paso
Reivindicar el carácter asalariado de ese trabajo es en realidad el primer paso para rechazar tener que hacerlo, puesto que la demanda de salario lo hace visible, y esa concreta visibilidad es la condición indispensable para empezar a rebelarse contra toda esta situación, y ello tanto en su aspecto de trabajo doméstico como en su carácter insidioso como propio de lo femenino.
Y, al haberse hecho fuertes y terribles, abrigaban grandes pensamientos [...], y quisieron abrirse paso al Cielo y subir a atacar allí a los dioses. Entonces Zeus y los otros dioses deliberaban qué debían hacer, pero no encontraban solución, no pudiendo sin más matar a todos exterminando todo su linaje –como a los Gigantes, con el rayo–, porque perderían los honores y sacrificios que hacían los humanos, ni podían tampoco permitir sin más sus insolencias. Tras haberlo pensado, dijo Zeus: [...] “Cortaré a cada uno en dos mitades; así los hombres van a ser más débiles y, al doblarse de ese modo en número, nos serán de más utilidad
Banquete, 190 b-d
Sube a nacer conmigo, hermano.
Dame la mano desde la profunda
zona de tu dolor diseminado.
No volverás del fondo de las rocas.
No volverás del tiempo subterráneo.
No volverá tu voz endurecida.
No volverán tus ojos taladrados.
[…]
Yo vengo a hablar por vuestra boca muerta.
A través de la tierra, juntad todos
los silenciosos labios derramados
y, desde el fondo, habladme toda esta larga noche
como si yo estuviera con vosotros.
Contad, contadme todo,
contádmelo cadena por cadena,
eslabón a eslabón y paso a paso.
Afilad los cuchillos que guardasteis,
ponedlos en mi pecho y en mi mano
como un río de rayos amarillos,
como un río de tigres enterrados,
y dejadme llorar, horas, días, años,
edades ciegas, siglos estelares.
Dadme el silencio, el agua, la esperanza.
Dadme la lucha, el hierro, los volcanes.
Apegadme los cuerpos como imanes.
Acudid a mis venas y a mi boca.
Hablad por mis palabras y mi sangre
Canto General, �??Alturas de Macchu Picchu�?�
“Yo soy Caupolicán, que el hado mío
por tierra derribó mi fundamento,
y quien del araucano señorío
tiene el mando absoluto y regimiento.
[…]
Soy quien mató a Valdivia en Tucapelo
y quien dejó a Purén desmantelado,
soy el que puso a Penco por el suelo
y el que tantas batallas ha ganado.
[…]
Descalzo, destocado, a pie desnudo,
dos pesadas cadenas arrastrando,
con una soga al cuello y grueso nudo
de la cual el verdugo iba tirando,
cercado en torno de armas y el menudo
pueblo detrás, mirando y remirando
si era posible aquello que pasaba,
que, visto por los ojos, aún dudaba.
De esta manera, pues, llegó al tablado
que estaba un tiro de arco del asiento,
media pica del suelo levantado,
de todas partes a la vista exento,
donde con el esfuerzo acostumbrado,
sin mudanza y señal de sentimiento,
por la escala subió tan desenvuelto
como si de prisiones fuera suelto.
Puesto ya en lo más alto, revolviendo
a un lado y otro la serena frente,
estuvo allí parado un rato, viendo
el gran concurso y multitud de gente
que el increíble caso y estupendo
atónita miraba atentamente,
teniendo a maravilla y gran espanto
haber podido la fortuna tanto.
Llegóse él mismo al palo, donde había
de ser la atroz sentencia ejecutada,
con un semblante tal, que parecía
tener aquel terrible trance en nada,
diciendo: “Pues el hado y suerte mía
me tienen esta suerte aparejada,
venga, que yo la pido, yo la quiero,
que ningún mal hay grande si es postrero”.
[…]
No el aguzado palo penetrante,
por más que las entrañas le rompiese
barrenándole el cuerpo, fue bastante
a que al dolor intenso se rindiese,
que con sereno término y semblante,
sin que labio ni ceja retorciese,
sosegado quedó de la manera
que si asentado en tálamo estuviera.
