevo patriarcado, al dirigir las armas y el ejército libremente, según su voluntad. Pues la guerra no tiene ningún freno ni una regla fijada en unas leyes, con lo cual, en sus avatares, siempre se conforman sus acciones como actos de pura voluntad. Es preciso que no haya en el Estado más que una sola voluntad, y que la voluntad que hace las leyes dirija las acciones de la guerra
Discurso a la Convención sobre el Ministro de la Guerra, 28-1-1793
La voluntad del pueblo soberano no puede equivocarse
Discurso sobre los girondinos detenidos, 8-7-1793
El colonial es un régimen instaurado mediante la violencia. Siempre se ha implantado por la fuerza. Contra la voluntad de algunos pueblos, otros más avanzados en las técnicas de destrucción o más poderosos por su número han logrado imponerse. Un sistema así, establecido mediante la violencia, no puede ya sino ser fiel a sí mismo: su duración en el tiempo está en función del mantenimiento de la violencia. Pero esa violencia nunca es una forma de violencia abstracta, no es solamente una violencia intelectualmente percibida, sino que es también una violencia del comportamiento cotidiano ejercido por el colonizador con respecto al colonizado: apartheid en África del Sur, trabajos forzados en Angola, racismo en Argelia… Desprecio y política del odio, manifestación de una violencia dolorosa y concreta
“Pourquoi nous employons la violence”, discurso de Accra, abril de 1960
Los hombres hacen lo que es su propia historia, pero no a su completa voluntad, en circunstancias elegidas libremente; bien al contrario, éstas se las encuentran hechas, terminadas, dadas como herencia del pasado. La tradición de las generaciones muertas carga como una pesadilla sobre el cerebro de los vivos. Y cuando parecen ocupados en transformarse y cambiar la realidad creando algo totalmente nuevo, a saber, justamente en el momento de una crisis revolucionaria, comienzan a evocar ansiosamente y a llamar al rescate a los manes de sus antepasados, para ir tomando entonces de ellos nombres, atavíos y consignas, representando la nueva pieza histórica con lenguaje prestado y venerablemente travestidos. Así cubrió Lutero sus facciones con la máscara del apóstol Pablo, mientras la Revolución de 1789-1814 se disfrazó de modo alternativo como República romana y como Imperio, y la revolución del 1848 no supo encontrar nada mejor que parodiar en unas ocasiones el 1789, y en otras en cambio la tradición revolucionaria del 1793-1795
El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte
Sé que yo soy la esclava, usted el señor. La ley de este país le convierte en mi dueño. Puede atar mi cuerpo, atar mis manos, gobernar mis acciones. Tiene el derecho del más fuerte, aprobado por la sociedad; sobre mi voluntad no puede nada. ¡Busque pues una ley, una mazmorra, un instrumento de tortura que le otorgue un poder sobre mí! Es como si quisiera controlar el aire, aprehender el vacío.
Indiana
La fortuna no es un buen garante […]. Basta con que abramos los anales del senado británico para poder juzgar del patriotismo de sus muchos miembros opulentos. Esos que dejaron en las manos de Enrique VII, de Enrique VIII y de María los sagrados derechos de sus conciudadanos, ¿no eran todos ricos propietarios? Y aquellos que se prostituyeron a la voluntad y a los caprichos de Jaime I, de Carlos I, de Carlos II y de Jaime II, ¿no eran, todos, ricos propietarios? Los que tan vilmente se vendieron a Guillermo III y a Jorge III, ¿no eran todos ricos propietarios? Escoger nuestros diputados entre hombres de mérito y fortuna se podría ver como prudente, pero realmente cuando el lujo, el desorden, la venalidad, la lujuria y la disipación son las únicas marcas características de la clase rica, ¿por qué no elegir sólo a los hombres que parecen ser más virtuosos, más prudentes, más sabios, los que brillan en otras clases de la sociedad?
Les Chaînes de l’esclavage
“Voluntad de simultaneidad. Cada uno, a un tiempo, al mismo objeto”. “Alegorías de lo simultáneo. Propagan la buena nueva como el fuego”. “Integrar en la pública la alegría privada”
Informes sobre las fiestas de la Federación, cit. en Mona Ozouf, La Fête révolutionnaire
A finales del siglo XVIII, las afirmaciones de una voluntad innovadora se disimulan bajo las apariencias del antiguo orden [...]; es el momento en que la ideología revolucionaria aún recurre a las formas anticuadas de la tragedia clásica, y en que la retórica de los jacobinos se envuelve con las fórmulas de Plutarco y de Tácito [...]. En vez de producir una realidad enteramente nueva, se tomó por modelo un teatro de sombras
La invención de la libertad
Al no ser la Soberanía sino como tal el ejercicio de la voluntad general, no puede alienarse en ningún caso, tal como, no siendo el soberano sino un ser colectivo, sólo por sí puede ser representado. […] En cuanto un pueblo se da Representantes deja de ser libre y ya no existe
Realeza no es gobierno de uno solo. Es la radical independencia del poder que gobierna. Si el poder que gobierna es independiente de vosotros, ahí tenemos una realeza; y esa realeza es peligrosa en las manos de aquellos exentos de leyes, ya que sustituyen dichas leyes por lo que es su propia voluntad
Discurso a la Convención sobre el Ministro de la Guerra, 28-1-1793
El pueblo no tiene interés en hacer la guerra. El ejecutivo encuentra en ella, al contrario, el aumento de su crédito, dado que le ofrece mil diversos medios de practicar la usurpación. Por eso mi intención es proponeros que el ministerio militar, desligado del ejecutivo, no dependa sino de vosotros y os quede sometido de inmediato. Si queréis que vuestra institución sea realmente duradera en un pueblo que ya no tiene órdenes, evitemos que la magistratura se encamine hacia una nueva orden, una especie de nuevo patriarcado, al dirigir las armas y el ejército libremente, según su voluntad. Pues la guerra no tiene ningún freno ni una regla fijada en unas leyes, con lo cual, en sus avatares, siempre se conforman sus acciones como actos de pura voluntad. Es preciso que no haya en el Estado más que una sola voluntad, y que la voluntad que hace las leyes dirija las acciones de la guerra
Discurso a la Convención sobre el Ministro de la Guerra, 28-1-1793
La voluntad del pueblo soberano no puede equivocarse
Discurso sobre los girondinos detenidos, 8-7-1793
El colonial es un régimen instaurado mediante la violencia. Siempre se ha implantado por la fuerza. Contra la voluntad de algunos pueblos, otros más avanzados en las técnicas de destrucción o más poderosos por su número han logrado imponerse. Un sistema así, establecido mediante la violencia, no puede ya sino ser fiel a sí mismo: su duración en el tiempo está en función del mantenimiento de la violencia. Pero esa violencia nunca es una forma de violencia abstracta, no es solamente una violencia intelectualmente percibida, sino que es también una violencia del comportamiento cotidiano ejercido por el colonizador con respecto al colonizado: apartheid en África del Sur, trabajos forzados en Angola, racismo en Argelia… Desprecio y política del odio, manifestación de una violencia dolorosa y concreta
“Pourquoi nous employons la violence”, discurso de Accra, abril de 1960
Los hombres hacen lo que es su propia historia, pero no a su completa voluntad, en circunstancias elegidas libremente; bien al contrario, éstas se las encuentran hechas, terminadas, dadas como herencia del pasado. La tradición de las generaciones muertas carga como una pesadilla sobre el cerebro de los vivos. Y cuando parecen ocupados en transformarse y cambiar la realidad creando algo totalmente nuevo, a saber, justamente en el momento de una crisis revolucionaria, comienzan a evocar ansiosamente y a llamar al rescate a los manes de sus antepasados, para ir tomando entonces de ellos nombres, atavíos y consignas, representando la nueva pieza histórica con lenguaje prestado y venerablemente travestidos. Así cubrió Lutero sus facciones con la máscara del apóstol Pablo, mientras la Revolución de 1789-1814 se disfrazó de modo alternativo como República romana y como Imperio, y la revolución del 1848 no supo encontrar nada mejor que parodiar en unas ocasiones el 1789, y en otras en cambio la tradición revolucionaria del 1793-1795
El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte
Sé que yo soy la esclava, usted el señor. La ley de este país le convierte en mi dueño. Puede atar mi cuerpo, atar mis manos, gobernar mis acciones. Tiene el derecho del más fuerte, aprobado por la sociedad; sobre mi voluntad no puede nada. ¡Busque pues una ley, una mazmorra, un instrumento de tortura que le otorgue un poder sobre mí! Es como si quisiera controlar el aire, aprehender el vacío.
Indiana