En esto seis flecheros señalados,
que prevenidos para aquello estaban,
treinta pasos de trecho desviados
por orden y despacio le tiraban;
y, aunque en toda maldad ejercitados,
al despedir la flecha vacilaban,
temiendo poner mano en un tal hombre
de tanta autoridad y tanto nombre.
Mas Fortuna cruel, que ya tenía
tan poco por hacer y tanto hecho,
si tiro alguno avieso allí salía,
forzado el curso le traía derecho,
y en breve, sin dejar parte vacía,
de cien flechas quedó pasado el pecho,
por do aquel grande espíritu echó fuera,
que por menos heridas no cupiera.
[…]
Quedó abiertos los ojos, y de suerte
que por vivo llegaban a mirarle,
que la amarilla y afeada muerte
no pudo aun puesto allí desfigurarle;
era el miedo en los bárbaros tan fuerte
que no osaban dejar de respetarle,
ni allí se vio en alguno tal denuedo
que puesto cerca de él no hubiese miedo.
La voladora Fama presurosa
derramó por la tierra en un momento
la no pensada muerte ignominiosa
causando alteración y movimiento;
luego la turba incrédula y dudosa,
con nueva turbación y desaliento,
corre con prisa y corazón incierto
a ver si era verdad que fuese muerto.
Era el número tanto que bajaba
del contorno y distrito comarcano,
que en ancha y apiñada rueda estaba
siempre cubierto el espacioso llano;
crédito allí a la vista no se daba
si ya no le tocaban con la mano,
y, aun tocado, después les parecía
que era cosa de sueño o fantasía.
No la afrentosa muerte impertinente
para temor del pueblo ejecutada,
ni la falta de un hombre así eminente,
en que nuestra esperanza iba fundada,
amedrentó ni acobardó la gente;
antes, de aquella injuria provocada,
a la cruel satisfacción aspira
llena de nueva sabia y mayor ira”.
La Araucana, canto XXIV
Para nosotros […], que estamos de paso, invencibles no son los que suben a ocupar lo más alto del podio, […] sino los que abatidos, derrotados, sin embargo no cejan en su empeño de volver de nuevo a levantarse y batirse de nuevo, una vez más. Quijote, que se alza tras los golpes para continuar con su combate –para ayudar a los necesitados y liberar a los oprimidos– no podría nunca ser vencido; no, literalmente es invencible
Quijote y los invencibles
El Estado de Francia en esa época consistía en un conglomerado de privilegios contradiciendo toda idea, y hasta la razón en general, una más que absurda situación de una corrupción descomunal, un auténtico reino de injusticia. La opresión terriblemente dura que ejercía su peso sobre el pueblo, las dificultades del gobierno para garantizar a aquella corte los medios que le eran necesarios a su lujo y prodigalidad daban ocasión al descontento. El nuevo espíritu empezó a actuar: la opresión dio paso al libre examen. Y se hizo evidente que las enormes sumas arrancadas cada día al sudor del pueblo no eran realmente dedicadas a los fines propios del Estado, sino derrochadas locamente. Así, todo el sistema del Estado fue visto como injusta iniquidad
Para que una revolución pueda ser tal, ¿qué es lo que resulta imprescindible? Un pueblo que arranca con buen paso, una puesta en camino irreflexiva y que no había sido preparada, una esperanza nueva, un movimiento que va en dirección a una promesa: es la primera imagen de la fiesta
La Fête révolutionnaire
Las calles-galería constituyen uno de los encantos más preciosos que posee un Palacio de Armonía [...]. La Falange no tiene calle exterior o vía descubierta que se encuentre expuesta a las inclemencias del tiempo; cada cuartel del edificio nominal puede ser recorrido a través de una amplia galería que reina entera sobre el primer piso y en todos sus cuerpos; en las extremidades de esa vía hay pasillos que apoyan en columnas, o también subterráneos adornados, que proporcionan a las distintas partes y las dependencias del Palacio comunicación abrigada, elegante y acorde para cualquiera de las estaciones gracias a estufas o ventiladores [...]. La calle-galería o peristilo continuo se sitúa en el primer piso. No es adaptable a la planta baja, que es necesario atravesar en coche en diversos puntos por arcadas [...]. Las calles-galería de una Falange no reciben luz desde ambos lados, por cuanto son adherentes a cada uno de los cuerpos de edificio, los cuales disponen de doble fila de habitaciones; así, una de ellas recibe luz del campo, y otra de la calle-galería. Ésta debe tener la altura completa de tres pisos que toman de un lado luz a su través [...]. La planta baja contiene, en ciertos puntos, salas públicas y espacios de cocina, cuya altura absorbe el entresuelo. Y en ellos se practican las necesarias trampillas espaciadas para ir subiendo las comidas hasta las salas del primer piso. Una abertura que resulta muy útil en los días de fiesta y para el paso de caravanas y legiones, que, no habiendo lugar para acogerlas en las salas públicas llamadas Seristerios, podrán comer en una doble hilera de mesas en la calle-galería. Convendrá evitar en todo caso situar en la planta baja todas las salas de relaciones públicas, y ello por dos razones. Primero por ser preciso disponer, situados en la planta baja, alojamientos para los ancianos, y los de niños en el entresuelo. Segundo por cuanto es también preciso aislar a los niños de las relaciones no industriales que son propias de la edad madura
Fourier, Anthologie
En lugar de una táctica y de una estrategia continental se utilizan formas limitadas: luchas electorales reducidas, un pequeño progreso electoral obtenido en uno u otro sitio; dos diputados, un senador y cuatro alcaldes; una gran manifestación dispersada a golpe de fusil; otra elección perdida, aunque hoy sea por unos votos menos; una huelga ganada, diez perdidas; un paso adelante y diez atrás; una victoria dentro de un sector, diez derrotas en otro; y, de pronto, te cambian las reglas del juego y se vuelve a empezar desde el principio […] ¿Por qué todo este gasto de energías? […] Donde se dan tan graves errores, moviliza el pueblo sus legiones un año tras otro para impulsar acciones que le cuestan inmensos sacrificios
"La estrategia y la táctica de la revolución latinoamericana", octubre de 1962
El colonialismo y sus derivados ya no constituyen realmente los enemigos del África actual. En un plazo muy breve el continente estará totalmente liberado. Por mi parte, cuanto más conozco las culturas y círculos políticos más se me va imponiendo la certeza de que el peligro que amenaza a África hoy es la ausencia de ideología. […] Los países que en África actualmente van accediendo a la independencia son en realidad tan inestables como lo son sus nuevas burguesías o sus actuales nuevos príncipes. Tras algunos pasos inseguros en la arena internacional, al no sentir las burguesías nacionales ya actualmente la amenaza de la vieja potencia colonial, desarrollan grandes apetitos. Y, no teniendo aún práctica política, quieren impulsar todo ese ámbito tal como si fuera su negocio. Todo son prebendas y amenazas hasta el despojamiento de la víctima. El problema es aún más de lamentar porque muchos Estados no poseen más recurso que el de suplicar a la vieja metrópoli que se mantenga un poco aún entre ellos. Pero además, en éstos pseudo-Estados de tendencias neoimperialistas, una política militarista exacerbada acarrea la disminución de la inversión de carácter público en países que hoy aún parcialmente tienen una estructura medieval. Los obreros que muestran descontento sufren entonces una represión tan cruel y salvaje como en los períodos coloniales. Partidos de oposición y sindicatos se ven en seguida confinados a una casi-clandestinidad. Y ese pueblo que había dado todo en las horas difíciles de la lucha por la liberación, con las manos y el vientre vacíos, debe interrogarse sobre el grado de realidad de su victoria. […] Los Estados colonizados que han accedido a la independencia por la vía política no parecen tener más preocupación que encontrarse un campo de batalla, con sus heridas y sus destrucciones. […] Las burguesías ahora triunfantes son sin duda las más impetuosas, emprendedoras y anexionistas que actualmente se puedan concebir
�??Cette Afrique à venir�?�, fragmentos de notas de su diario privado durante el verano del 1960, no destinadas a la publicación
Las violencias proletarias simplemente son actos de guerra […], unos actos que operan como marcas de separación entre las clases. […] El paso del capitalismo al socialismo hay que concebirlo a la manera de una catástrofe cuyo proceso escapa como tal a toda descripción
Réflexions sur la violence
Un monumento no conmemora, no honra algo que ocurrió, sino que susurra al oído del porvenir las sensaciones persistentes que encarnan el acontecimiento: el sufrimiento eternamente renovado de los hombres, su protesta recreada, su lucha siempre retomada. ¿Resultaría acaso todo en vano porque el sufrimiento es eterno, y porque las revoluciones no sobreviven a su victoria? Pero el éxito de una revolución sólo reside en la revolución misma, precisamente en las vibraciones, los abrazos, las aperturas que dio a los hombres en el momento en que se llevó a cabo, y que componen en sí un monumento siempre en devenir, como esos túmulos a los que cada nuevo viajero añade una piedra. La victoria de una revolución es inmanente, y consiste en los nuevos lazos que instaura entre los hombres, aun cuando éstos no duren más que su materia en fusión y muy pronto den paso a la división, a la traición
¿Qué es la filosofía?
La mentira viaja con gastos pagados por el gobierno; vuela sobre el viento; recorre, en un abrir y cerrar de ojos, un vasto imperio; se encuentra a la vez en las ciudades y en el campo, en los palacios y en las cabañas; en todas partes está bien aposentada y servida: se la cubre de caricias, favores, dinero… La verdad, al contrario, va caminando a pie y a pasos lentos; se arrastra con pena y a su cargo, de ciudad en ciudad, de aldea a aldea; se encuentra obligada a sustraerse a la mirada celosa del gobierno; ha de evitar, de modo simultáneo, a los funcionarios, los jueces y los agentes de la policía; y es odiosa a todas las facciones. Todos los prejuicios y los vicios se amotinan a fin de ultrajarla. La necedad la desconoce o la rechaza. Y aunque brilla con belleza celestial, el odio y la ambición afirman de ella que es tan fea como horripilante. La hipócrita moderación la califica de exagerada e incendiaria, y la falsa cordura la moteja de temeraria y de extravagante, mientras que la maligna tiranía la acusa de violar las leyes y de trastornar la sociedad. La cicuta como los puñales son el precio ordinario a sus lecciones, y con frecuencia expía en el patíbulo sus servicios a la humanidad
Manifeste des plébeiens
Reivindicar el carácter asalariado de ese trabajo es en realidad el primer paso para rechazar tener que hacerlo, puesto que la demanda de salario lo hace visible, y esa concreta visibilidad es la condición indispensable para empezar a rebelarse contra toda esta situación, y ello tanto en su aspecto de trabajo doméstico como en su carácter insidioso como propio de lo femenino.
Y, al haberse hecho fuertes y terribles, abrigaban grandes pensamientos [...], y quisieron abrirse paso al Cielo y subir a atacar allí a los dioses. Entonces Zeus y los otros dioses deliberaban qué debían hacer, pero no encontraban solución, no pudiendo sin más matar a todos exterminando todo su linaje –como a los Gigantes, con el rayo–, porque perderían los honores y sacrificios que hacían los humanos, ni podían tampoco permitir sin más sus insolencias. Tras haberlo pensado, dijo Zeus: [...] “Cortaré a cada uno en dos mitades; así los hombres van a ser más débiles y, al doblarse de ese modo en número, nos serán de más utilidad
Banquete, 190 b-d
Sube a nacer conmigo, hermano.
Dame la mano desde la profunda
zona de tu dolor diseminado.
No volverás del fondo de las rocas.
No volverás del tiempo subterráneo.
No volverá tu voz endurecida.
No volverán tus ojos taladrados.
[…]
Yo vengo a hablar por vuestra boca muerta.
A través de la tierra, juntad todos
los silenciosos labios derramados
y, desde el fondo, habladme toda esta larga noche
como si yo estuviera con vosotros.
Contad, contadme todo,
contádmelo cadena por cadena,
eslabón a eslabón y paso a paso.
Afilad los cuchillos que guardasteis,
ponedlos en mi pecho y en mi mano
como un río de rayos amarillos,
como un río de tigres enterrados,
y dejadme llorar, horas, días, años,
edades ciegas, siglos estelares.
Dadme el silencio, el agua, la esperanza.
Dadme la lucha, el hierro, los volcanes.
Apegadme los cuerpos como imanes.
Acudid a mis venas y a mi boca.
Hablad por mis palabras y mi sangre
Canto General, �??Alturas de Macchu Picchu�?�
“Yo soy Caupolicán, que el hado mío
por tierra derribó mi fundamento,
y quien del araucano señorío
tiene el mando absoluto y regimiento.
[…]
Soy quien mató a Valdivia en Tucapelo
y quien dejó a Purén desmantelado,
soy el que puso a Penco por el suelo
y el que tantas batallas ha ganado.
[…]
Descalzo, destocado, a pie desnudo,
dos pesadas cadenas arrastrando,
con una soga al cuello y grueso nudo
de la cual el verdugo iba tirando,
cercado en torno de armas y el menudo
pueblo detrás, mirando y remirando
si era posible aquello que pasaba,
que, visto por los ojos, aún dudaba.
De esta manera, pues, llegó al tablado
que estaba un tiro de arco del asiento,
media pica del suelo levantado,
de todas partes a la vista exento,
donde con el esfuerzo acostumbrado,
sin mudanza y señal de sentimiento,
por la escala subió tan desenvuelto
como si de prisiones fuera suelto.
Puesto ya en lo más alto, revolviendo
a un lado y otro la serena frente,
estuvo allí parado un rato, viendo
el gran concurso y multitud de gente
que el increíble caso y estupendo
atónita miraba atentamente,
teniendo a maravilla y gran espanto
haber podido la fortuna tanto.
Llegóse él mismo al palo, donde había
de ser la atroz sentencia ejecutada,
con un semblante tal, que parecía
tener aquel terrible trance en nada,
diciendo: “Pues el hado y suerte mía
me tienen esta suerte aparejada,
venga, que yo la pido, yo la quiero,
que ningún mal hay grande si es postrero”.
[…]
No el aguzado palo penetrante,
por más que las entrañas le rompiese
barrenándole el cuerpo, fue bastante
a que al dolor intenso se rindiese,
que con sereno término y semblante,
sin que labio ni ceja retorciese,
sosegado quedó de la manera
que si asentado en tálamo estuviera.
En esto seis flecheros señalados,
que prevenidos para aquello estaban,
treinta pasos de trecho desviados
por orden y despacio le tiraban;
y, aunque en toda maldad ejercitados,
al despedir la flecha vacilaban,
temiendo poner mano en un tal hombre
de tanta autoridad y tanto nombre.
Mas Fortuna cruel, que ya tenía
tan poco por hacer y tanto hecho,
si tiro alguno avieso allí salía,
forzado el curso le traía derecho,
y en breve, sin dejar parte vacía,
de cien flechas quedó pasado el pecho,
por do aquel grande espíritu echó fuera,
que por menos heridas no cupiera.
[…]
Quedó abiertos los ojos, y de suerte
que por vivo llegaban a mirarle,
que la amarilla y afeada muerte
no pudo aun puesto allí desfigurarle;
era el miedo en los bárbaros tan fuerte
que no osaban dejar de respetarle,
ni allí se vio en alguno tal denuedo
que puesto cerca de él no hubiese miedo.
La voladora Fama presurosa
derramó por la tierra en un momento
la no pensada muerte ignominiosa
causando alteración y movimiento;
luego la turba incrédula y dudosa,
con nueva turbación y desaliento,
corre con prisa y corazón incierto
a ver si era verdad que fuese muerto.
Era el número tanto que bajaba
del contorno y distrito comarcano,
que en ancha y apiñada rueda estaba
siempre cubierto el espacioso llano;
crédito allí a la vista no se daba
si ya no le tocaban con la mano,
y, aun tocado, después les parecía
que era cosa de sueño o fantasía.
No la afrentosa muerte impertinente
para temor del pueblo ejecutada,
ni la falta de un hombre así eminente,
en que nuestra esperanza iba fundada,
amedrentó ni acobardó la gente;
antes, de aquella injuria provocada,
a la cruel satisfacción aspira
llena de nueva sabia y mayor ira”.
La Araucana, canto XXIV
Para nosotros […], que estamos de paso, invencibles no son los que suben a ocupar lo más alto del podio, […] sino los que abatidos, derrotados, sin embargo no cejan en su empeño de volver de nuevo a levantarse y batirse de nuevo, una vez más. Quijote, que se alza tras los golpes para continuar con su combate –para ayudar a los necesitados y liberar a los oprimidos– no podría nunca ser vencido; no, literalmente es invencible
Quijote y los invencibles
El Estado de Francia en esa época consistía en un conglomerado de privilegios contradiciendo toda idea, y hasta la razón en general, una más que absurda situación de una corrupción descomunal, un auténtico reino de injusticia. La opresión terriblemente dura que ejercía su peso sobre el pueblo, las dificultades del gobierno para garantizar a aquella corte los medios que le eran necesarios a su lujo y prodigalidad daban ocasión al descontento. El nuevo espíritu empezó a actuar: la opresión dio paso al libre examen. Y se hizo evidente que las enormes sumas arrancadas cada día al sudor del pueblo no eran realmente dedicadas a los fines propios del Estado, sino derrochadas locamente. Así, todo el sistema del Estado fue visto como injusta iniquidad
Para que una revolución pueda ser tal, ¿qué es lo que resulta imprescindible? Un pueblo que arranca con buen paso, una puesta en camino irreflexiva y que no había sido preparada, una esperanza nueva, un movimiento que va en dirección a una promesa: es la primera imagen de la fiesta
La Fête révolutionnaire
Las calles-galería constituyen uno de los encantos más preciosos que posee un Palacio de Armonía [...]. La Falange no tiene calle exterior o vía descubierta que se encuentre expuesta a las inclemencias del tiempo; cada cuartel del edificio nominal puede ser recorrido a través de una amplia galería que reina entera sobre el primer piso y en todos sus cuerpos; en las extremidades de esa vía hay pasillos que apoyan en columnas, o también subterráneos adornados, que proporcionan a las distintas partes y las dependencias del Palacio comunicación abrigada, elegante y acorde para cualquiera de las estaciones gracias a estufas o ventiladores [...]. La calle-galería o peristilo continuo se sitúa en el primer piso. No es adaptable a la planta baja, que es necesario atravesar en coche en diversos puntos por arcadas [...]. Las calles-galería de una Falange no reciben luz desde ambos lados, por cuanto son adherentes a cada uno de los cuerpos de edificio, los cuales disponen de doble fila de habitaciones; así, una de ellas recibe luz del campo, y otra de la calle-galería. Ésta debe tener la altura completa de tres pisos que toman de un lado luz a su través [...]. La planta baja contiene, en ciertos puntos, salas públicas y espacios de cocina, cuya altura absorbe el entresuelo. Y en ellos se practican las necesarias trampillas espaciadas para ir subiendo las comidas hasta las salas del primer piso. Una abertura que resulta muy útil en los días de fiesta y para el paso de caravanas y legiones, que, no habiendo lugar para acogerlas en las salas públicas llamadas Seristerios, podrán comer en una doble hilera de mesas en la calle-galería. Convendrá evitar en todo caso situar en la planta baja todas las salas de relaciones públicas, y ello por dos razones. Primero por ser preciso disponer, situados en la planta baja, alojamientos para los ancianos, y los de niños en el entresuelo. Segundo por cuanto es también preciso aislar a los niños de las relaciones no industriales que son propias de la edad madura
Fourier, Anthologie
En lugar de una táctica y de una estrategia continental se utilizan formas limitadas: luchas electorales reducidas, un pequeño progreso electoral obtenido en uno u otro sitio; dos diputados, un senador y cuatro alcaldes; una gran manifestación dispersada a golpe de fusil; otra elección perdida, aunque hoy sea por unos votos menos; una huelga ganada, diez perdidas; un paso adelante y diez atrás; una victoria dentro de un sector, diez derrotas en otro; y, de pronto, te cambian las reglas del juego y se vuelve a empezar desde el principio […] ¿Por qué todo este gasto de energías? […] Donde se dan tan graves errores, moviliza el pueblo sus legiones un año tras otro para impulsar acciones que le cuestan inmensos sacrificios
"La estrategia y la táctica de la revolución latinoamericana", octubre de 1962
El colonialismo y sus derivados ya no constituyen realmente los enemigos del África actual. En un plazo muy breve el continente estará totalmente liberado. Por mi parte, cuanto más conozco las culturas y círculos políticos más se me va imponiendo la certeza de que el peligro que amenaza a África hoy es la ausencia de ideología. […] Los países que en África actualmente van accediendo a la independencia son en realidad tan inestables como lo son sus nuevas burguesías o sus actuales nuevos príncipes. Tras algunos pasos inseguros en la arena internacional, al no sentir las burguesías nacionales ya actualmente la amenaza de la vieja potencia colonial, desarrollan grandes apetitos. Y, no teniendo aún práctica política, quieren impulsar todo ese ámbito tal como si fuera su negocio. Todo son prebendas y amenazas hasta el despojamiento de la víctima. El problema es aún más de lamentar porque muchos Estados no poseen más recurso que el de suplicar a la vieja metrópoli que se mantenga un poco aún entre ellos. Pero además, en éstos pseudo-Estados de tendencias neoimperialistas, una política militarista exacerbada acarrea la disminución de la inversión de carácter público en países que hoy aún parcialmente tienen una estructura medieval. Los obreros que muestran descontento sufren entonces una represión tan cruel y salvaje como en los períodos coloniales. Partidos de oposición y sindicatos se ven en seguida confinados a una casi-clandestinidad. Y ese pueblo que había dado todo en las horas difíciles de la lucha por la liberación, con las manos y el vientre vacíos, debe interrogarse sobre el grado de realidad de su victoria. […] Los Estados colonizados que han accedido a la independencia por la vía política no parecen tener más preocupación que encontrarse un campo de batalla, con sus heridas y sus destrucciones. […] Las burguesías ahora triunfantes son sin duda las más impetuosas, emprendedoras y anexionistas que actualmente se puedan concebir
�??Cette Afrique à venir�?�, fragmentos de notas de su diario privado durante el verano del 1960, no destinadas a la publicación
Las violencias proletarias simplemente son actos de guerra […], unos actos que operan como marcas de separación entre las clases. […] El paso del capitalismo al socialismo hay que concebirlo a la manera de una catástrofe cuyo proceso escapa como tal a toda descripción
Réflexions sur la violence
Un monumento no conmemora, no honra algo que ocurrió, sino que susurra al oído del porvenir las sensaciones persistentes que encarnan el acontecimiento: el sufrimiento eternamente renovado de los hombres, su protesta recreada, su lucha siempre retomada. ¿Resultaría acaso todo en vano porque el sufrimiento es eterno, y porque las revoluciones no sobreviven a su victoria? Pero el éxito de una revolución sólo reside en la revolución misma, precisamente en las vibraciones, los abrazos, las aperturas que dio a los hombres en el momento en que se llevó a cabo, y que componen en sí un monumento siempre en devenir, como esos túmulos a los que cada nuevo viajero añade una piedra. La victoria de una revolución es inmanente, y consiste en los nuevos lazos que instaura entre los hombres, aun cuando éstos no duren más que su materia en fusión y muy pronto den paso a la división, a la traición
¿Qué es la filosofía?
La mentira viaja con gastos pagados por el gobierno; vuela sobre el viento; recorre, en un abrir y cerrar de ojos, un vasto imperio; se encuentra a la vez en las ciudades y en el campo, en los palacios y en las cabañas; en todas partes está bien aposentada y servida: se la cubre de caricias, favores, dinero… La verdad, al contrario, va caminando a pie y a pasos lentos; se arrastra con pena y a su cargo, de ciudad en ciudad, de aldea a aldea; se encuentra obligada a sustraerse a la mirada celosa del gobierno; ha de evitar, de modo simultáneo, a los funcionarios, los jueces y los agentes de la policía; y es odiosa a todas las facciones. Todos los prejuicios y los vicios se amotinan a fin de ultrajarla. La necedad la desconoce o la rechaza. Y aunque brilla con belleza celestial, el odio y la ambición afirman de ella que es tan fea como horripilante. La hipócrita moderación la califica de exagerada e incendiaria, y la falsa cordura la moteja de temeraria y de extravagante, mientras que la maligna tiranía la acusa de violar las leyes y de trastornar la sociedad. La cicuta como los puñales son el precio ordinario a sus lecciones, y con frecuencia expía en el patíbulo sus servicios a la humanidad
Manifeste des plébeiens
Reivindicar el carácter asalariado de ese trabajo es en realidad el primer paso para rechazar tener que hacerlo, puesto que la demanda de salario lo hace visible, y esa concreta visibilidad es la condición indispensable para empezar a rebelarse contra toda esta situación, y ello tanto en su aspecto de trabajo doméstico como en su carácter insidioso como propio de lo femenino.